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    Luego de esa tarde, las cosas se van derrumbando poco a poco

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    Luego de esa tarde, las cosas se van derrumbando poco a poco.

    Ashton se va de gira justo el día después. Nunca nos pusimos de acuerdo en un nombre para Chibs. Promete llamar todos los días, no importa qué. Y lo cumple por las primeras semanas: de todos los días pasa a dos días a la semana, para luego convertirse en una vez a la semana. El dolor los primeros días era sofocante, sin embargo me mantenía ocupada con la habitación del bebé y lidiando con el penúltimo mes. Aquella opresión en mi pecho no era nada con lo que sentiría después... Pero me estoy adelantado.

    Mis días se basan en armarios para bebé, cajas y jerséis gigantes. El invierno había decidido asentarse finalmente en Eastbourne, trayendo consigo una oleada de frío que no pasaba de los cinco grados bajo cero. Así que, básicamente, nos estábamos congelando los traseros.

    La remodelación de mi cuarto de invitados a la habitación de Chibs había sido pesada y difícil, sobretodo cuando lidias con alguien tan quisquillosa y tan embarazada como lo estaba. Mi novio, quien lentamente estaba aumentando en sus ganancias, había enviado a decoradores de interiores de la capital para encargarse de ello. No se los ponía fácil, puedo admitirlo. Lloraba con extremada facilidad por todo, desde los peluches hasta el hecho de que estaba tomando todas estas grandes decisiones sola; y no me gustaba nada.

    Mónica había tomado el mando en la remodelación, una tarea que se le hizo tan fácil como respirar. Como estaba muy ocupada llorando o estando embarazada para encargarme completamente de todo, no había una persona menos indicada para encargarse del trabajo. Era perfeccionista hasta la médula con cada detalle, mucho más de lo que yo era con mis pinturas, y tenía un don en particular para la organización de los muebles y adaptarse a las necesidades y posibilidades del pequeño espacio.

    Su labor no terminaba en ello. Luego de una charla particularmente larga con mi madre acerca de la soledad particular en la cual me había escondido– sus palabras no mías–, había tomado riendas en mi cuidado con una inesperada dedicación: me acompañó a las últimas sesiones del grupo de apoyo y cocinaba para mi. Aguantaba mis antojos de media noche como una campeona, desde los anhelos por comida hasta las largas conversaciones hasta horas insanas. 

     La curiosidad pudo conmigo una noche en particular, donde mis pies estaban tan hinchados que habían adquirido un tinte morado y ella se dispuso a masajearlos hasta altas de la noche. Le pregunté en susurros por qué lo hacía, como si fuese una confesión de alguna de las pijamadas que teníamos cuando éramos niñas. 

     — Escúpelo— le musité en mi sopor, luchando con el sueño que se asentaba en mis párpados pesados—. Por favor, escúpelo.

    Ella me respondió con un beso en la mejilla, tan suave que me recordó nuevamente a la niña que me auxilió en el patio del jardín de niños y se impuso como mi nueva mejor amiga. Mo era uno de esas fuerzas extraordinarios en el universo que no lograría entender por completo. 

The Great and Beautiful Mistake ♂ Ashton Irwin ♀[EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora