Abrí los ojos, un techo blanco muy borroso se dibujaba ante mí. Volví a cerrarlos, la luz me molestaba. Los abrí otra vez, y así continuamente hasta que por fin me acostumbré a la luz.
—Todo ha acabado —miré a mi izquierda, de donde procedía la voz grave tan característica del que sabía que era su propietario. Aunque él tenía un acompañante.
—Víctor, Arion... —mis ojos castaños se posaron de nuevo en el techo blanco—. Estoy en un hospital, ¿no? — pero... ¿por qué estoba allí?
Ambos asintieron a la vez, entonces recordé todo, mis ojos casi se salieron de mis órbitas.
—¿¡Y GABI!? ¡¿Cómo está?! —me senté rápidamente ante mis nervios. Ambos bajaron la mirada. Me temí lo peor —Decidme que está bien... por favor.
—Bueno, bien lo que se dice bien... No está. Está en una de las habitaciones de esta planta, pero...
—¿¡PERO!? —me estaba poniendo demasiado nervioso, el corazón se me iba a salir del pecho.
—Los médicos no nos dan muchas esperanzas... —Arion comenzó a llorar y Víctor lo quiso consolar, sin éxito. Y yo... yo simplemente estaba en shock. Ahora mismo no entendía nada... ¿cómo había llegado aquí? ¿cómo nos habíamos librado de Naira?
Yo también comencé a llorar, pero sin ninguna expresión de sufrimiento, aunque por dentro estaba destrozado, mi cuerpo estaba paralizado. Las lágrimas rodaban por mis pálidas mejillas, como una reacción de mi ser sufriente. Pero mi rostro se negaba a expresar la desazón profunda que se había instalado en mi seno.
—Tengo que verle —seguí sin expresión alguna en mi cara, lo único que mostraba un sentimiento en mi rostro eran esas lágrimas.
—No puedes —dijo el peliazul abrazando al castaño —. Los médicos han dicho que tienes que descansar, el intento de control mental te ha dejado hecho polvo. A nosotros no nos ha afectado tanto porque no pudimos resistir tanto como tú.
—Lo mío no es nada comparado con lo de Gabi —me sequé las lágrimas, pero rápidamente fueron sustituídas por otras. Me destapé y vi que me habían cambiado la ropa. Ahora tenía el pijama del hospital.
—Tú no te mueves de aquí —me miró severamente Víctor.
—Riccardo, debes descansar. Has estado dos días durmiendo. Eso demuestra tú gran cansancio. Quieto, por favor —¿dos días? ¿dos días durmiendo del tirón? Imposible. Es imposible que yo durmiese tanto. Iba a poner mi brazo derecho sobre mis ojos, pero al doblarlo un poco sentí algo en el brazo: un parche. Lo que probablemente significase que me habían estado alimentando vía intravenosa durante estos dos días.
—Chicos... Dejadme salir de esta habitación... Dejadme ver a Gabi... Por favor...
—Lo verás otro día —Víctor apartó la mirada.
—Sabes tan bien como yo que puede que no haya otro día.
Arion y Víctor intercambiaron una mirada. En ella se notaba la preocupación.
—Ve —habló Arion—. Está en la habitación 327. Pero antes deja de llorar, será mejor que él no te vea así, él necesita apoyo, un apoyo que solo tú le puedes dar.
—Sí, tienes razón —me sequé las lágrimas con la manga del pijama del hospital y esta vez no volvieron a salir— Gracias. Será mejor que por hoy os vayais a casa. Quiero estar a solas con Gabi y voy a tardar...
Ambos asintieron. Al salir de la habitación todos nos despedimos, aunque ellos al final no se fueron a casa, sino a visitar a Vladimir, al parecer ya andaba sin dificultad alguna con sus muletas. Ellos se fueron por la derecha y yo por la izquierda.
Avanzaba por los pasillos blancos. Había gente de todas las edades. Médicos corriendo con camillas en las que había pacientes, y se me paraba el corazón al pensar que Gabi podía estar en una de esas camillas para una intervención de urgencia. También personas en silla de ruedas, otras llorando, algunas rezando...
Seguí avanzando, pero decidí no prestar atención a la gente. No era bonito ver la desesperación en la mayoría de ellos, pero al no hacerlo mil preguntas se formularon en mi cabeza.
¿Por qué permití que usase Escorpión?
