The Great and Beautiful Mistake ♂ Ashton Irwin ♀[EN EDICIÓN]

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     Nuevamente me encontraba a merced de mis nervios. Esa maldita sensación de cosquilleo en el fondo estómago, la ansiedad que contrae todo el cuerpo como escalofríos y que hace temblar hasta tu propio corazón. Llenas tus pulmones de aire, bocanada tras bocanada, alisando las arrugas que contraen cada nervio. Trato de lucir serena, y pienso que lo único que podría delatar mi estado precario sería los latidos acelerados contra mi yugular. 

    El rizado no soltó de mi mano durante todo el camino a casa, aún cuando mi palma se arrugó por tanto sudor. Sabía lo que iba a pasar, obviamente sabía lo que iba a pasar, pero estaba aterrada. Esta sería mi segunda vez y no estaba influenciada por la bebida o por la adrenalina. Estaba sobria como una tabla, de mano con el hombre más impresionante que había visto en mi vida. 

    Soy un total manojo de nervios.

    Al llegar frente a mi puerta, temo que me de una taquicardia en cualquier momento. Busco las llaves  con mis manos temblorosas antes de entrar, cerrando la puerta detrás de Ash. Sin perder el tiempo, me aprisiona contra la entrada, presionándome contra su pecho fornido. Tomo otra bocanada, odiando mi limitada estatura que solo me permite fijar la vista en su clavícula. Con gentileza, levanta mi  barbilla, hasta dar de nuevo con sus ojos. Las irises avellanas irradian tranquilidad y, por primera vez en toda la velada, me siento segura en su agarre. 

    Él toma la iniciativa y junta nuestros labios en una caricia. Es sumamente tímido, midiendo cada uno de mis movimientos, pero cuando enlazo mis manos en su cuello para acercarle intensifica la presión de sus labios. Su lengua busca la mía y se rozan, avivando el calor más allá del estómago. Detrás de mis párpados cerrados sólo puedo percibir chispas rojas. Nos consumimos entre gemidos y el roce desastroso de nuestras bocas. Ashton toma mis piernas y las enrolla en su cadera, quedando a la misma altura. Busco su cabello y jalo ligeramente de los suaves rizos, haciendo que un gemido ronco se escape de su pecho. El sonido penetra directamente en mi núcleo, y le correspondo.

    La temperatura de nuestros cuerpos aumenta cada segundo, y mi cabeza da vueltas, víctima de la presión y la desesperada sensación que aviva cada célula de mi cuerpo. Ashton empieza a caminar conmigo en brazos, y en el camino, tropieza con cada mueble y superficie de mi departamento en penumbras. Suelto una carcajada entre nuestros labios y él muestra una tímida sonrisa, adornada con un profundo hoyuelo.

    —¿Problemas de navegación?— pregunto con voz ronca.

    — Olvidé colocarme los lentes de contacto. Astigmatismo. Es una mierda— admite, apenado. Acaricio con ternura su mejilla antes de buscar el contacto con sus labios.

    Da por fin con mi habitación y casi se tropieza con los zapatos esparcidos por el suelo. Inevitablemente empiezo a reírme mientras que nos tumba en mi cama, él encima de mi cuerpo y apoyándose de sus antebrazos.

    —¡Somos... un... desastre!— mascullo entre risas y jadeos. Ashton corresponde a mi ataque de risa antes de incorporarse, adoptando una expresión intensa. Me quita la peluca y la tira en una dirección contraria, sin ni siquiera ver a su dirección. Con dedos firmes desarma la coleta que aprisiona mi cabello y también lo tira, esparciendo los mechones contra mi cuerpo. Seguro me veré como una loca. Pero la mirada del rizado me hace sentir todo menos eso. A sus ojos me siento como una criatura fascinante, me reflejo a través de sus irises como una mezcla de colores inaudita. A sus ojos me siento más que simplemente linda. Por primera vez, me siento deseada.

    —Mejor— susurra, acariciando mi pómulo y dando un largo beso en mi frente.

    Sus largos dedos exploran la piel de mi estómago, navegando en dirección ascendente por mi vientre y costillas hasta la liga de mi sostén. Vacilante, juega un poco con el dobladillo de mi camisa antes de quitarla por completo, dejando al descubierto mi sujetador lila. Muerdo mi mejilla al percatarme de mi elección de ropa íntima. Pero el detalle no le perturba en absoluto y queda absorto observando cada pedazo de mi torso.