Hoy me levanté con energía, sin pereza ninguna y, por primera vez desde hacía mucho tiempo, con ganas de ir al instituto ¿La razón? El asiento que estaba a mi lado ya no estaría vacío. Por fin, después de aproximadamente 15 interminables días, volverían las notitas en clase, los recreos riéndome sin parar, hablando mal de los pelmas de los profesores y quejándonos de los deberes.
Quería salir temprano, porque tenía pensado ir yo a recoger a Gabi en vez de él a mi, así que me di una ducha rápida, me vestí, y desenredé mi cabello, aunque me pelo seguía ondulado, justo como a mí me gusta.
—¡Señorito! —la voz de Miriam llegó a mis oídos, al tiempo que lo hacían dos toques a la puerta—
¡Es hora de despertarse!Abro la puerta y, para sorpresa de Miriam, ya estoy listo.
—Buenos días, Miriam —la saludo con una sonrisa—. Hoy marcharé pronto, así que no desayunaré con mis padres, prepárame el desayuno, por favor.
—Sí, señorito.
~*~
Me estaba poniendo realmente nervioso, sentía dos ojos clavados en mi nuca, y el sexto sentido que siempre me alerta del peligro no me suele fallar. Sin embargo, cuando miro hacia atrás o hacia ambos lados, no encuentro nada que me ayude a dar con la causa de tal angustioso sentimiento.
Llegué a la a casa de Gabi y pulsé el timbre, el cual resonó de forma estridente por toda la residencia (nunca me gustó ese instrumento tan ruidoso), y esperé a que alguien viniera a abrir la puerta.
—¡Qué sí, mamá! Me tomaré la medicación a las doce.
Oí la dulce voz de Gabi al otro lado de la puerta, y acto seguido la abrió, sorprendido de que fuese yo el que había tocado el timbre.
—¡Anda! ¿Y tú por aquí? No sabía que los señoritos madrugaban —bromeó cruzándose de brazos y dibujando una sonrisa burlesca.
—Vengo a recogerte, además... ¿No puedo venir a la casa de mi novio?
Echó sus brazos a mi cuello, abrazándome. Luego justó nuestras frentes y preguntó:
—Voy a por mis cosas, ¿esperas o vienes?
—Para dos minutos que vas a tardar espero aquí.
Gabi asintió y se fue corriendo a su habitación, y en menos de un minuto, ya estábamos de camino al instituto, pero yo seguía teniendo esa maldita sensación de que me observaban. Creo que esta es la primera vez que me siento intranquilo estando al lado de Gabi.
Llegamos al instituto riendo, como siempre. La gente se acercaba a Gabi para recibirle con sonrisas, halagos, y para expresarle sus buenos deseos respecto a su recuperación.
Mientras Gabi intentaba responder a todos los comentarios de sus compañeros, me llegó un mensaje de Víctor, algo inusual en él.
Hola Riccardo, Arion y yo nos sentimos vigilados, ¿tú también lo sientes? ¿Crees que serán los de la organización?
Me quedé pensando unos instantes, planificando cómo podríamos llegar a una conclusión y qué hacer para protegernos. Hoy era viernes, así que podría invitarlos a dormir y hablar sobre el tema, hay muchas cosas que quiero hablar con ellos.
Sí, yo también me siento observado, ¿podéis venir a dormir a mi casa esta noche? Así hablamos sobre el tema.
Pasaron unos segundos y me contestó:
Te lo diremos a la tarde, tenemos que preguntarle a nuestros padres. Por cierto, no digas casa, di mansión, niño rico.
Jaja, está bien.
Apagué el móvil y lo metí otra vez en mi bandolera. Los estudiantes seguían formando un remolino alrededor de mi pareja, como abejas atraídas por la dulce miel. El de cabellos rosados era una persona muy querida en el instituto Inazuma.
—Gabi, no quiero interrumpir tu conversación con nuestros compañeros, pero o nos damos prisa, o nadie llega a clase.
Las personas comprobaron la hora en sus relojes y móviles, y comenzaron a correr hacia su aula al comprobar que solo quedaban 2 minutos. Gabi también iba a empezar a correr, pero le agarré de la camiseta antes de que lo hiciera.
—¿Adónde piensas ir corriendo? Nada de ejercicio.
—Pe-pero...
—Nada de peros, iremos andando, el médico dijo que nada de actividad intensa. Además, ahora toca música y ya sabes que el profesor suele llegar unos minutos tarde.
—¿Y por qué dijiste eso entonces?
—Para que te dejasen de acosar. Aún por encima que te ayudo, se veía a leguas que te sentías un tanto incómodo.
Sonreímos y cogidos de la mano fuimos a clase, donde pasaron las siguientes horas con demasiada lentitud, pero sin hacerse pesadas gracias a la compañía de mi pareja.
~*~
—Miriam, ¿dónde estás? —llamé a la mucama una vez llegué a mi casa. Arion y Víctor me habían confirmado que sus padres le daban permiso para pasar la noche en mi casa.
—Buenas señorito, ¿desea algo? —Miriam apareció en la entrada unos pocos segundos después de que yo la llamase.
—Buenas. Sí, necesito que alguien suba otros dos colchones a mi habitación, van a venir a dormir unos amigos míos.
—En seguida alguien los subirá, señorito —la joven desapareció en el pasillo tan rápido como apareció, y yo subí a mi habitación.
Me apetecía tocar un poco el piano, perderme durante unos instantes en las partituras y tan solo disfrutar de una dulce melodía. Sin embargo, mis planes se vieron interrumpidos cuando llegó un mensaje de Gabi a mi móvil.
Riccardo~, ¿mañana me ayudas con los deberes? :)
Sabes que no tengo ningún inconveniente en ayudarte, pero deberías intentar hacerlo tú solo, ¿qué harás luego en los exámenes si siempre te tengo que ayudar yo?
Pero estuve mucho tiempo en el hospital y no entiendo lo que hay que hacer, que yo no lo di :'(
Está bien, mañana nos vemos en mi casita a las 16:30
Gracias <3. Chao Riccardo, que duermas bien ;).
Igualmente ;).
Y ahora, sí pude comenzar a tocar y a fundirme con la melodía, cosa que duró poco, porque Arion y Víctor llegaron pronto.
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Volveremos a jugar juntos al fútbol {TakuRan} [EDITANDO]
FanfictionGabi está en peligro, pero no es por alguna enfermedad extraña o por un cáncer. No, es algo peor, algo que hizo por una promesa, una promesa que hizo por amor. Hay personas que odian el fútbol, que quieren acabar con él, sobre todo una mujer que suf...