¿De verdad no había otra opción, una opción en la que él estuviese a salvo?
¿Qué pasó con Naira?
¿Cómo la vencieron?
¿Cómo acabé aquí?
¿Dónde está Miriam?
¿Ella habrá vuelto a casa?
Mi Gabi... ¿se salvará?
Demasiadas preguntas para las que yo no tenía una respuesta, pero las encontraría. Tenía que hablar con en entrenador Evans.
Ya había llegado a la habitación 327. Me quedé contemplando el número. No me atrevía a tocar la puerta de madera pintada de blanco. Tenía miedo. Miedo de qué me encontraría al abrir esa puerta. Respiré hondo, y con mis pulmones bañados en oxígeno toqué la puerta con mi mano temblando. Después expulsé todo el oxígeno que tenían mis pulmones.
Una chica con el cabello morado recogido en un moño abrió la puerta.
—Hola, Riccardo —me saludó Camelia— ¿quieres ver a Gabriel? —yo asentí, los nervios me estaban matando, me costaba hasta respirar—.Os dejo solos entonces, por lo que me ha contado Mark, si hay alguien que puede ayudar a este muchacho eres tú.
Camelia me hizo un gesto con la cabeza indicándome que podía pasar y yo me adentré en la habitación. Salió de la estancia cerrando la puerta tras ella.
Me acerqué a la camilla cauteloso, como si con solo mirarlo él se pudiese romper. Estaba conectado a muchísimos objetos que a saber para qué servían, como la anterior vez que estuvo en el hospital.
Gabi tenía los ojos entreabiertos y respiraba gracias a una mascarilla que le suministraba oxígeno. Me saludó con la mano y sonrió, como si me dijese "todo está bien", pero no, nada estaba bien.
—Soy estúpido —dije, rompiendo el silencio— No debí haber permitido esto, preferiría haberme quedado allí y que tú salieses ileso... —tragué saliva, se me había formado un nudo en la garganta.
—No es culpa tuya, soy muy cabezón. No te dejé opción. No había otro modo —habló con dificultad por las consecuencias de Escorpión y de la mascarilla que tenía en la boca.
Miró a la silla que tenía a su lado izquierdo, dándome a entender que me sentase. Di unos pasos y me senté en el taburete de color café. Le cogí su mano, tenía una aguja clavada en la vena, suministrándole suero.
—Gabi... Quiero que escuches hasta el final lo que te voy a decir. Tengo miedo... Tengo muchísimo miedo. Lo más probable es que no salgas de esta, lo más probable es que quieras rendirte porque tu sufrimiento se agravará muchísimo, y sé que soy egoísta por lo que te voy a pedir, pero... No te rindas, por favor... No te vayas —dos lágrimas cayeron en la pálida mano de Gabi, la que sujetaba yo —No soy nada sin ti, no podría vivir sin tí. Te lo debo TODO. Te debo tantas risas, tantas lágrimas, tantos momentos inolvidables, tantos años... Te debo el haber descubierto el fútbol que tanto amo. Te debo el haber descubierto el amor. Gabi, te amo. Gracias por todo lo que me has dado. Por favor, lucha... lucha para que tú y yo volvamos a jugar juntos al fútbol, lucha para que tú y yo nos sigamos queriendo. No te rindas nunca, Gabi. No te rindas pase lo que pase. Yo te estaré acompañando, estaré para cumplir todos tus caprichos, todo lo que quieras. Yo siempre estaré aquí para ti. Quédate conmigo. No puedo perderte. No soportaría perderte.
Siiiip, siiiiiiiiip. No, no estás alucinando, no, no es un sueño. Sí, efectivamente he actualizado un martes y no un sábado. Es que tenía inspiración y tiempo, y eso es igual a escribir sin parar.
Espero que os haya gustado mucho el cap.
La multimedia no tiene absolutamenta nada que ver... pero es que esos tres aliens están demasiado kawaiis 7u7 y tenía que ponerla XD
¿Os habéis fijado que es más largo de lo habitual? e.e (1321 palabras)
Nos vemos :)
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Volveremos a jugar juntos al fútbol {TakuRan} [EDITANDO]
FanfictionGabi está en peligro, pero no es por alguna enfermedad extraña o por un cáncer. No, es algo peor, algo que hizo por una promesa, una promesa que hizo por amor. Hay personas que odian el fútbol, que quieren acabar con él, sobre todo una mujer que suf...