Un leve toque rompió sus pensamientos en mil pedazos. Le pareció que venía de la puerta pero dudó, hasta que el leve golpeteo se repitió. Se puso en pie, acomodó su ropa y se dirigió a abrir la puerta de la vivienda mientras anunciaba en voz alta que ya iba. Cuando llegó ni siquiera asomó un ojo a la mirilla, sólo abrió. Se sorprendió gratamente al ver de quién se trataba, pero más se sorprendió al sentir sobre sus hombros unas manos y unos cálidos y húmedos labios sobre los suyos.
Durante un instante se paralizó, pero duró poco. Elevó sus manos y agarró a la mujer por la cintura para atraerla más hacia su propio cuerpo ya que ella, a pesar de todo algo dudosa, no había terminado de cerrar distancias.
Ambas bocas se fundieron en un beso ardiente, dando todo lo posible y dejando rastros de deseo en cada roce. El varón dejó sus instintos ser libres y su lengua se abrió camino en aquella boca que lo había asaltado, buscando enlazarse con su compañera. Mara respondió jugando también con su lengua, dándole lo que le pedía tal y como él había hecho al corresponder su asalto.
Una profunda placidez dominó a la mujer, borracha de deseo en aquellos momentos. Sentir al hombre arrojaba sus penas bien lejos, la hacía desear más y más. Él la hacía sentirse libre, atractiva, deseada. La hacía sentirse mujer. Pero, sobre todo, la hacía sentirse viva.Su interior lloró un instante ante aquel descubrimiento, pero ella, con la mente nublada por el deseo se centró únicamente en sentir todo lo bueno que estaba sintiendo.
Sus dedos volaron al cuello de su compañero, de ahí subieron a la nuca y de ahí se enredaron en el corto cabello. Él gruñó, afianzó el agarre y casi la hizo volar al interior de su piso.
Ella no opuso resistencia, ni siquiera pensó en que su puerta estaba ajustada y no cerrada. No pensó en nada más que en sentir, lo necesitaba.
Axel cerró la puerta, la colocó a ella contra la superficie y la elevó un poco, lo justo para estar sus rostros a la misma altura. Ella gimió en sus labios ante ese acto, sorprendida.El beso duró algo más, húmedo y descontrolado. Apasionado como era no perdió intensidad cuando él separó un instante sus labios y la miró de frente lo mejor que pudo.
— ¿Qué quieres? —Cuestionó, no dispuesto a equivocarse. Su voz sonó ronca.
— Sentir —Respondió ella con vulnerabilidad.
Casi no había terminado de decir aquella palabra y el beso se había retomado con igual intensidad. La llevo al dormitorio trepada a su cuerpo, con las piernas rodeando sus caderas. En una mezcla de brusquedad y suavidad la posó sobre la cama y se separó de ella mientras desabrochaba sus vaqueros.
— Tengo poco tiempo, he de ir a trabajar —Anunció disgustado. El pantalón voló por la estancia.
— Yo también, vendrán a por los niños en breve —Informó ella. Su vestido de estar por casa aterrizó en el suelo.
— Joder...
Un gruñido abandonando su garganta fue el aviso. La ropa interior desapareció. Él se abalanzó sobre ella y la besó enloquecido. Mara se sentía enfebrecida, y no podía pensar más que en las caricias que él repartía por su cuerpo.
Las masculinas manos recorrieron las piernas de la mujer, subiendo por los muslos mientras ella contenía el gemido naciendo en su interior. Los dedos llegaron a la zona más íntima de Mara, acariciando deseosamente sus pliegues. Un instante después sintió los dedos en su interior jugando con ella y el gemido finalmente escapó.
Sentía el miembro de aquel increíble hombre rozando su muslo, chocando con ella cuando se movía para derretirla con sus toques y sus besos.
Él susurró su nombre. Ella gimió de nuevo.
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✔️¡Ya era hora, Mara!
ChickLitMara, con dos hijos y una difícil situación sobre sus espaldas, se siente completamente sola. Siente que no ha vivido correctamente su vida, que ya es tarde y que jamás encontrará quien la quiera. ¡Menos a ella y sus dos hijos! Nuestra protagonista...