Me dolía todo el cuerpo, estaba cansadísimo y me costaba respirar. No sé de dónde saqué las fuerzas para traer a Gabi al hospital, seguramente el deseo de salvarle, la angustia y la preocupación que sentí en aquel momento me ayudaron a sacar fuerzas de flaqueza, y ahora estoy pagando las consecuencias; además el entrenador Evans hace que corramos cargando con neumáticos a menudo. No sé cómo lo hice, pero agradezco el haber podido conseguido.
—Todo va ha estar bien —susurré con ternura retirando un mechón rosado del rostro de Gabi.
Hacía dos horas que Gabi estaba fuera de peligro y una desde que estaba sentado en un taburete de vieja madera a su lado. Al final Camelia tuvo razón, y me alegro mucho de ello, sin embargo mi corazón seguía intranquilo.
—No me gusta verte así —volví a susurrar. Gabi estaba conectado a un montón de máquinas que a saber para qué servían, y tenía puesta una mascarilla para poder respirar, además su ceño estaba fruncido, y de vez en cuando agarraba con fuerza las sábanas de la camilla. Se notaba que sufría, y yo no podía hacer nada para calmar ese dolor. Me sentía sumamente impotente al no poder aportarle nada en esos momentos tan duros.
—No quiero que hagas eso.
—¡Gabi! ¡¡Has despertado!! ¡Por fin! —exclamé y de la alegría no pude evitar levantarme, tirando así el taburete y provocando el ruido sordo de la madera contra las baldosas—. Llevabas mucho tiempo inconsciente, anhelaba ver tus transparentes ojos abiertos.
—No quiero que hagas eso —volvió a repetir.
—¿El qué? ¿Preocuparme por ti? Ya sabes que eso es imposible.
—No me refiero a eso, sé que a estas alturas jamás podré impedir que lo hagas... —confesó suspirando—. Me refiero a que te guardes tus pensamientos y emociones, siempre acabas sacando conclusiones precipitadas o hiriéndote, y lo que más odio es que te autolesiones con tus cavilaciones sin sentido.
—No te preocupes, luego las compartiré contigo, como siempre, pero ahora céntrate solo en ti, en reponer fuerzas —le acaricié su cabeza sonriendo como un lelo enamorado, aunque es lo que soy.
—Te besaría ahora mismo de no ser por esta maldita mascarilla —declaró tosiendo levemente. Sus palabras y toses fueron amortiguadas por dicho objeto, pero aún así entendía lo que decía siempre que me dedicaba sus palabras.
—Ya habrá tiempo en cuanto salgamos de este hospital.
La escena feliz y relajada de dos adolescentes enamorados se vio interrumpida por las palabras de una enfermera de cabellos morados, las cuales nos sentaron a ambos como cuchillas de hielo atravesándonos, congelando nuestros sentimientos de amor y convirtiéndolos en miedo:
—Hola chicos, me temo que no traigo muy buenas noticias —dos toques en la puerta y diez palabras bastaron para sembrar el terror en mi cuerpo.
—¿Le ocurre algo a Gabi? —mis palabras salieron antes de que pudiera analizarlas.
Camelia asintió, abrió la carpeta color fucsia que tenía entre sus delicadas manos y sacó un papel.
-Esta hoja son los resultados de la evolución de Escorpión... De un 50% de posibilidades de recuperación ha bajado a un 42% —la mujer se notaba bastante afligida al tener que dar las malas noticias y empeoró cuando vio mi rostro con la boca abierta y lágrimas encharcando mis ojos. Un leve temblor de esparció por todo mi cuerpo y mi corazón empezó a latir con fuerza.
—Riccardo —Gabi me agarró de la manga de mi camisa. Su agarre no era firme como otras veces, sino débil y tembloroso. Él también tenía miedo, pero aún así me miraba con una sonrisa y ojos confiados—. No te preocupes, mejoraré —fácil de decir, imposible de garantizar. Así califiqué la oración de Gabi.
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Volveremos a jugar juntos al fútbol {TakuRan} [EDITANDO]
FanfictionGabi está en peligro, pero no es por alguna enfermedad extraña o por un cáncer. No, es algo peor, algo que hizo por una promesa, una promesa que hizo por amor. Hay personas que odian el fútbol, que quieren acabar con él, sobre todo una mujer que suf...