Mi Dulce Perdición® [TERMINADA]

#26 La noche esperada

ABIGAIL

Javier y yo habíamos estado todo el día en la piscina.
Tomamos sol y entramos en la piscina.

¡Hasta jugamos con el agua!
Esos fueron los mejores 2 minutos de mi vida.

Si sólo 2.

—BatAbi ya nos tenemos que ir.— dijo Javier.

—Es temprano SuperJavi.— le dije.

Estaba relajada y no quería irme.
En otras palabras tenía pereza.

—Son las 4 de la tarde.— me dijo.

Resople.

Me levanté, tome mi ropa, termine de beber mi soda y me dirigí al hotel.

—No te enfades.— me dijo Javier corriendo hasta mi.

—No estoy enfadada.— le mentí.

—Claro y no tomaste ni una foto hoy.— dijo con sarcasmo.

Hice caso omiso de sus palabras.

Entre en el edificio y camine apurada hacia mi habitación.

Entre y me encontré con una caja encima de la cama.

Me giré para ver a Javier y él tenía una gran sonrisa.

—Es para ti.— me murmuró.

Me acerqué y abrí la caja.
Dentro había un vestido piel, con unos tacos gris oscuro y una gargantilla que al parecer era de plata.
Por supuesto todo a mi medida.

—Que guay.— dije aún sorprendida.

Javier sonrió.

—Cambiate y bajas a la entrada del hotel, te tengo una sorpresa.

Javier me besó castamente y después salió de la habitación.

No pude agradecerle nada, estaba sorprendida y él se fue muy rápido.

¿Cómo consiguió una gargantilla?
¿Qué se trae entre manos?

Rápidamente tome un baño, de espuma.
Antes de ponerme el vestido, me puse un perfume de un kit de belleza que compré cuando Javier no me veía.
Luego salí del baño y me cambié, el vestido era perfecto, y muy lindo.

Use el maquillaje del kit, sombras, labial, rimel y rubor.
Salí de la habitación y bajé al primer piso.

Me dirigí a la entrada del hotel y encontré un auto gris estacionado justo en frente.

Un hombre de unos 37 años se acercó.

—¿Cuál es tu nombre?— me pregunto amable.

—Abigail.— dije nerviosa.

Me sonrió y tomó mi mano, me abrió la puerta del auto y yo subí.
Luego el subió al asiento del piloto.

Estuvo manejando mucho tiempo, y ya empezaba a preocuparme.

¿Y si no me lleva con Javier?
¿Y si quiere violarme?
¿Y si es traficante de órganos y me quiere para vender mis órganos?

—¿Cuánto falta?— pregunté asustada y nerviosa.

No dijo nada.

Mierda que me trague la tierra.

¿Por qué no le pregunté nada y obedeci?

—Llegamos.— dijo apagando el auto.

Bajo del auto y me abrió la puerta.
Salí y me encontré un restaurante muy lujoso.
Camine hacia la entrada rápidamente.