Mi Dulce Perdición® [TERMINADA]

#31 Demasiado tiempo

ABIGAIL

Estábamos viendo el amor que emanaban Lucía y Liam, son tan lindos.
Evelyn empezó a llorar.

—Qué sucede Evelyn?— le dije.

Me miró y me abrazó.

—¿Necesito cuatrillizos para que Daniel me ame?— me dijo entre sollozos.

—Claro que no.— le dije.— Daniel te ama.— le dije tratando de calmarla.

—¡PERO LIAM SE LO DICE A LUCÍA Y DANIEL A MI NO ME DA NI LA HORA!— gritó Evelyn.

Liam y Lucía estaban mirándonos sorprendidos por las lágrimas de Evelyn.

—Me tengo que ir.— dijo Evelyn limpiandose las lágrimas y apartandose de mi.

Evelyn se retiró rápidamente de la habitación.

—Necesitan su espacio.— le dije a Javier mientras tomaba su brazo para llevarlo fuera de la habitación.

—¿Deberíamos detener la fiesta?— le pregunté a Javier.

—Oscar, Luis y Liam limpiaran mi casa, así que pueden quedarse mucho más tiempo.— me dijo Javier tranquilo.

Reí a carcajadas.

—¿Qué es tan gracioso?— me pregunto.

—¿Enserio crees que ese trío logrará limpiar eso?

Javier bajo rápidamente al primer piso.

Que ingenuo...
¿Enserio como un trío de ebrios lograrán limpiar eso?

JAVIER

Baje rápidamente.
¿Cómo no me di cuenta?
Ellos no podrán limpiar toda la casa, y menos estando ebrios.

¡Javier que tenías en la cabeza!

Entonces vi a Luis y Oscar bailando con unas chicas.

Típico.

Me acerqué y lo saque de ahí llevandolos al segundo piso.

—¿¡QUE SUCEDE CONTIGO!?— me gritó Oscar.

—Ustedes no podrán limpiar todo el desastre que van a ocasionar.— les dije.

—¡ES UNA FIESTA! ¡CIERRA LA BOCA Y DIVIÉRTETE!— me gritó Luis.

—¡No!— les grité.— terminen con esto ¡AHORA!

Se miraron y luego aceptaron molestos.
Los dos bajaron y esperaba que acabarán pronto con el desastre que habían armado en mi casa.

Entonces todo se llenó de gritos, y abucheos de la gente que se negaba a irse.
La verdad no me metería.
Así que rápidamente me fui a tomar una ducha y a dormir.

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Desperté peor que con resaca.

—¡JAVIER!— gritaba Abigail con el megáfono.— ¡DESPIERTA!

—¡DEJA DE GRITARME CON ESO!— le dije fastidiado.

—!LO LAMENTO!— gritó.

La miré mal.
Inmediatamente bajo el megáfono.

—Javier, tenemos un gran problema.— dijo Abigail.

—¿Qué pasa ahora?— le dije.

—Mi mamá y tú papá, pues...

—¿¡Qué!? ¿¡Murieron!?— grité sorprendido.