Capítulo 20

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Tris POV
Brenda me inyectó el suero de la muerte. Veo una luz, una luz blanca. Empiezo a ver un túnel, algunas personas se acercan a mí. Escucho una voz. Ya llegó la hora Beatrice, ¿Quieres venir con nosotros a un lugar mejor? No quiero morir, este es un suero y lo puedo controlar.

—NO, NO QUIERO IR CON USTEDES—dije lo más fuerte posible—mi momento no ha llegado aún, no puedo morir de nuevo.

—Vendremos por ti luego Beatrice—dijo un chico: Al. El sí murió. Mis esperanzas de que estuviera vivo son inútiles. No puedo resistir.

—Adiós.—dije

Sentía que algo me elevaba en los aires.

—NO QUIERO MORIR, NO AHORA—iba gritando, de manera de que yo descendiera.

Empecé a sentirme pesada de nuevo. Oigo una voz, una voz familiar.

—Tris, despierta. Tú puedes. Eres divergente, controlas simulaciones y eres resistente a los sueros.—cada palabra, la voz se hacía más fuerte: Tobias.

Debo controlar el suero, aunque sea una estupidez soy divergente, GP. Debo vivir, de nuevo.
—Tris, tienes que vivir. No nos abandones por favor. Tienes mucho más que hacer en tu vida, disfrutarla con Tobias. No te vayas por favor, espero que me puedas escuchar. Controla el suero, tú puedes. Yo lo sé—se escuchaba otra voz: Peter.

—Tris despierta...

Lo haría si supiera cómo.

Pasa por mi cabeza el cómo despertar.

Soy divergente...

...mi mente no puede ser controlada...

...ni por un suero ni por nadie...

...los sueros pueden ser controlados...

...POR MÍ...

(•••)

Después de tanto pensar en eso abro los ojos, estoy en una habitación yo sola. Camino y en frente mío está Marcus.

Esto es por tu bien

Decía con un cinturón en sus largas y gruesas manos. ¿Pero qué? Yo no soy Tobias. Pasaba esta idea en mi cabeza. ¿Sabes qué Tris? Da igual. En eso, aparece un cinturón en mis manos. El cinturón está más delgado que mi dedo meñique. Me imagino un cinturón del doble de grueso que el de Marcus. El cinturón que traigo en las manos de repente se hace justo como lo estaba imaginando. Me voy acercando a Marcus poco a poco, mientas él repetía las mismas palabras. [esto es por tu bien]

Esto es por tu bien

Le digo a Marcus y lo golpeo con el cinturón en las rodillas. Se estremece y yo suelto el cinturón.

Yo no te tengo miedo

Dije a Marcus mientras él y la habitación desaparecieron. Después aparece otra habitación. Me siento por el cansancio, la habitación se reduce a mi tamaño: la claustrofobia de Tobias. Me acerco lo más que puedo a mis rodillas y las rodeo con mis brazos, el cuarto se hace aún más pequeño.

Espera, ¿qué? Yo no tengo claustrofobia.

Dice mi mente, el paisaje desaparece. Aparezco en la punta de la Noria, donde Tobias escaló conmigo.

Yo no temo a las alturas

Me repito en la cabeza y me dejo caer. Antes de tocar el suelo, desaparece el paisaje y aparece una persona: Yo. Otra persona a la cual no se le puede ver la cara, me está apuntando con una pistola a la sien.

No me da miedo verme morir

Dije y el paisaje desapareció. Sólo veo todo negro y escucho voces conocidas peleando y discutiendo. Después oigo la voz de alguien familiar.

—Tris, te amo. No me dejes por favor.—decía Tobias llorando. Abro los ojos y veo que él se estaba secando las lágrimas. ¡Estoy viva! Otra vez. Ya me estoy aburriendo de morir. Tal ves a la próxima si me muero.

Tobias vuelve la cara hacia mí y sonríe. Me abraza rápidamente y me da un beso. Creí que ya no lo vería más. Tengo que saber de qué era el suero de Nita. ¿Será que se lo iba a poner a Tobias? Porque esos no eran mis miedos, eran los suyos. ¿Por qué Brenda mataría al amor platónico de su prima, si son aliadas? No comprendo nada. Por ahora me sigo concentrando en el beso de Tobias. La falta de aliento nos separa. Él esboza una enorme sonrisa y yo igual. Tenemos que dejar la fantasía.

Agarro la pistola a mi lado y me levanto acercándome a la celda, queriendo matar a Nita y acabar con todo esto. Pero no puedo, tenemos que seguir interrogando y encontrar a David para matarlo. Es cierto, no recordaba, David.

—¿Saben algo? Voy por David, no confío en que los soldados lo quieran encontrar—digo decidida y salgo de ahí corriendo. Dirigiéndome hacia el tren. Salgo de la ciudad. Sé que David no se puede esconder en los escombros de los restos del Departamento. Voy más allá de afuera de la ciudad. Hasta que veo casitas destrozadas, una horca con cenizas encima, una niñita que va caminando por la calle. Parece como de 12 o 14 años.

—Hola, ¿cómo te llamas?—pregunto amablemente.

—Mi nombre es Madge—dijo.

—¿En dónde estamos?

—Mira, creo que no eres de por aquí así que te explico, estamos en Panem. Este es un distrito totalmente destrozado por unos soldados. Esos soldados trabajan para el Capitolio, el que gobierna Panem. Este distrito es el distrito 12.

—Osea que, ¿esto no es Estados Unidos?

—Lo era hace muchos años atrás, algunos mienten. ¿Estuviste en los Juegos del Hambre?

—¿Qué es eso?

—Una vez hubo una rebelión contra el Capitolio llamada los Días Oscuros. Por haber hecho esta rebelión, el Capitolio creó los Juegos del Hambre, unos Juegos en que eligen a un hombre y una mujer de cada distrito para llevarlos a jugar, se matan entre todos y el que quede vivo se le declara vencedor.

—Que crueldad, no estuve en los Juegos, afortunadamente. Pero estuve en un experimento en Chicago, una falla genética fue el motivo de que lo crearan.

—Chicago es el Capitolio.

—¿Qué? Pero las personas se visten algo exóticas y extrañas.

—Así se visten en el Capitolio.

Veo una chica trepada a un árbol, lleva un gato en su mochila y está con un arco apuntando a una ardilla. Lanza la flecha y le da justo en el ojo a la ardilla.

—Ven, te presento a mi amiga, Katniss Everdeen, vencedora de los Juegos del Hambre...

Es real, y no lo es (Divergente)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora