Capítulo 7

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—¿¡De verdad!? ¡Es genial! —a Gabi casi le salían chispas por los ojos de la emoción.

—Gabi, no grites, y menos en mi oído.

—¿Qué pasa? —preguntó Arion, curioso, al tiempo que se acercaba a ambos.

—¡Van a adoptar a Aitor! —respondió Gabi con suma alegría.

—¡Vaya! Me alegro por tí, Aitor, ¿Y quién te adoptará? —ahora el curioso era yo. Me situé al lado de Arion y puse mis brazos en jarra con una pequeña sonrisa, esperando una respuesta del peliazul.

—Xavier y su... bueno, supongo que será su pareja, aunque es un poco extraño.

—¿Eh? Explícate Aitor —la voz chillona del pequeño Jp llegó hasta nuestros oídos.

—Bueno, es que es un hombre, se llama Jordan, pero supongo que para gustos los colores... —se encogió de hombros cerrando los ojos, actuando de forma indiferente.

—Un consejo, Aitor: nunca te comas el helado de Jordan, lo aprendí por las malas... —el entrenador Evans había entrado en los vestuarios, riendo—. Me habían dicho que querían tener un hijo, pero claro, no pueden, así que iban a adoptarlo, ya veo que te han elegido a ti. Que seas muy feliz en tu nuevo hogar —el entrenador dibujó en su rostro su tan característica sonrisa.

—Gracias, entrenador Evans. Mañana no podré venir por ese motivo, tengo que instalarme en mi nueva habitación.

—No pasa nada, ¡ahora ha entrenar!

—¡Sí! —gritamos todos a coro excepto Víctor, que solo cerró los ojos y sonrió con suficiencia.

Yo entrenaba con Víctor y Arion, intentando marcarle gol a Jp, cuando una fuerte tos nos sobresaltó a todos. Al girarnos descubrimos que era Gabi, todos corrimos hacia él. La tos cada vez era más fuerte, cada vez peor... Me estaba poniendo muy nervioso; se llevó las manos al cuello y se puso de rodillas ¿y si se ahogaba? La tos provocaba que no le diese tiempo a volver a coger aire, sus pulmones se quedaban sin oxígeno. Comenzó a obtener un color morado en el rostro. No sabía qué hacer, me quedé inmóvil observándole, paralizado, incapaz de mover un solo músculo por el miedo. Gabi cayó al suelo, me dió un vuelvo al corazón. Llegó corriendo el entrenador Evans y lo cogió en brazos, quería llevarlo corriendo al hospital. Yo lo seguí, el entrenador no dijo nada, porque sabía que dijese lo que dijese iba a ir igual. En sus brazos, el pelirrosa perdió el conocimiento.

Al entrar en el hospital un olor enfermizo llegó a mis fosas nasales​: olía a químicos. Seguramente se debía a la gran cantidad de productos que les hacían tomar a sus pacientes. Se escuchaban pasos rápidos y agitados, ruedas de camillas chirriando al deslizarse por las baldosas, también las toses y estornudos de los enfermos. Además de algún que otro grito y llanto... Ante mis ojos multitud de personas con batas blancas o vestidos de igual color, pasaban casi corriendo. En la mano tenían varios papeles, los cuales se removían por el paso acelerado de sus propietarios. Los que no eran parte del personal médico, estaban en la sala de espera, a nuestra izquierda, y muchos lucían realmente mal. También contemplé como alguno tenía los ojos acuosos, cristalizados por las lágrimas.

Por esto odiaba los hospitales, sentía como me rodeaba la muerte y la enfermedad, como si me susurrase. Un escalofrío recorrió mi espalda. Observé a Gabi, el cual esa enfermedad no solo le susurraba, sino que le abrazaba, y notaba como disfrutaba contemplando mi preocupación.

Los médicos en seguida vinieron corriendo y lo atendieron de urgencia. Observamos como se lo llevaban en una camilla y se adentraban en los pasillos largos y blancos del hospital. Mientras el entrenador y yo estábamos sentados en la sala de espera, me puse a pensar en lo que le podía haber ocurrido a mí  y amigo, y llegué a la conclusión de que Sky y él me habían mentido, no debí haberles hecho caso, tuve que haber insistido. Miré al entrenador, quién tenía los ojos clavados en la puerta y los brazos cruzados.

Volveremos a jugar juntos al fútbol {TakuRan} [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora