—Rosie... Tan solo conversar contigo, ayudarte.
—Pues yo no quiero hablar contigo, y tampoco quiero ni necesito tu ayuda. Vete de una vez.
—No voy a irme hasta que me digas qué te pasa —me acerqué a ella y me senté a su lado, pegando mi espalda sobre la fría pared mostaza y doblando las rodillas—. Somos amigos, puedes contarme lo que sea, ¿lo sabes, verdad?
—Riccardo, déjalo... —suplicó con un hilo de voz—. No puedes ayudarme, nadie puede, porque uno no elige de quien se enamora, y aunque yo me repita hasta la saciedad esa afirmación... No puedo evitar llorar y culparte, sentir cómo mi corazón se va agrietando más y más cada vez que te veo —es ese momento, empecé a sospechar que sabía sobre mi relación con Gabriel, y me di cuenta de lo estúpido y desconsiderado que había sido por no haberme dado cuenta de los sentimientos de Rosie.
—Rosie, no entiendo por qué me dices eso —necesitaba comprobar mis especulaciones, aún sabiendo la respuesta, pues era evidente, una parte de mí se negaba a que fuesen verdaderas, odiaría el hecho de herir a una persona tan bondadosa como ella.
—¡Os vi! Vi como os besabais ayer cuando fui a visitar a Gabi —la poca entereza que portaba Rosie acabó por desmoronarse en ese momento, y sus ojos se convirtieron en la caída de una cascada de tristeza—. Y yo te amo, capitán. Te amo desde el primer día. Para mí siempre serás el capitán del Raimon, el pianista más talentoso y el mejor modelo para mis fotos. Por eso me parte el alma vivir cómo ese amor que te profeso no es correspondido.
—Rosie... Tú misma lo has dicho, no puedo escoger de quién enamorarme. Yo solo te veo como una amiga, una chica adorable, inteligente y hermosa —me incliné hacia ella y le sequé una lágrima con mi dedo pulgar —. Estoy seguro de que encontrarás a alguien que te guste mil veces más que yo, y que te tratará como la princesa que eres.
—Pues yo no lo creo así, capitán —apartó mi mano de su rostro y desvió la mirada hacia el lado contrario.
—Ya verás como sí, somos muy jóvenes, tenemos toda una vida por delante para encontrar el amor. Deja de llorar y deleitanos con tu preciosa sonrisa, ¿sí?
—¿Cómo quieres que haga eso? Aunque sonría estoy rota por dentro, y Sky y Jade me conocen muy bien, notarán que algo me hiere y volveré a derramar lágrimas —su voz cada vez iba apagándose más.
—Rosie, aunque ahora te duela, yo solo acabaré siendo un recuerdo de un amor adolescente. Encontrarás a tu otra mitad.
Rossie suspiró y se secó las huellas húmedas que sus lágrimas habían dejado.
—Era el primer día de instituto para mí, ya que cambié del anterior al Raimon. No conocía a nadie, estaba muy nerviosa por si podía hacer amigos a mitad de curso, pero cuando te vi, sonriéndome e invitándome a ir al club de fútbol contigo, esos nervios se convirtieron en mariposas —hizo una pausa y conectó sus brillantes y húmedos orbes con los míos— Nunca me había sentido así, capitán. No sabía explicar lo que me ocurría cuando estaba contigo, es como si pudiese hacer todo a tu lado... Hasta que descubrí que era amor.
Me sentí tan apenado y culpable con aquella declaración, que sentí cómo un trozo de mi corazón de resquebrajaba. Es cierto que no tenía la culpa de enamorarme de mi mejor amigo, pero no pude evitar enfadarme conmigo mismo.
—Me siento tan mal... lo siento, de veras lo siento —y como el gran llorica que soy, unas lágrimas amenazaron con salir—. Ojalá pudiera controlar mis sentimientos.
—Capitán... —Rosie se mostró indecisa. Abrió la boca y parecía estar segura de lo que iba a decir, pero en el último momento solo dijo:— es hora de ir a clase; nos vemos en el entrenamiento.
Cogió su cámara y su bandolera y se fue rápidamente de la sala de música mientras se secaba los últimos restos de su tristeza.
