Miraba el cielo azul desde la ventana de mi habitación, sin ninguna expresión en el rostro. Los pétalos de los cerezos seguían con su característica danza. Algunos lograban colarse dentro de mi habitación y se posaban suavemente en las baldosas de la estancia. Sentía como si se burlasen de mí, como si dijesen:
Míranos. Parecemos tranquilos, ¿a que sí? Parecemos felices dejándonos llevar por el viento, imperturbables.
Yo también querría estar como los pétalos en aquel momento. Tranquilo, feliz, imperturbable... pero ¿cómo estarlo? Lo único que sabía del de penetrante mirada azul era que había sobrevivido a la operación, pero lo peor vendrá ahora... que haya salido vivo de la intervención no significa que esté a salvo.
Al él estar en cuidados intensivos no me dejaban verle... me privan de mi tranquilidad, de saber como está llevando esta situación, de abrazarle y darle fuerzas. Le prometí que iba a su lado, que cumpliría cada uno de sus caprichos, pero esos necios no me dejan cumplir esa promesa. No quiero esperar, no puedo darme el lujo de que el tiempo se escape entre mis dedos, porque puede que ese tiempo esté contado para Gabi...
Pero yo sigo aquí, mirando los pétalos de cerezo colarse por mi ventana y posarse en el suelo.
Dos tímidos golpes en la puerta resonaron en mi habitación. Pero no les hice caso, no tenía fuerzas para moverme de frente de mi ventana. Quería estar solo con mis pensamientos.
Sin embargo, en contra de mi voluntad, volvieron a sonar dos golpes, aunque esta vez algo más fuertes y acompañados por palabras.
-Siento si interrumpo señorito, pero sus padres están preocupados y... yo también. No ha salido de su habitación en casi dos días... tiene que comer algo- tanto tiempo había pasado, ¿eh? Yo ni siquiera me había cambiado de ropa desde que llegué a casa después de recibir la noticia de Camelia.
Mi mirada se desvió hacia la puerta. La observé unos segundos y decidí que lo mejor sería abrirla.
-No tengo ganas de comer, Miriam y, lo siento, sé que te preocupas por mí y te estoy agradecido por las palabras que me diste anteayer... pero no me entra nada. La preocupación me impide tragar otra cosa que no sea agua.
-Lo comprendo... aunque es malo para su salud no puedo obligarle. Le diré a sus padres que no tiene ganas de salir de su habitación, sin embargo creo que estarán en desacuerdo con su voluntad.
-Mis padres habrán cambiado, pero si de verdad estuviesen preocupados por mí habrían venido ellos personalmente.
Desanimado, me despedí de Miriam y volví a mi ventana... para seguir viendo como los pétalos se burlaban de mí.
~*~
-Está bien- incliné levemente mi cabeza y me senté a la mesa.
Hoy era lunes, supuestamente tendría que ir al Raimon, pero mis padres me dieron permiso para quedarme en casa con la condición de que tomase todo el desayuno y luego me fuese a dormir.
Fue el desayuno más abundante de toda mi vida y no tenía ninguna gana de tomarlo pero, la verdad, tenía menos ganas de ir al instituto y que mis compañeros me compadeciesen, de que me dijesen 'todo está bien', cuando en realidad no era verdad.
Al acabar de desayunar subí los 57 escalones que daban al segundo piso. Sí, sabía cuantos escalones había, los había contado numerosas veces cuando era un niño a causa del aburrimiento y nunca se me borró esa cifra de mi mente.
Pero a pesar de mis intentos no fui capaz de pegar ojo. Cada vez que mis párpados se cerraban me venían a la mente imágenes de como podría estar Gabi ahora mismo, en esas imágenes se retorcía de dolor.
¿Cómo puedes intentar dormir tan placidamente cuando quien más amas está en así?
Esas palabras acompañaban a mis horribles imágenes, pero tenían razón... ¿cómo podía intentar dormir cuando el estado del Gabi podría ser fatal?
~*~
-Señorito, tiene visita.- Miriam habrío la puerta sin dar dos toques. Supuso que esta vez no iba a decir nada. Supuso bien- El señorito Arion quiere verle.
-Que pase- hablé muy bajo.
-Hola...- el castaño entró, Miriam cerró la puerta y nos dejó solos.
-Hola ¿qué tal hoy en clases?
-Bien...- di dos golpecitos para que se tumbase en la cama conmigo y se tumbó a mi lado- Duele, ¿eh?
Me quedé asombrado ante esas palabras. Tanto que de estar tumbado pasé a estar sentado. No me esperaba eso de Arion. En su cara se dibujaba una sonrisa triste y ojos melancólicos.
-No voy a decirte que todo estará bien, que no llores, porque ambos sabemos perfectamente que son palabras vacías, que es más probable que esto termine mal...
-Arion...- nunca imaginé que el castaño me iba a decir algo como aquello. Parecía que había madurado un poco.
-Sé que te sientes impotente por no poder hacer nada, intranquilo porque no te dejan verlo, quieres ayudarle, pero no sabes como... lo único que puedes hacer es esperar... esperar a que se acabe todo esto. Riccardo, lo que te voy a decir va a doler, pero tú sabes que es cierto. Puede que que no lo veas más... que lo único que te vaya a quedar de él sean los recuerdos. Si eso pasa, yo estaré contigo, porque yo sé lo duro que es pasar por eso solo. Tendrás a alguien que te comprende a tu lado.
Mi mirada incrédula pasó a ser una agradecida. Abracé al castaño y le susurré: gracias.
Últimamente se me da por poner finales dramáticos en los caps...
¿Qué le habrá pasado a Arion para decir todo eso? Yo lo sé, pero me lo reservo para mi siguiente fic 7u7
La imagen de multimedia es mi nuevo perfil, ¿les gusta?
Bueno, me despido repartiendo botes de nutella a todos mis lectores (?
Hasta pronto!
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Volveremos a jugar juntos al fútbol {TakuRan} [EDITANDO]
FanfictionGabi está en peligro, pero no es por alguna enfermedad extraña o por un cáncer. No, es algo peor, algo que hizo por una promesa, una promesa que hizo por amor. Hay personas que odian el fútbol, que quieren acabar con él, sobre todo una mujer que suf...