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     Los grupos de apoyo son una plasta

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     Los grupos de apoyo son una plasta.

    Gruño por enésima vez y paso la vista del ventanal a las papas fritas que descasan en mi regazo, aplastando una entre los dedos. No tenía un descanso, de alguna manera u otra encontraría algo que me pondría de mal genio, por lo que me había dedicado a despotricar y maldecir al mundo... Mentalmente. 

     La ventaja del transporte aminoraba mi desgracia considerablemente. Gracias a su talento innato, Ashton había podido persuadir a Luke para que le prestara su Cámaro, la posesión más preciada del rubio (aunque fuese rentado), para trasladarnos al otro lado de la ciudad, donde se celebraba la estúpida reunión.

    —Whoa ¿Qué te hizo aquella pobre papa?— la voz de Ashton me saca de mi ensoñación. Cruzo los brazos en mi pecho y e ignoro su diversión con el tema.

    En su lugar, subo un poco el volumen de la radio, haciéndome la boba. Ni siquiera me gusta la canción que suena, pero la tarareo de todas maneras. Detiene el auro en un semáforo en rojo y mi chico aprovecha para acercarse a mí.

    —Lunita...

    Me suelto de su agarre y fijo la mirada de nuevo al frente. Definitivamente me comportaba como una niña haciendo berrinches, pero creo que tengo una gran excusa que sustenta mi caso. Está llena de estrías y estaba intentando que patee.

    La luz pasa a verde y el auto vuelve a avanzar. Volvemos a sumirnos en un silencio tenso y por el rabillo del ojo veo cómo el rizado desordena su cabello, uno de esas manías que conocía demasiado bien.

    —¿En serio me vas a dar la ley del hielo?

    No respondo, y me muerdo el interior de la mejilla para contener la risa ante la exasperación de mi chico.

    No percato exactamente cuando una mano se posa en mi pierna izquierda, largos dedos trazando figuras imaginarias en la cara interna de esta, en el lugar exacto donde se encuentran mis tatuajes. Volteo a mirarlo, pero él ni se inmuta y sigue con los ojos fijos en el camino. Poco a poco, su mano avanza hacia arriba y entrecierro mis párpados en sospecha.

    Está traman...

    Pero antes de que si quiera pudiera analizar la situación, toma de mi regazo un puñado de papas fritas y las come de un bocado.

    —¡Hey!— exclamo.

    —¡Oh! ¿Ahora si hablas?

    Hijo de puta, me ganó.

    Cuando llegamos al edificio, el rizado detiene la ignición del motor. Ninguno de los dos intenta movemos de nuestros lugares, esperando a que alguno dé el primer paso.

    Obviamente, esa persona es él.

    —Jude, no voy a dejar de molestarte hasta que me digas qué pasa.

The Great and Beautiful Mistake ♂ Ashton Irwin ♀[EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora