Capítulo 12

1.5K 111 39
                                    

»Era una noche estrellada, no había ni una sola nube en el cielo, así que tu madre y yo decidimos pasear por la ciudad por la noche. Pasamos cerca del cementerio de la ciudad. Soy consciente de que es raro pasear cerca de un cementerio por la noche, pero como estaba en un acantilado las vistas al mar era preciosas y el cementerio estaba muy bien cuidado, con luces y flores para los fallecidos por todas partes.

»Escuchamos unos fuertes llantos que provenían del cementerio, así que entramos a ver qué ocurría y nos encontramos con una mujer que lloraba desconsoladamente y de rodillas ante una lápida, además un hombre la acompañaba en su sufrimiento.

»Preocupados, nos acercamos a ellos, aunque ya suponíamos qué les ocurría. Le dimos nuestro pésame a las dos personas y tu madre les ofreció unos pañuelos, los cuales aceptaron.

»Averiguamos que quién estaba bajo la fría tierra era su hijo menor, que desafortunadamente había fallecido en un accidente automovilístico. Nos contaron que nunca se habían llevado bien, ellos estaban demasiado ocupados con su trabajo y nunca tenían tiempo para sus descendientes. Cuando se dieron cuenta de que él y su hermano eran su mundo, de que eran lo realmente importante, ya era demasiado tarde, quizás no para el mayor, pero si para el pequeño... Nunca podrían disculparse, ni pasar más momentos juntos, ni decirle cuánto lo querían... Se veían muy arrepentidos, y eso nos hizo pensar, "¿cómo nos sentiríamos nosotros si perdiésemos a Riccardo?". Por eso no queremos cometer su mismo error... Porque sabemos que nos arrepentiríamos toda nuestra vida...

»Riccardo, te queremos, eres lo más importante para nosotros y deseamos de todo corazón que seas feliz, queremos ser una familia unida en la que nos apoyemos los unos en los otros.

—Pa-padre... No sé que decir...

—No hace falta que digas nada, hijo. Cena, por favor.

Asentí. Me sentía realmente fatal por las dos personas del relato, perder a la sangre de tu sangre debe ser lo más doloroso del mundo, y lo que te hace sentir más vacío también, como si tuvieses un agujero negro en vez de corazón. Me alegraba el hecho de que mis padres hubiesen rectificado su comportamiento, pero me gustaría que lo hubiesen hecho sin necesidad de tan nefasto accidente.

~*~

Siempre que no podía dormir hacía lo mismo: mirar la bonita ciudad nocturna que se extiende ante una de las ventanas de mi habitación.

Es hermoso, Inazuma por la noche te hace sonreír sin que tú lo controles. Las luces de los hogares, el silencio casi absoluto, el soplido del viento el cual acarició mi rostro... Amaba cuando pasaba eso, aparecía en mí un sentimiento extraño que no sabría como llamar.

Intenté ordenar mis pensamientos, que estaban apelotonados unos sobre otros, como si fuesen un amasijo de incertidumbre, preocupación y  alegría. Sí, tantas emociones juntas: todo lo que habían confesado mis padres, la extraña actitud de Gabi y mis recién descubiertos sentimientos hacia él... Amor, ¿eh? Así que esto era enamorarse... Pensar en él a cada momento, querer dar lo mejor de mí por él, preocuparme y darle mi apoyo incondicionalmente... Era un sentimiento que no me desagradaba, pero ojalá hubiese sido con otra persona. No quería arruinar una amistad de tantos años ni que Gabi se alejase de mí por estos sentimientos, tenía demasiado miedo a que nos separaramos, entonces ¿qué hacer? ¿Tragarme lo que sentía?

Suspiré. Tenía claro que hoy no iba a dormir y que al día siguiente iba a tener unas ojeras que me iban a hacer parecer un mapache, como les pasa a las chicas cuando se ponen demasiada sombra de ojos.

Cerré la ventana y me dirigí a la estantería con cientos de libros de todo tipo. Cogí el libro que lo leyese las veces que lo leyese nunca me aburría: Solo un "te quiero".

Parece un libro muy cursi ¿verdad? Pero no lo es, os aseguro que es una historia fascinante. Además, me viene al pelo por la situación que estoy viviendo.

Sin darme cuenta mis párpados empezaron a pesar y comencé a bostezar cada poco tiempo. Al final caí rendido ante la magia de Morfeo, y esa noche, al contrario de lo que yo pensaba, sí pude descansar.

~*~

A la mañana siguiente no parecía un mapache, y ya sabéis lo que hice, lo que hago todas las mañanas, pero esta vez, no fue Gabi quien vino a buscarme.

—¡Hola! Como hoy Gabi no podía venir, nos dijo que viniéramos nosotros a por ti —un castaño sonriente se encontraba ante mí, acompañado del delantero estrella del Raimon. Me llamó la atención el hecho de que mi mejor amigo tuviese que faltar, pero decidí que sería mejor no sacar mis propias conclusiones.

—Buenos días Arion, Víctor —dije mirando a cada uno, y cuando paré mi vista en el más alto, este me preguntó:

—Dime Riccardo, ¿has aclarado tus ideas?

—Eh... Bueno, más o menos. Creo que sí —aparté la mirada un poco avergonzado.

—¿Eh? ¿De que habláis? No me entero...

—Nada Arion, será mejor que nos demos prisa si no queremos llegar tarde —dije intentando cambiar el tema de conversación al tiempo que miraba mi reloj plateado de mi muñeca.

Pronto llegamos al Raimon, para ser exactos 4 minutos antes de que sonase la campana. Ellos dos se fueron a su aula y yo a la mía, donde no estaba cierto pelirrosa que se sentaba a mi lado.

—¡Bonjour!

—¡Bonjour, madame!

La profesora de francés entró en el aula y aparté todos mis pensamientos para centrarme en lo que ella decía, el francés era un idioma que me gustaba mucho.

Pasaron las horas, y por tanto, las clases. Hoy iba al hospital a ver a Vlad con Víctor, ya que ninguno de los dos teníamos deberes, y lo que vi allí me sorprendió.

—Gabi... ¿Qué haces aquí?

—Hola Riccardo, es solo que quieren ver como estoy y... Vine a hacerme unas pruebas.

Gabi ha mejorado disimulando, pero ni Víctor ni yo nos lo creímos.

—¿Y ese sobre? —preguntó Víctor, tan observador como siempre.

—Son los re-resultados.

—¿Y por qué tartamudeas? —le miré fijamente a sus azulados ojos.

—Em... los nervios por los resultados... Mañana ya iré a la escuela, ahora voy a mi casa, mi madre quiere ver lo que contiene el sobre... Chao.

Gabi salió por la puerta más rápido que un rayo, ocultando sus orbes tras su rosa flequillo.

—¿Qué crees que nos oculta, Riccardo?

—No lo sé, pero como que me llamo Riccardo Di Riggo lo averiguaré.

—Aitor y Roma parecían saber algo sobre el asunto ¿te acuerdas de aquel día en el hospital?

—Sí..  Aitor iba a decir algo relacionado con el tena y Roma lo evitó... —recordé.

—Pues ya sabemos por dónde empezar, mañana les preguntaremos, ahora, vamos a ver a Vlad.

—Sí —Víctor y yo comenzamos a subir escalones hacia la habitación de Vladimir.

Volveremos a jugar juntos al fútbol {TakuRan} [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora