Pasaron los días y todos íbamos a la misma hora a visitar a Gabi, como le habíamos prometido. Sin embargo, él seguía evitándome, lo que me pareció muy infantil por su parte. Cansado de esta situación, decidí ir a verle yo solo antes de que fuesen los demás, cosa fácil ya que hoy era viernes por la tarde.
Cuando iba a irme de casa, de hecho solo me quedaba ponerme los zapatos, Miriam me llamó.
—Dime Miriam, pero que sea rápido, tengo un asunto muy importante que atender.
—Es que sus padres están al teléfono y desean saludarle. Lamento la interrupción.
¿Saludarme? Esto era extraño, desde que volvieron se comportan demasiado bien conmigo, y no es normal en ellos, como tampoco lo es que me llamen en sus viajes de empresa.
—Buenas tardes —saludé por el aparato.
—Hola, hijo —por la voz grave que se escuchaba al otro lado del teléfono supuse que era mi padre— ¿Qué tal todo por ahí? ¿Muchos exámenes? Espero que te vaya bien en todo, Riccardo.
-—Todo va bien, y sí, muchos exámenes, pero es normal en estas fechas —dije encogiéndome de hombros.
—Seguro que te saldrán genial, siempre sacas unas notas excelentes, te esfuerzas mucho... Me recuerdas a mí cuando tenía tu edad —escuché como reía levemente. De verdad, esto era demasiado extraño—. ¿Cómo está tu amigo Gabriel? Tengo entendido que hoy por la noche le darán el alta.
—¿Cómo sabes que está en el hospital? —pregunté incrédulo, aunque no sé que era más raro, que mi padre supiese que estaba ingresado o que se preocupase por Gabi.
—Tengo contactos, Riccardo, y entre ellos hay médicos de ese hospital. Me contaron que está bien de salud, pero ¿y de ánimo?
Viva el secreto profesional. Espero que no le hayan dado mucha más información, de lo contrario, habrían cometido una falta grave.
—Pues como siempre, sonriendo y compartiendo su carisma con todos. Ahora mismo iba a verle.
—Pues no te entretengo más, tu madre y yo te mandamos saludos.
Por el fondo, se escuchó la ayuda voz de mi madre diciendo: ¡te queremos!
—Igualmente.
Tras esto colgamos y me fui al hospital. Aún no había atardecido, el.cielo seguía siendo de un intenso azul, y las nubes cruzaban por él ayudadas por la suave brisa. Al llegar a ese gran edificio blanco que poseía un olor nauseabundo a químico, me dirigí a la habitación de Gabi sin vacilar.
—Hola, Gabi —lo saludé y cerré la puerta tras pasar.
—Ah, hola.
—¿Sigues enfadado conmigo por lo del otro día?— sí, fui directo al grano.
—¿Qué te hace pensar eso? —se puso ha acariciar una de sus coletas.
—Que me has estado evitando toda la semana, quizás... —rodé los ojos—. Perdóname, por favor, pero entiéndeme... Es normal que me preocupe por ti, eres mi mejor amigo.
—Mira Riccardo, entiendo tus motivos, pero de verdad que no me pasa nada, y si me pasa no sé qué es, por eso estoy en este hospital. Tienes que creerme...
¿Creerle? ¿Debía hacerlo? Cuando lo hice acabó en el hospital, además ese sueño, ese maldito sueño, o más bien pesadilla... No solo era el "te quiero", también esa angustia que sentía, que se alejase, que me pidiese ayuda...
—Riccardo, por favor, créeme. De verdad que no te estoy mintiendo, no sé qué me está pasando.
—Está bien, está bien, te creo —hice una pausa—. Pero cualquier cosa que sepas de esto, dímelo. Eres demasiado importante para mí.
—Claro, y sabes que tú también lo eres para mí.
Me acerqué a él y me senté en la orilla de su cama, contemplando los ojos que tanto había extrañado.
—¿Sabes? Hoy me ha pasado algo muy raro, mis padres han llamado a casa para hablar conmigo.
—¿En serio? Pues sí que es extraño. ¿Qué te preguntaron?
Seguimos hablando un poco más hasta que llegaron los demás, no se sorprendieron al ver que estaba allí. Saben que Gabi es indispensable en mi vida. Hablamos de trivialidades hasta que llegó la hora de irse, cuando los últimos rayos del sol calentaban Inazuma, aunque yo me quedé porque quería acompañar a Gabi a su casa, ya que como dijo mi padre, por fin le daban el alta esta noche.
—Gracias por todo, Camelia —le dijo a la enfermera de cabellos violetas que había cuidado de él estos últimos días. Ambos con una sonrisa en la cara, se despidieron.
—De nada Gabi, ya sabes qué tienes que hacer para recuperarte absolutamente.
—¡Sí!
El tiempo aquella noche era agradable, las nubes que visualicé por la tarde se desvanecieron completamente, solo las estrellas y la luna adornando el oscuro cielo nocturno.
—Oye Gabi, ¿vienes a dormir a mi casa hoy?
—Me encantaría, pero no puede ser, llevo bastantes días en el hospital y mis padres esperan que hoy vaya a casa a dormir. De hecho, ya querían venir a buscarme, pero les insistí en que no hacía falta.
—No pasa nada, ¿y mañana? Sería a la misma hora de siempre.
—Claro, le pediré permiso a mis padres. Bueno, ya hemos llegado... —dijo deteniéndose frente al portal de su casa, ni muy grande, ni muy pequeña— Nos vemos mañana, Riccardo —me dio un rápido abrazo y luego salió corriendo. Un calor me recorrió de arriba a abajo, acompañado por los latidos de mi corazón, que había empezado a desbocarse.
—Chao —observé como entraba sonriendo en su casa. Sonreí inconscientemente, me encanta verlo feliz.
~*~
Vuelve a ser sábado, vuelven mis padres, vuelve Gabi a dormir en mi casa... Me siento bien, feliz, tranquilo, y eso que está lloviendo a cántaros, a pesar de que el cielo estaba totalmente despejado por la noche ¿Por qué ese sosiego? Hoy por primera vez en toda la semana no tuve esa pesadilla, es más, ni me acuerdo de lo que soñé.
Siento como las yemas de mis dedos acarician las teclas del gran piano de cola. Toco la canción favorita de Gabi, celebrando que desde la noche pasada ya sonríe fuera del hospital.
¿Qué podríamos hacer esta noche? Quizás podríamos vez una peli... ¡Sí! Y comeríamos palomitas y frutos secos, y por supuesto sus dulces favoritos, chocolate, algodón de azúcar y nubes. La veríamos en mi habitación, ya que no quiero molestar a mis padres después de cenar viéndola en el salón, creo que no habrá problema, han cambiado y para bien, eso me llena de una enorme alegría.
Llenaré mi habitación de almohadas y mantas, será genial. Todo por mi Gabi.
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Volveremos a jugar juntos al fútbol {TakuRan} [EDITANDO]
FanfictionGabi está en peligro, pero no es por alguna enfermedad extraña o por un cáncer. No, es algo peor, algo que hizo por una promesa, una promesa que hizo por amor. Hay personas que odian el fútbol, que quieren acabar con él, sobre todo una mujer que suf...