#3 Cenas y provocaciones

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ABIGAIL

Cuando llegué a mi cuarto y cerré la puerta tras de mi, no pude evitar reír como una loca, recordando su cara de agonía.
Luego de unos 15 minutos de carcajadas sin fin, recordé la cena, me dirigí al cuarto de mi mamá y toque la puerta. Mi mamá abrió la puerta con una bata puesta, trate de pensar que no estaba haciendo lo que creí que estaba haciendo.

—Mamá, ¿puedes pedirle a Mario que le diga a su hijo que no lo esperaré hasta mañana?

—¿Qué? ¿De qué hablas?— dijo mi mamá confundida.

—Sólo dile eso.— dije seria.

Mi mamá entró en su habitación, y luego de esperar unos 3 minutos, apareció Mario.

—No te preocupes ahora le digo que te lleve a su cena.— dijo Mario

—Gracias.— dije, y luego me dirigí a el living a esperar.

Estaba por quedarme dormida en aquel sofá tan cómodo, hasta que apareció. Llevaba puesto un saco muy elegante y su revoltoso cabello a penas estaba peinado.

—Hasta que te dignas a aparecer.

Frunció el ceño.

—Sólo cierra la maldita boca.— dijo enfadado, de seguro recordaba la patada que le di hace un par de horas.

Entonces apareció Mario en la escena.

—Javier trata bien a tu nueva hermanastra.— dijo Mario.— ahora vuelvan antes de las 12:00 y no tomen demasiado.

—Con ella no tomo ni agua.— dijo Javier fulminandome con la mirada

Reí pensando ocurrencias.

—Mejor, a tu sistema no le hará bien.— dije recordando la patada que le di.

El me miró casi queriendome matar.

—Dejen de discutir y vayan de una vez.— interrumpió Mario.

Los dos salimos por la puerta y Javier me guió hasta un auto muy grande y negro.

—Ni se te ocurra dañar mi auto porque ahí me olvidó que eres mi hermanastra.— dijo mirando su auto.

Rodé los ojos.

—Calma, no le haré nada a tu precioso auto, ya me desquite con el dueño.— dije sonriendo.

—Quieres dejar de recordarme como me golpeaste, no es gracioso.— dijo mirándome furioso.

Reí. Si lo era.

—Yo sólo me defendía.

Subimos a ese auto rápidamente. Tomando precaución, y siendo una buena ciudadana, tomé el cinturón de seguridad y l...

Cuando me di cuenta, Javier ya estaba manejando a más de 130 sin el cinturón abrochado.

—¿¡Pero que coño haces!? ¿¡Quieres que nos arresten!?— grité.

—Sería perfecto que te arrestarán, linda....— dijo mirando la carretera.

Arrugue el gesto.

—Linda es a la que te follaste.

El me miró y luego miró la carretera sin más.

—No la menciones, a mi ni a nadie.— me dijo, mientras detenía el auto en el aparcamiento.

Los dos salimos y entramos a un restaurant elegante, que tenía a meseros con traje caminando de un lado a otro.
Javier se dirigió a la recepcionista haciéndose el elegante.

Mi Dulce Perdición® [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora