Pronunciando su nombre, la recostó nuevamente y se situó sobre ella, la besó con desbordado deseo, se hundió en su cuerpo y le clavó los dedos en las caderas mientras empujaba hasta lo más hondo y ella arqueaba la espalda y gritaba en su boca.
Su pene vibró dentro de la ardiente vagina, dentro de aquella mujer que lo absorbía. Mara lo sentía tan profundo que tenía miedo de moverse, pero era tan terriblemente placentero sentir que la llenaba que no podía hacer más que suspirar en su boca. Axel la agarró fuerte, ella le rodeó con las piernas y mordió su labio. Él gruñó descontrolado y comenzó con aquel vaivén que los hacía enloquecer, arrancando incontables gemidos que ella le regalaba al oído.
Los minutos pasaban y ellos no podían detenerse. Mara llegó al clímax y él, no dispuesto a terminar pronto, siguió haciéndola temblar con cada movimiento. Probaron varias posturas, juguetearon hasta hartarse y se dieron todo lo que necesitaban. Finalmente, Axel se liberó a sí mismo en el interior de Mara y cayó rendido a su lado.La mujer, tan agotada y agitada como él, comenzó a acariciarle el cabello mientras sus respiraciones se acompasaban. En segundos, ambos quedaron dormidos en aquella cama testigo de su pasión.
La luz del día se coló en la estancia tímidamente pero sin perturbar el sueño de quienes yacían en la cama.
Pasó cerca de una hora desde ese instante hasta que la mujer, lentamente, abrió los ojos.
Sin apenas moverse, sus sentidos se centraron en averiguar dónde estaba. Al sentir sobre su cuerpo uno de los brazos del varón comenzó a recordar y se dio cuenta de que, al parecer, durante su noche de jugueteo habían caído en los brazos de Morfeo.
Axel dormía plácidamente, abrazando a su compañera como si lo más importante era que ella no se marchase. Mara, relajada, estuvo un breve rato perdida en sus divagaciones y los ardientes recuerdos de la noche pasada. Casi no podía creer que aquello había sucedido.
Turbada por inesperados pensamientos, sintió necesidad de ir al aseo, cosa que la obligó a abandonar el lecho. Tuvo que hacer auténticos malabarismos para lograrlo sin despertar al hombre, tentador entre escasos pedazos de sábana. Mara, mientras se dirigía a la puerta, lo recorría con la mirada, mordía su labio inferior y dejaba a su mente fantasear con aquel cuerpo que se le antojaba, cuanto menos, delicioso.
Él, ajeno a todo aquello, se había movido mínimamente cuando el peso de la mujer en el colchón se desvaneció, pero siguió durmiendo.
Mara, aprovechando que estaba solamente ella en pie, hizo sus necesidades y se dio una ducha que le supo a gloria. No estaba en su casa, pensó, pero él le había dicho el día antes que se sintiera libre de moverse en la vivienda como si fuese la suya propia, así que, con eso en mente, cogió una toalla y utilizó el primer gel que encontró. Se tomó su tiempo, el chorro del agua chocando con su piel le resultó relajante e incluso placentero.
El chico, mientras tanto, comenzaba a despertar. Se removía en la cama, desperezando su cuerpo, estirándose y parpadeando casi sin fuerzas.
Mara se secó con la toalla, primero el cuerpo y después el cabello, y revisó con detenimiento la imagen que le devolvía el espejo. No era terriblemente fea y tampoco tenía un cuerpo de película, pero no se veía mal del todo. Tenía estrías y la piel, quizá, algo flácida en algunos puntos, pero tenía un bonito color de piel natural y poco cambiante, unos labios llenos y rosados y sus ojos, levemente rasgados, solían llamar la atención. Tenía algo, pero ¿qué? No pudo evitar preguntarse qué había visto Axel en ella.Él, ya espabilado, se incorporó raudo al percatarse de que ella no estaba. Algo golpeó dentro de su pecho cuando pensó en que ella, quién sabía en qué momento, había marchado sin decir nada. Su mente le jugó una mala pasada y pensó en voz alta.
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✔️¡Ya era hora, Mara!
ChickLitMara, con dos hijos y una difícil situación sobre sus espaldas, se siente completamente sola. Siente que no ha vivido correctamente su vida, que ya es tarde y que jamás encontrará quien la quiera. ¡Menos a ella y sus dos hijos! Nuestra protagonista...