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Escribí este capítulo con mucho amor y mucho sueño, espero que lo disfruten :)
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El teléfono comenzó a sonar y me despertó.

Esperé a que dejara de sonar para dormirme otra vez, volvieron a llamar. Lo cogí enfadada, era Elty.

—¿Por qué mierda me llamas un sábado tan pronto? Son las once.

—Las once no es pronto.—Se rió.—¿Sabes qué día es hoy?

—Sí, catorce, el día de los enamorados, y como leí en un chiste...mi plan para este día es esperar a que sean las diez y media para ver The Walking Dead.

—No sabía que veías The Walking Dead, yo también—dios, ya tengo alguien con quien fangirlear—, pero tengo mejores planes para hoy.

—¿Qué planes?—le pregunté pensando mal.

—¿Ya estás pensando en sexo?—se rió.—Tengo otros planes. Pasaré a por ti a las cuatro.

—¿Tan pronto?

—El sitio al que quiero llevarte está lejos.

Me puse a dibujar, últimamente no dibujaba tanto.

No sabía qué hacer, cogí varios botes de colores vivos y salpiqué una pared blanca.

Se supone que al alquilar el piso no podía hacer cosas como pintar la pared, el dueño era muy escéptico. Pero que más daba.

Quería pintar la pared. Pero molaría más darle a Elty duro contra el muro.

Me reí ante mis pensamientos pervertidos.

Mojé una brocha grande de negro e hice un contorno para las manchas de pintura.

Dos personas, cogidas de la mano. Dios, que cursi, Elty me estaba volviendo cursi, estaba sacando una parte de mí que había enterrado.

Cogí un rojo muy potente y les dibujé un corazón en el lugar correspondiente a las dos siluetas. Los corazones comenzaron a desangrarse, la acuarela se deslizaba hacia abajo guiada por los trazos de mi pincel. Ahora sí me gustaba.

Las horas pasaron volando, Elty llegó un poco tarde, él no era puntual casi nunca.

—Hola.—Sonrío y me besó.

Sus labios se sentían tan cálidos contra los míos... Mordí su labio inferior para que me diera acceso a su boca, nuestras lenguas danzaron, la suya algo torpe.

—¿Antes de mí cuanto tiempo llevabas sin besar a una chica?

—Años—respondió, la sonrisa se borró de su cara.—¿Vamos?—Asentí.

Subimos a su coche, este era nuevo. No había montado en un coche desde el accidente.

—¿Desde Marien?—me atreví a preguntar.

—No creo que sea el mejor día para hablar de eso. Simplemente vamos a pasarla bien, tú y yo, solos.—Me miró fijamente a lo ojos y volvió a besarme, pero este beso fue corto.

Un mechón rebelde le caía por la frente. Sus ojeras estaban más pronunciadas que de normal, y sus comisuras estaban ahora bajas. Su cara estaba algo más estrecha.

—Has adelgazado.

—Un poco—se limitó a decir.

Condujo por horas, en el trayecto no hablamos casi, me dormí la mayoría del tiempo. Tardamos un montón en encontrar sitio para aparcar, de modo que se nos hicieron casi las ocho, pero yo no sabía que hora era.

Fucking Society.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora