Capítulo 2

2.2K 175 115
                                    

No me sorprendió lo más mínimo que al llegar al instituto Raimon todos los alumnos y profesores estuviesen en el recinto con intención de festejar nuestra victoria en el Gran Celesta, sin embargo, entre todos esos ojos, a mí solo me interesaban los de color azul que eran tan especiales para mí, los ojos que pertenecían a mi mejor amigo.

Cuando por fin los encontré corrí hacia su propietario y chocamos el brazo, como solíamos hacer. Tras este acto nos dimos un abrazo dándonos unas fuertes palmadas en la espalda.

—Felicidades, Riccardo —cuanto extrañé esa voz, la única que en verdad había echado en falta además de la de Miriam.

—Gracias, aunque no lo habría logrado de no ser por ellos —dije mirando al equipo con orgullo.

—Lo sé, son unos jugadores increíbles —dirigió su vista hacia ellos al igual que hice yo, sonriendo ampliamente.

—Esta noche vendrás a mi casa a dormir ¿no, Gabi? Tenemos que recuperar todo el tiempo perdido.

—Claro, quiero volver a escuchar tus melodías —Gabi no borró su sonrisa hasta ese momento, la desdibujó de repente.

—¿Ocurre algo? —le pregunté.

—Es solo que... ¿estarán tus padres? Ya sabes que no les caigo muy bien.

Desde que Gabi entró en mi vida empecé a parecer más un niño normal: reía, salía, jugaba... No seguía comportándome como el perfecto heredero que solía ser, por ello mis padres no le tienen mucho afecto a Gabi.

—No te puedo asegurar si van ha estar presentes o no, pero si asisten a la cena estaremos callados, y si hacen preguntas las responderemos rápidamente, como siempre. No te preocupes.

Gabi formó una pequeña sonrisa, parecía que mi respuesta le había tranquilizado un poco.

—Está bien, gracias Riccardo.

—¡Hey, chicos! —nos llamó Arion—. Nosotros vamos a la sede del club, ¿venís? —Gabi y yo nos miramos y asentimos.

—Claro —contestamos a coro.

Una vez estuvimos en la sede del club, los miembros del Earth Eleven nos sorprendimos muchísimo. Habían pancartas felicitándonos, aperitivos, pasteles y todos los amigos que habíamos hecho desde que Arion llegó al club, también estaban los entrenadores Evans, Blaze y Sharp, junto con Nelly Evans, la señorita Hills, la tía de Arion llamada Silvia y Vladimir. ¡No sé cómo cogía tanta gente en la estancia!

—¿Y esto? —preguntó Víctor, con las manos en los bolsillos y mirando a su hermano. Era más que obvio lo bien que se llevaban los hermanos Blade.

—Pensamos que había que celebrar vuestra victoria, ¡no todos los días se aplastan a los aliens! —exclamó el entrenador Evans, con la enorme sonrisa que solía tener en el rostro-. Así que venga, a celebrarlo, aunque no tendríais que comer tanto azúcar.

—Un día es un día, Mark —protestó Axel Blaze.

La fiesta fue fantástica, no me lo pasé tan bien desde hacía mucho. Le relaté a Gabi todo lo que había vivido mientras competíamos contra los demás planetas y él me contó cómo había vivido que yo le dejase al mando del Raimon y todos los partidos que habían librado.

—Me lo he pasado muy bien siendo el capitán, pero jamás podré ser mejor que Arion o que tú. Sois demasiado buenos —rio.

—No digas tonterías, Gabi, lo que pasa es que no estás acostumbrado y ser capitán conlleva una gran responsabilidad, seguro que con el tiempo serás mejor que nosotros dos juntos.

Él sonrió levemente y seguimos hablando de cualquier cosa que se nos venía a la cabeza, como en los viejos tiempos

~*~

—Buenas, Miriam, ¿hoy vienen mis padres a cenar? —fue lo primero que dije al llegar a mi casa, (la que no añoraba para nada), Gabi se situaba detrás de mí. Ni siquiera había saludado como era debido después de todo este tiempo que había estado ausente. Después de Gabi, Miriam era la persona a la que más había añorado y no de merecía que no me dignase a saludarla.

—No señorito, no llegan hasta el domingo por la noche —por una parte me alivió, pero no quería que llegasen el domingo, porque seguro que llegaría tarde a causa del partido y no quería que me regañaran o me diesen lecciones sobre cómo tiene que comportarse un Di Riggo.

—Bien, muchas gracias Miriam y... Me alegro muchísimo de volver a verte —Miriam pareció sorprenderse, pero luego reaccionó y me miró con aire maternal.

—Yo también me alegro mucho, señorito.

Subí las escaleras sonriendo inconscientemente, Gabi seguía detrás de mí. Llevaba su bandolera con su pijama (ya que habíamos ido a su casa a por sus pertenencias antes de venir a la mía) y la ropa para el día siguiente, que era sábado.

—¿Echaste de menos tu gran habitación?

—Lo único que eché de menos que tuviese relación con mi cuarto fueron nuestras risas y mi piano.

—Hablando del piano... Ya sabes lo que quiero —dijo Gabi sentándose en el sofá de mi habitación y poniendo una pierna sobre otra.

Me senté en el banco del piano y empecé a fundir las yemas de mis dedos con las teclas, produciendo así una bonita melodía. Poco a poco me iba alejando de todo, en mi mente en aquel momento solo nos encontrábamos Gabi, la melodía y yo. El pelirrosa me miraba con una sonrisa y se le notaba en la mirada que estaba concentrado en la canción, echaba de menos esa mirada, simplemente echaba de menos todo lo que tuviese que ver con Gabriel García.

~*~

—Creo que ya es hora de dormir, Gabi.

—Jooo, quería seguir hablando contigo —se quejó haciendo un puchero.

Me reí y ladeé la cabeza, cerrando los ojos.

—Si dormimos ahora mañana te compro algodón de azúcar.

Gabi sonrió de oreja a oreja y se le iluminaron los ojos. Amaba ese dulce.

—Vale, pero me pido la parte derecha de tu cama —dijo pegándome con un cojín.

—¡Oye! —cogí otro cojín y esta vez le pegué yo, pero se vengó volviéndome a dar. Así seguimos un tiempo, hasta que Gabi a causa de un "almohadazo" cayó de la cama, cayendo al duro suelo. Yo me aproximé a él andando encima de la cama y me puse a reír.

—¡Auch! Mi trasero —protestó.

—Anda, vamos a dormir... —sugerí intentando calmar mi risa.

Intenté conciliar el sueño, sin embargo no lo lograba... Tenía sueño, pero pensamientos inundaban mi cabeza.

—Gabi, ¿estás dormido?

—No, no puedo. ¿Hacemos como cuando éramos de peques? —dijo dándose la vuelta para verme.

—Creo que ya somos algo mayores para dormir abrazados.

—Porfa... No tengo nada de sueño.

—Vale... Eres igualito a cuando teníamos 6 años.

—¡Cállate!

Me sentí extraño al abrazar a Gabi, me transmitió una paz increíble, hacía demasiado tiempo desde que no le abrazaba. Cómo adoraba a mi mejor amigo, gracias al sosiego que me proporcionaba me dormí en seguida.

Volveremos a jugar juntos al fútbol {TakuRan} [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora