Se acomodó y miro el techo en la oscuridad, sin verlo en realidad. Sus cabellos, esparcidos por la almohada, descansaban como ella quería hacerlo mientras lo único que conseguía era ponerse nerviosa.
Pasado un rato, escuchando el molesto tic-tac del reloj, logró que sus párpados se cerrasen y que el sueño que tanto esperaba se apoderase de ella.
Axel, en la soledad de su nueva vivienda, yacía sobre el mullido colchón aún cubierto por la ropa de cama, viendo la televisión con el volumen al mínimo. En realidad, no veía nada, se limitaba a pensar en sus propias cosas, incluyendo en éstas a la vecina que le estaba quitando el aliento. ¿Cómo podía ser que con tan poco tiempo anduviese ya colgado de ella?
En su mente, Mara le miraba fijamente mientras él le confesaba lo que sentía, perforándolo con sus ojos abiertos por la sorpresa que, de tanto en tanto, intentaban entornarse como si con ello pudiesen saber lo cierto, o no, de sus palabras. Estaba perdido, decidió.
Ya sentía demasiado a pesar de ser aún prácticamente desconocidos, ya se había plantado la semilla de la atracción. Lo grave era que no era una semilla de atracción física, despertando la química en común entre ambos, sino una semilla del pack de sentimientos completos. Atracción intensa por cualquier parte de su ser, ya fuese físicamente o su forma de ser, tan arrolladora e imponente a pesar de no tener, ella misma, conciencia de ello.
Apagó el televisor y quedó a oscuras, pues la estancia quedó desprovista de la iluminación que la pantalla proveía. Ni siquiera se cubrió, simplemente cerró los ojos y se dejó llevar por sus pensamientos, sumiéndolo en un dulce sueño que poco demoró en tornarse algo intenso y ardiente en el que el encuentro entre ambos pasaba al nivel físico y podía deleitarse al sentir la piel de la mujer que, tal como se estaba demostrando, le estaba robando hasta el sueño.
Nada más abrir los ojos, siendo aún de madrugada, Mara se quedó un rato recostada tratando de acompasar su respiración. En un impulso, se puso en pie y fue en busca de su cuaderno, tras lo cual regresó a la comodidad de su colchón y se puso a escribir.
Estaba sola, en la intimidad de su dormitorio, y no evitó llorar, pues se sentía derruida por dentro. Sentada en la cama dejó salir de su pecho y sus ojos todo el torrente contenido. Aquella noche había sido extremadamente dura para Mara. Tuvo pesadillas todo el tiempo y se despertó, en varias ocasiones, empapada en sudor.
Las palabras de Javier estuvieron rondándola sin descanso y, en su mente, dieron forma a un mal sueño que se repetía una y otra vez. Comenzó por narrar, con mano temblorosa, lo más reciente que era nada menos que la recién abandonada tortura nocturna. En medio de la oscuridad, el niño la señalaba con el dedo y la atravesaba con una gélida mirada mientras le gritaba "¡muérete!" continuamente. La expresión del semblante llena de rechazo no variaba y el infantil rostro comenzó a dar vueltas a su alrededor, cada vez más cerca y amenazadoramente.
Entre toda la negrura, tan solo ella y la cara de su hijo disponían de una tenue y algo tétrica iluminación, otorgándole a la escena un aire terrible que trataba de someter a la mujer al tiempo que un dedo acusador perteneciente a un Javier que desprendía desprecio la aguijoneaba por todo el cuerpo. <<Te odio. Muérete. Eres odiosa>>, le repetía.
Ella, en ese mal trago que atravesaba, sufría con cada gesto y palabra. Sus entrañas se retorcían y adherían entre ellas, provocando un intenso dolor capaz de robarle la cordura. Lloraba amargas lágrimas, incesantes y frías, como su hijo. Su actitud fría la hería, hasta el punto de llorar realmente, mientras aún dormía, empapando la funda de la almohada en el proceso.
Dejó constancia en su rúbrica de que, aquella, era la primera parte del infierno personal que la encerró durante la noche, pues el sueño mutó a uno desconcertante en que Javier ya no aparecía y eran otros los protagonistas: Raúl y Axel. Y ella, obviamente.
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✔️¡Ya era hora, Mara!
ChickLitMara, con dos hijos y una difícil situación sobre sus espaldas, se siente completamente sola. Siente que no ha vivido correctamente su vida, que ya es tarde y que jamás encontrará quien la quiera. ¡Menos a ella y sus dos hijos! Nuestra protagonista...