Odio los lunes, me deprimen, no soporto que el fin de semana acabe y luego venga el horroroso lunes. La única razón que me da fuerzas para levantarme de mi cómoda cama este día es por el entrenamiento y porque si no viene Gabi y me da un almohadazo.
A duras penas conseguí quitarme las sábanas de encima e ir al baño para echarme agua fría y espabilarme. Cuando lo hube hecho me puse el uniforme del Raimon, agarré mi bandolera, la cual estaba encima de mi escritorio, y bajé a desayunar.
—Buenos días, señorito Riccardo, ¿ha dormido bien? —preguntó la pelinegra como cada mañana.
—Estupendamente, Miriam.
Entré al comedor, donde un gran desayuno adornaba la mesa. Mi padre leía el periódico y mi madre una revista.
—Buenos días —saludaron, levantando la mirada de los.objetos de su lectura.
—Buenos días, padre; buenos días madre.
Cogí mi tostada de mantequilla y mermelada y comencé a comerla.
El desayuno transcurrió tranquilo, mis padres no me hicieron preguntas, como solían hacer, simplemente hablaban conmigo de cosas sin importancia, como los padres normales. Por primera vez en mucho tiempo, me sentí un niño normal.
—Disculpen los señores, pero el señorito Gabriel ha venido a por usted —Miriam me miró y yo asentí.
—Hasta luego —me despedí haciendo un ademán con una mano mientras que con la otra cogía mi bandolera por su asa.
—Que te vaya bien, hijo.
Salí del enorme comedor y di al pasillo, donde me puse los zapatos en la entrada y luego me encontré con Gabi, acompañado por una de las sirvientas en la puerta.
—¡Hey!
—Hola, Gabi.
Mi mirada se posó en cielo. El azul intenso era manchado por las blancas nubes, parecían esponjas blancas, una combinación digna de admirar. Bajé mi vista y observé los ojos de Gabi, que también estaba mirando el cielo. Me quedé maravillado al ver cómo sus propios ojos parecían el azul y las nubes pasaban a través de ellos. Los propios ojos de Gabi eran el cielo... Cielo contra cielo.
—Gabi —susurré sin darme cuenta, ensimismado.
—Dime —por desgracia sus ojos ahora de dirigieron hacia mí. Fue entonces cuando me di cuenta de que lo había llamado sin razón.
—¿Dónde te ves dentro de 10 años? —fie lo único que se me vino a la mente.
Gabi me miró extraño, pero luego relajó sus facciones y sonrió levemente.
—Otra vez con la cabeza en tu mundo ¿eh? Pues... no lo sé... querría ser un defensa de un equipo profesional ¿y tú?
—Solo espero no estar trabajando en la empresa de mis padres, quiero seguir jugando al fútbol cuando sea mayor de edad o ser un gran pianista.
~*~
Un papelillo colisionó contra mi cabello y lo cogí, lo desplegué y en seguida reconocí la letra. La nota había conseguido que desviase mi atención de la clase.
Riccardo, me aburro, no entiendo muchas cosas, y mates es una de esas cosas.
~Gabi.
Rodé los ojos, este pelirrosa era incorregible. Le miré de reojo y pude observar como contemplaba sin ganas el encerado, lleno de anotaciones, con un bolígrafo en su boca.
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Volveremos a jugar juntos al fútbol {TakuRan} [EDITANDO]
FanfictionGabi está en peligro, pero no es por alguna enfermedad extraña o por un cáncer. No, es algo peor, algo que hizo por una promesa, una promesa que hizo por amor. Hay personas que odian el fútbol, que quieren acabar con él, sobre todo una mujer que suf...