¡Maldición! ¿Por qué alguien tan buena como ella tiene que sufrir? ¡Y aún por encima por mí! No es justo, me odio ¡Me odio!
Cogí mi bandolera e hice lo mismo que hizo Rossie, irme a mi clase, a pesar de que no me apetecía y no estaba en las mejores condiciones, es lo que debía hacer: estudiar.
~*~
Entrenábamos en el campo del edificio fútbol, ya que fuera aún quedaban restos de nieve, y aunque siempre amé el fútbol, aquel día no podía concentrarme en él, pensamientos se centraban en Rossie. Me sentía un ser horrible por ser la causa de sus lágrimas, de su dolor.
—A ver Riccardo, no sé que te pasa, pero en entrenamiento concéntrate, por favor —la voz de Víctor me sobresaltó.
—Sí, sí. Tienes razón Víctor. Lo siento.
—Oye, ¿ya le has contado a Arion lo que averiguamos? —preguntó con los brazos cruzados.
—No, no me he acordado. Iba a hablar con él sobre el tema, pero vino Jade y me dijo que Rosie estaba mal por mi culpa y... —elevé un poco los brazos y los dejé caer de inmediato, acompañando el acto con un suspiro—. En fin, que tenía otras cosas en las que pensar.
—¿Otras cosas? —el de cabellos azules frunció el ceño—. Me estás diciendo que nuestra vida corre peligro, pero ¿tú tienes otras cosas en las que pensar?
—Lo sé, tienes toda la razón, no es excusa. Hay que contárselo después del entrenamiento, debe estar alerta.
Y aunque durante el resto del entrenamiento me quería concentrar solo en el fútbol, cada vez que miraba hacia las gerentes y la veía a ella, con una sonrisa tan falsa y apretando su cámara de fotos, no podía evitar distraerme.
~*~
—Arion, Riccardo y yo queríamos informarte sobre algo muy importante —solo quedábamos Arion, Víctor y yo en los vestuarios.
—Vale, pero tengo que llegar pronto a casa, mi tía Silvia necesita ayuda en el jardín y ya me estoy retrasando ¿me lo podéis contar de camino?
Los dos asentimos y cuando salimos del edificio fútbol Víctor comenzó a relatar lo que habíamos oído.
—Arion, ten cuidado. Ayer Riccardo y yo estábamos paseando y escuchamos al entrenador Evans y al entrenador Blaze decir que el fútbol corre peligro. Quieren destruirlo, y planean secuestrarnos a nosotros tres para este fin. Ten los ojos bien abiertos.
—¿Y cómo van a hacer eso? Nosotros amamos el fútbol, nunca podrían hacer que acabásemos con él —Arion sonrió, mostrando que estaba totalmente seguro de que sus sentimientos hacia el fútbol eran inquebrantables.
—Mediante el control mental —respondí—. Según dijeron, disponen de la última tecnología en control mental. Arion, eres demasiado confiado, no hables con nadie que no conozcas, corremos peligro.
Arion asintió, no muy convencido, y continuamos el camino hacia su casa.
~*~
—Hola Gabi, siento la tardanza, es que tenía que hablar algo importante con Arion —me disculpé mientras abría y cerraba la puerta tras de mí, pero no había mirado aún dentro de la habitación—. ¡¿Qué haces levantado?! ¡¿Y sin la ropa del hospital?! ¿Por qué llevas tu ropa normal?
—Hola, es que ya me han dado el alta. Las posibilidades de que me recupere son del 70% y si sigo con la medicación y no juego al fútbol me recuperaré. Por supuesto pienso tomarme la medicación, pero no sé si podré contenerme respecto al fútbol —sonrió un poco apenado.
—Claro que lo harás, y así cuando estés bien podrás jugar al fútbol todo lo que quieras.
Me dirigí hacia donde estaba y le abracé, hacerlo siempre me calma, y calma es lo que más necesito ahora, porque la vida de quien más amo está en peligro, y la mía también.
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Volveremos a jugar juntos al fútbol {TakuRan} [EDITANDO]
FanfictionGabi está en peligro, pero no es por alguna enfermedad extraña o por un cáncer. No, es algo peor, algo que hizo por una promesa, una promesa que hizo por amor. Hay personas que odian el fútbol, que quieren acabar con él, sobre todo una mujer que suf...