Podía decir que había ido bien.
Sí, podía, pero estaría mintiendo.
La cruda realidad era que, aunque hubiese dejado las cosas más que claras, aquello no debía haber sucedido. Sabía que era así, pero la habían obligado a hacerlo. Y ahora, tras quedarse sola, pensando en frío, sentía una mezcolanza de tristeza y alegría que la estaba atormentando.
Si bien era cierto que había logrado su objetivo, se sentía mal por Javier. Únicamente eso era lo que le robaba en aquel momento la alegría y el subidón que da el decir, al fin, todo lo que guardas. Su hijo. Lo había visto llorar, lo había escuchado gritar y había tenido que sujetarlo para que no se lanzase sobre su padre en un arranque de rabia. Y es que, en realidad, de aquel encuentro no había mucho que celebrar. O sí, pero eso quedaba opacado por aquella sensación agridulce que había hecho presa de ella.
Con el hombre y el niño en el salón, todo comenzó.
Mara fue directa al grano, sin dudar ni permitirse ser suave. Ya no podía serlo, no con ellos.
— Bien —empezó—, aquí hay un problema y hay que solucionarlo. Javier se está portando realmente de un modo deleznable, y no voy a seguir permitiéndolo.
— Tú verás —soltó Manuel—, es tu hijo y es tu casa. Cuando está conmigo se porta bien.
— Sí, pero no —rebatió ella—. Porque todo el problema, por lo que parece, radica en ti.
— Mara, para empezar, habla normal, por Dios. No necesitas parecer culta cuando hables conmigo.
— Es mi forma de hablar, siempre lo ha sido —retrucó ella ante la atónita mirada de Javier—. Si no te gusta, el problema lo tienes tú. A lo que iba, por lo que parece tú has estado hablando mal de mí, a nuestro hijo —hizo énfasis en la penúltima palabra.
— ¿Yo? Tú flipas.
— Tú. Porque recuerdo a Javier diciendo que tú tenías razón cuando decías que yo era una puta.
Aquello provocó que Javier pusiera cara de disgusto y Manuel mostrase sorpresa y cierto sentimiento de traición. Mara lo tuvo claro.
— Como me lo creo totalmente, ¿podrías explicarme esa parte? Porque, de verdad, en serio, me encantaría saber qué he hecho para que se me trate de puta.
— Mamá...
— No, Javier. Aún no es tu turno —dijo con una mano alzada.
El chiquillo, en realidad, estaba sorprendido por la actitud de su madre. La había visto enfadada, muy a menudo últimamente, pero nunca con aquella postura erguida, la cabeza alzada y una serenidad que hacía mucho no usaba con él. Además, sus ojos tenían un extraño brillo, como si llameasen.
Manuel no parecía querer contestar, pero la mujer forzó la situación.
— Pues porque lo eres, y punto —espetó él con rabia. Javier tragó saliva.
— Bien, ¿por qué?
— ¿Cuánto tardaste en estar con otro? Nada, porque eres una zorra.
— Tardé exactamente un año y medio tras nuestra separación, eso tardé.
— ¡Mentira! —gritó el hombre, haciendo que el niño se levantase y se pusiera en otro lado del salón. Mara lo observó extrañada—. ¡Ni un mes!
— Manuel, primero que nada, te aviso de que si me vuelves a gritar dentro de mi propia casa y delante de nuestro hijo vas a tener un problema grave —informó ella tratando de mantener la calma—. Segundo, un mes tardé en conocerlo, pero éramos amigos nada más. Yo no empecé tan siquiera a tontear con él hasta mucho después, porque tú me dejaste lo suficientemente rota como para no atreverme a mirar de ese modo a un hombre.
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✔️¡Ya era hora, Mara!
ChickLitMara, con dos hijos y una difícil situación sobre sus espaldas, se siente completamente sola. Siente que no ha vivido correctamente su vida, que ya es tarde y que jamás encontrará quien la quiera. ¡Menos a ella y sus dos hijos! Nuestra protagonista...