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POV Leia


En estos momentos, Jason estaría abordando su avión. No dejó que lo acompañara al aeropuerto. Para él, era mejor que no nos despidiéramos, por eso se marchó antes de que yo despertara.

El fin de semana estuvimos juntos. No hubo un solo minuto en que estuviéramos apartados, salvo el domingo por la mañana, que mientras estaba dormida, él se fue a preparar su equipaje y recoger unos documentos que debía llevar.

(. . .)

POV Nova

En unas horas tenía que ir a encontrarme con Josué en su madriguera, como decía él. Le había comentado algo a Duncan sobre este trabajo. Necesitaba que él estuviera al tanto de todo. Por si me sucedía algo, sabría a donde buscarme.

Hoy era lunes. Jason debería estar fuera del país. Luego de terminar con esto, empezaría con Leia. No es que él me caiga mal, quizás un poco. Tenía presente que me ayudó a formar Angels and Demons. Aunque él no sabía el fin de eso en realidad. Le debía un favor.

Decidí irme en motocicleta, pleno lunes por la mañana el tránsito sería horrible. Tomé las llaves de la moto y cerré la puerta detrás de mi. Caminé hasta nuestro garaje, abrí el portón eléctrico y salí disparado hasta el punto de reunión.

Después de atravesar casi toda la ciudad, llegué al lugar. Unos cuantos hombres rodeaban el edificio. Guardé la moto detrás se unos cuantos arbustos, a un costado del edificio. Me dispuse a caminar hacia la madriguera.

Una fábrica abandonada a las afueras de la ciudad.

Unos de sus hombres se acercó hacía donde estaba yo.

– Esta es propiedad privada. No puede estar aquí.

– Vengo a ver a Josué. Él sabe que vendría.

El hombre me dejó pasar, no sin antes preguntarme el nombre.

Entré al interior del edificio. Seguí caminando por un largo pasillo hasta que me encontré a seis hombres sentados alrededor de una mesa jugando al póker.

Que clase de hombres tienes, Josué.

Caminé hasta donde  estaban reunidos. Uno de ellos, notó mi presencia.

– Dile a tu jefe que estoy aquí –mi voz sonó más ronca de lo habitual

– ¿Quién eres tú? –preguntó uno de ellos

– Él sabe quién soy. Avísale a Josué que ya estoy aquí.

A estos estúpidos no le diré mi nombre.

Uno de ellos se levantó de la mesa de mala gana y caminó hasta una puerta contraria de la que había ingresado y desapareció.

Los hombres de Josué siguieron concentrados en su juego. Yo mientras, tenía mi cara sería, prestando atención a cada uno de ellos.

¿De donde sacó a estos inútiles?

Si estuviera yo en su lugar ya estaría con una mano en mi arma observando cualquier movimiento que llegarán hacer.

¡JA! Principiantes...

– Nova, viejo amigo –Josué se hace presente en el lugar– tanto tiempo sin verte –habló mientras se acercaba a saludarme

– Josué –respondí a su saludo

– Ven, acompáñame Lo seguí por aquella puerta que minutos antes había entrado uno de sus hombres.

•El precio del servicio•© #EN EDICIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora