Los rayos de amanecer se colaban por las rendijas de la persiana. Abrí los ojos lentamnente, pero los volví a cerrar, la luz me molestaba. Los froté un poco y volví a abrirlos pero los volví a cerrar. Así hasta que me acostumbré a la luz.
Como cada mañana, me despertaba solo, aunque estaba acompañado cuando me metía en nuestra cama. Gabi había sacado a pasear a Erec, nuestro pastor belga. Que él se levantase antes que yo era algo impensable cuando teníamos unos 15 años, sin embargo, en este último tiempo, casi siempre se despertaba antes que yo.
Subí la persiana, tapando un bostezo con mi mano derecha. Me vestí un pantalón vaquero con una camisa gris y bajé las escaleras, descalzo.
Mientras preparaba mi café oí la puerta principal abrirse. Erec vino corriendo a la cocina y saltó sobre mí, intentando lamerme la cara, lo que casi provoca que el café acabase en el suelo. Faltó muy poco.
-¡Hola!- Gabi me saludó dándome un beso en la mejilla- ¿Aún vas a desayunar ahora?
-Sabes que el concierto de piano de ayer y el partido de fútbol me dejaron agotado...
-Yo también jugué mas me levanté a las ocho.
-Hace algunos años no era así- le di un sorbo a mi café- Hacía falta una trompeta para despertarte...
-Bueeeeno, tampoco te pases. Me voy a dar una ducha, que hoy Erec tenía muchas ganas de correr, y no querrás que tu esposo huela a sudor, ¿verdad?- me guiñó el ojo derecho y subió corriendo por las escaleras. Energía nunca le falta.
Esposo...
Al final Aitor tenía razón. Las campanadas de boda sí sonaron... Nos casamos a los 20, ahora tenemos 22, y nos mudamos a esta casa. Es bastante grande, no tanto como en la que vivía cuando estaba con mis padres, pero más grande que una casa normal. A Gabi y a mi no nos gustaba la idea de una casa tan grande, pero mis padres insistieron con que era su regalo de boda, así que terminamos acenptando, además ambos queríamos un perro y un pastor belga necesita espacio.
Como toda pareja hubo momentos difíciles... muy difíciles, pero superamos todos los obstáculos, yo creo que es porque el amor verdadero no puede romperse...
La gente se sorprende de que nos conociésemos cuando éramos niños y de que nos enamorásemos al ser adolescentes. También de todo lo que hemos vivido... no les culpo. No es usual descubrir a tu media naranja tan pronto, y menos aún pasar por todas esas aventuras.
Seguí tomando mi café, con los ojos fijos en las baldosas, muy abiertos y pensando en multitud de cosas. Me suelo quedar así cuando me concentro demasiado en mis pensamientos, sin embargo, una palmada frente a mis ojos me sacó de mi trance.
-¡Tierra llamando a Riccardo! ¿Otra vez sumido en tus pensamientos? Tienes esa costumbre desde hace tantos años...
-¿Tú no te habías ido a duchar?
-Y fui... hace 15 minutos... si es que cuando te pones a pensar no te enteras de nada- puso su mano izquiera en su frente, la derecha en su cadera y puso una expresión de fastidio.
Observé a Gabi. No había cambiado mucho, su pelo un poquito más corto y seguía recogido en dos coletas, sus ojos ahora tenían un brillo que reflejaba madurez y era más alto.
Y yo... yo era exáctamente igual, solo que el pelo un poco más largo y era más alto.
-¿A veces no quieres volver al pasado?
-¿A qué viene esa pregunta ahora?
-No sé... es que últimamente pienso mucho en los días en los que estábamos en el Raimon.
-Claro que echo de menos esos días, pero lo que más quería en aquellos tiempos lo sigo teniendo- ahora ambos brazos estaban en sus caderas y se formó una sonrisa.
-¿A sí? ¿Y qué es?- dejé la taza de café en la mesa, ya que lo había terminado.
-¡Tú, tonto!- me abrazó por la espalda dándome un pequeño coscorrón.
-En ese caso... yo también lo sigo teniendo... ¿lo tendré para siempre?
-Por supuesto que sí, sería idiota si te dejase escapar.
-¿Entonces vas a dejar que me vaya?- sí, lo había acusado de idiota. Es que era muy tentador...
-¡Riccardo!- cogió un cojín de una de las sillas que rodeaban la mesa de la cocina me empezó a golpearme con él mientras yo me protegía con mi brazo derecho y reía. Él estaba muy colorado.
Puede que los años hubiesen pasado, puede que nuestro aspecto fuese algo diferente, puede que el lugar donde nos veíamos no fuese el mismo, pero nuestra manera de querernos era igual, ambos seguíamos siendo como críos y chinchándonos como tal. Eso no cambiaría nunca.
~FIN~
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Volveremos a jugar juntos al fútbol {TakuRan} [EDITANDO]
FanfictionGabi está en peligro, pero no es por alguna enfermedad extraña o por un cáncer. No, es algo peor, algo que hizo por una promesa, una promesa que hizo por amor. Hay personas que odian el fútbol, que quieren acabar con él, sobre todo una mujer que suf...