El Dolor es Algo Normal

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Konichiwa, gente. (^-^)/

En serio me alegra volver a escribir. Ya me hacía falta.

Tenía tantas ancias por escribir que comencé a escribir una historia completamente nueva en una libreta. Quizá en un futuro la públique. (-_-)

Les dejó con él emocionante capítulo No. 38.

Disfruten su lectura...

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Una silueta blanca se miraba desde las afueras de la mansión, una sonrisa divertida estaba impresa en su rostro, un flequillo que sombreaba su siniestra mirada y unas delgadas y largas manos que temblaban por la exitación.

Ya llegaba el momento de pisar el pasado y afrontar el presente.

Claro, de la forma más divertida y dolorosa posible...

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Luffy, como hace media hora, seguía corriendo.

Y el problema de ello es que él mismo se había perdido. Al no saber siquiera donde se encontraba aquél malvado villano, él simplemente se dedicó a buscar y vagar por todos los lugares posibles de la estancia. No sabía a donde iba o siquiera que estaba buscando com exactitud, solo sabía que debía parar cuando encontrase alguna persona que jamás vio en su vida. Esa era su clave y única pista lógica.

Pero, por supuesto, se detenía de vez en cuando para recuperar el aliento, después poner marcha y seguir con esa búsqueda tan loca.

Aunque un ligero cosquilleo, como una corazonada le gritaba que pronto encontraría lo que buscaba tan ciegamente.

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Weissmann suspiró.

Habiendo terminado con todo su trabajo, por fin podía dar inicio a la fase final del plan.

En la sala de estar, cerca de la puerta que daba a la oficina de su amo, estaba él. Totalmente alerta y mirando neutro todo frente a él cuanto su vista pudiese captar.

Sin embargo, eso paso a ser historia en cuestión de segundos. Que hubiese terminado, solo significaba que su amo le había dado el permiso completo de liberarse. Liberarse de ese sello mental que escondía su verdadera y horrible personalidad del exterior, aquel sello que le hacía incapaz de hablar más allá de lo necesario y exteriorizar cualquier emoción en su rostro o incluso en sus movimientos.

Una sonrisa arrogante apareció en sus labios con lentitud, sus ojos muertos cobraron vida intensamente en un mirar indecifrable y su postura perfecta recayó a ser una relajada. Despeino su perfecto cabello color rubio y lo alboroto, se deshizó de su saco -tirandolo a alguna parte de la habitación-, desabrochó algunos de los botones de su camisa para revelar parte de la piel de su clavicula y cuello, finalmente, desató su corbata y la dejó colgar floja sobre su cuello.

Respiró hondo y soltó el aire con un suspiro de gran alivio.

Por fin, después de muchos años atrapado en un cuerpo muerto y frío, podía salir y sacar a relucir su personalidad tan arrogante y cruel. Le agradaba tanto volver a ser él mismo que se sentía como su hubiera regresado a su hogar.

-Es una alegría.-Murmuró extaciado, mientras caminaba libremente en la estancia, sin apartarse a gran distancia de la puerta. Después de todo, era su trabajo resguardarla hasta la muerte. Regresar con vida, no era una opción.

Añoranza IrrealDonde viven las historias. Descúbrelo ahora