Epílogo

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Epílogo

Dos años después

    Luna se queda quieta en mi regazo, mientras peino con cuidado su cabello

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    Luna se queda quieta en mi regazo, mientras peino con cuidado su cabello. Tararea algo a media lengua, balanceando la cabeza al ritmo la melodía. Creo que canta algo de las Spice Girls ¿Por qué diablos mi hija canta a las Spice Girls?  Saco la colita de sus indomables rizos y desenredo con mis dedos las hebras restantes. Cuando termino, hundo con discreción mi nariz, impregnándome de su colonia de bebé, antes de darle un gran beso en la coronilla.

   — ¡Listo!— anuncio, y la bajo de mis piernas. Me levanto de la incómoda silla de metal, dándole la mano a la pequeña antes de empezar a caminar por los pasillos del aeropuerto. Luna zarandea mi brazo de arriba a abajo, su otra manita aferrada a su oso de peluche llamado GlupGlup arrastrándolo por el suelo. Hago una mueca de dolor al pensar en cómo tendré que lavarlo cuando lleguemos a casa. Mi hija amaba el peluche a muerte, y si acaso se me ocurría meterlo en la lavadora sería víctima de varias horas de chillidos y pataletas hasta que volviera a tener el maldito muñeco a su alcance. Inclusive su primera palabra fue GlupGlup.

   La segunda fue lindo.

   Eso me va a perseguir hasta el final de mis días.

     — ¡Adiba, adiba!— demanda y yo la tomo en brazos, acomodándola en mi cadera. Con torpeza toma mi rostro y frota nuestras narices antes de sonreír, mostrándome sus pequeños hoyuelos.

    Desde que Chibs nació, las personas no se habían cansado en repetir que éramos prácticamente idénticas, y honestamente no me gustaba el empeño de comparar.  Tenía la fuerte convicción en hacer sentir a mi hija como un ser único e independiente más allá de la genética.

   Obviamente, todos me ignoraban. 

    Lo cierto es que Luna era una mezcla extraordinaria entre su padre y yo: ojos ámbar con avellana; indomable cabello rizado y de un color caramelo; su piel ligeramente tostada, con la piel siempre sonrojadas en sus mejillas regordetas. Tenía la boca del rizado y heredó la curvatura de mi nariz. Y, sobre todo, tenía los hermosos hoyuelos de su padre. Inclusive el hoyuelo oculto en su mejilla derecha, el que salía únicamente cuando cantaba.

    En cuanto a la personalidad, era otra historia. La mayoría de sus atributos las había sacado de Ashton, afortunadamente: la amabilidad y encanto natural, el ser capaces de sonreír a cualquier extraño e iluminar a todos a su alrededor con tan sólo unas palabras. Sin embargo, cuando algo le disgustaba o le parecía injusto, era en donde se notaba mi parte de la ecuación. También es la niña más inteligente y cariñosa del mundo... Pero soy su madre, naturalmente voy a pensar eso.

The Great and Beautiful Mistake ♂ Ashton Irwin ♀[EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora