¿Qué? No... no, no, no, no... Gabi no es consciente de lo que acaba de decir, de la monumental locura que había salido de sus labios.
Me desprendí de él y me apoyé en la fría pared metálica, llevando a mi frente mi mano derecha e intentando no perder la calma y gritarle que no permitiría que hiciese esa súper técnica. Solo me contuve porque de lo contrario nos descubrirían, si no fuese por eso no dudaría en cantarle las cuarenta.
—¿Estás loco? Ni hablar, no lo soportarás una segunda vez —susurré.
—Sí lo soportaré, ya estoy recuperado, además no es lo mismo usarlo con todo un equipo y paralizar al otro que usarlo con una persona y paralizar a dos— dejé caer mi mano derecha.
—No quiero que tientes a la suerte. Es muy peligroso.
—Riccardo, confía en mí —no... no me digas eso, yo confío en tí, pero esto no es cuestión de confianza, es cuestión de poder o no poder. Me miraba con ojillos suplicantes, brillantes cual luna llena. Rogándome por todos los dioses que le permitiese hacer aquella majadería—. El plan es muy sencillo: uso Escorpión y los paralizo, nosotros imaginamos que estamos en un partido y corremos a toda velocidad a la portería, que en este caso es la salida, ¿vale?
—No, no vale. No quiero que uses Escorpión, acabará contigo, y yo no estoy dispuesto a perderte... No puedo perderte, Gabi. Lo eres todo, todo, para mí.
Gabi apretó los puños y frunció el ceño, mirando las baldosas grises del suelo que yo ya me había cansado de observar.
—Tenemos dos opciones: o uso Escorpión y corres sin rechistar o uso Escorpión y te arrastro hasta la salida.
Eché la cabeza un poco para atrás. Siempre fue tan cabezón... No tenía opción, iba a usarlo de todas maneras. Insistiese lo que Insistiese, su determinación era férrea. ¿Qué haría mi pobre espíritu, frágil, contra su fuerte resolución?
—Riccardo, sabes que no voy a ceder, por favor, deja de pensarlo. Deja que haga esto por tí. Deja que te saque de aquí.
Sin estar muy convencido, asentí. Me iba a arrepentir, me iba a arrepentir toda mi puñeteras vida. Lo sabía. Lo sentía. Sin embargo, no había opción. Si no lo permitía, probablemente él acabaría muerto en manos de Naira.
—Bien.
Gabi invocó a su espíritu guerrero, estaba más transparente de lo que debía. Sin sus colores brillantes. Sin su luz. Escorpión lo había consumido.
Gritó con todas su fuerzas "Escorpión" y sentí como mi cuerpo recobraba toda la fuerza que había perdido. Comenzamos a correr con todas nuestras fuerzas y atravesamos a los guardias, paralizados por la súper técnica, en un abrir y cerrar de ojos.
Izquierda, derecha, izquierda, izquierda... Gabi se había memorizado muy bien el mapa, no dudaba en que camino escoger. Derecha, derecha, izquierda...
—Ya vamos a llegar —dijo Gabi notablemente cansado. Yo solo asentí, el miedo a que se cayese en cualquier momento me impedía articular palabra.
Gabi tenía razón, pronto encontramos la salida, por fin saldría que este infierno. Ya no habría más frías y metálicas paredes, baldosas grises, entrenamientos que te dejan destrozado, control mental, que lo único que hace es cansarnos porque nunca fue capaz de controlarnos. Pero todos esos pensamientos fueron machacados cuando vimos a Naira con unos 10 guardias aproximadamente.
Los dos nos detuvimos en seco, no podríamos artravesarlos aún teniendo Escorpión. Eramos dos adelescentes de 15 años contra diez guardias y su jefa.
—¿Ya os vais? ¡Qué aburrido! Pero si Gabriel acaba de llegar —Naira hizo un puchero. Mi novio apretó los dientes y la miró desafiante —¿Sabéis? He encontrado un topo... ¿y sabéis que hacemos aquí con los topos? ¡Los destruímos! —sonrió ampliamente y nos miró con los ojos muy abiertos. Naira tenía una personalidad extraña, cambiaba de una personalidad a otra en un abrir y cerrar de ojos... A veces me recordaba a Beta.
Un guardia empujó a alguien hacia delante, al parecer antes estaba tras ellos
—Miriam...
—Pensaba que eras malavada de verdad, Miriam, que querías vengarte —Naira la miró con desaprobación mientras hacía un puchero.
—Pues te equivocabas mucho, yo jamás traicionaría a los Di Riggo. Es más, ¡quiero al señorito Riccardo como si fuese mi hijo! No voy a permitir que le hagas daño. Ni a él, ni al fútbol que ama, o a la persona a la que ama —miró sonriente a Gabi en su última oración, y él se ruborizó.
Abrí los ojos muchísimo cuando Miriam dijo eso, al mismo tiempo sentía como estaba un poco más débil. Escorpión no duraría mucho más.
—Que bonito, pero eso a mi me da lo mismo —se miró las uñas de la mano derecha y su otra mano la posó en su cadera —. Yo lo único que quiero es acabar con el fútbol, y será lo mejor para todos.
Las piernas comenzaban a temblarme, mi cabeza me iba a estallar otra vez. Gabi me miró preocupado. La vista se me volvió borrosa. Naira había abusado demasiado de mí, el control mental me había dejado echo polvo, y ni siquiera funcionó.
Mis piernas fallaron, pero nunca llegué a tocar esas baldosas grises que ya odiaba. Gabi me atrapó entre sus brazos, impidiendo que cayese al suelo.
El efecto de Escorpión ya se había agotado, pero ¿había merecido la pena? Las cosas no pintaban bien para nosotros.
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Que sepsis nuestros chicos en multimedia 7u7
Bueno, espero que les haya gustado el cap. ¡Hasta la próxima!
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Volveremos a jugar juntos al fútbol {TakuRan} [EDITANDO]
FanfictionGabi está en peligro, pero no es por alguna enfermedad extraña o por un cáncer. No, es algo peor, algo que hizo por una promesa, una promesa que hizo por amor. Hay personas que odian el fútbol, que quieren acabar con él, sobre todo una mujer que suf...