~27~

508 39 1
                                    

POV Leia

– Si princesa, aprovecha en descansar un poco. Tengo que irme. Avísame cuando tomes el avión. Trataré de ser yo quien te busque. – Jason

– Esta bien. Nos vemos bonito.

– Mañana te tendré para mi solito... Te amo Leia – Jason

Te amo Leia

Que bien me hacía escuchar eso. El ser querida por una buena persona, no tenía comparación.
 Definitivamente había tomado la decisión correcta. 

Pronto te amaré, Jason.

¡Lo juro!

(. . .)

Faltaban dos horas para bajar de este maldito avión. Si, las malditas horas aquí sentada no eran suficientes tenía a un señor al lado mío que roncaba peor que un oso. Por dios, tenía ganas de meterle una media en la boca para que así dejara de hacer tanto ruido. No había pegado un ojo en todo el viaje y para completar Jason no podía venir por mí. Mandó a su chófer para que sea él quien me llevara a no se donde.

Por fin el avión piso tierra, agradecí enormemente el poder salir de ese enorme monstro.
Una vez que recogí mis maletas, divisé a un señor de unos cincuenta años aproximadamente, canoso y vestido con un traje bastante formal. Me percaté que sujetaba un cartel con mi nombre en grande. Me acerqué a él y me presente.

– Disculpe, soy Leia Conte. La del –señalé el cartel–

– Oh señorita, Un gusto poder conocerla. El Sr. Jason no pudo venir a esperarla, por eso estoy yo aquí. Mi nombre es Juan Miguel.

¿Sr Jasón? Se ve que es una persona respetada

– Un gusto Juan Miguel ¿Podríamos irnos ya? Estoy algo agotada del viaje.

– Claro que si señorita. Permítame su equipaje. –con gusto se lo di

En veinte minutos ya habíamos llegado al hotel donde al parecer se hospedaba Jason. El edificio era gigantesco, unos grandes ventanales daban lugar al interior del mismo.

– La llevaré a su habitación señorita. En unos instantes llevarán sus cosas.

Subimos al elevador y Juan Miguel apretó el botón que marcaba el piso treinta y tres. Al parecer este era el último piso.

– El Sr. Jason sugirió que para su comodidad tenga un departamento para usted sola.

– ¿Cómo? –pregunté algo confundida– ¿Él no se quedará aquí?

– Precisamente. Él está en la puerta siguiente a la suya. En este último piso hay un departamento lo bastante amplio como para dividirlo en dos. El Sr ordenó cerrar los accesos de las habitaciones.

– Por qué hizo eso. –suspiré

– Desconozco sus motivos señorita. Solo acato las directivas.

Llegamos al piso treinta y tres. Juan Manuel tenía razón. Se notaba que era un solo departamento. Bastante amplio y muy bonito. Todo era blanco. Blanco por allí, blanco por allá. Todo combinados con un suave color limón.

– ¿Sabe a que hora llegará el señor?

– Acabó de llegar al hotel señorita. En unos minutos estará aquí. Sus cosas ya se encuentran en la habitación. Ahora si no tiene algún inconveniente, me retiro a seguir con mis actividades.

– Puedes retirarte Juan Miguel. Muchas gracias.

Empecé a inspeccionar el enorme departamento. La cocina, el living y el comedor estaban en la primera parte del departamento. Luego, más adelante, seguían cuatro habitaciones con baño incluidos en cada una de ellas. Una biblioteca y un gran balcón al costado de esta.

– Leia ¿Dónde estás? –oí que me llamaban

Era él...

Caminé hasta la entrada del departamento y ahí estaba. De traje negro con su encantadora sonrisa.
No me importó nada y corrí a sus brazos

– Mi hermosa Leia –susurró en mi oído

– Jason...

No aguanté las ganas y lo besé...  Un beso lleno de deseo. Deseaba a este hombre, sus besos me llevaban a otro mundo.

Luego de unos minutos decidí hablar.

– ¿Por qué no quieres que duerma contigo? –pregunté apartándome de él

– Sabía que eso te iba a molestar –comenzó a reír– lo hice por ti princesa. Dormirás conmigo todas las noches que tu quieras, pero quise darte algo de privacidad, que sea tuyo. Que cuando quieras estar sola y pensar tengas donde refugiarte. Que mejor que dándote una habitación para ti sola.

– Vine aquí para estar contigo –sonreí– no para estar sola –me acerqué a él y lo acaricié– eres lo que quiero para mi vida.

– Gracias por elegirme mi amor –su voz se quebraba de a poco. Noté que estaba emocionado– no sabes lo feliz que me hace tu decisión. Eres una mujer única, tu sonrisa me ha cautivado desde la noche en que te conocí. Desde esa noche quería saber que era sentir tus besos, tus manos... quiero sentir todo de ti, Leia. Estoy locamente enamorado de ti y quiero que seamos felices. Prometo ser el hombre que verdaderamente te mereces.

– Tu ya eres un buen hombre Jason, no merezco mas que eso –sonreí acariciando su barbilla– haremos que lo nuestro valga la pena. Quiero ser feliz a tu lado, por eso estoy aquí.

Me besó.

Un beso delicado, dulce, tierno... todo de él era ternura. Era el hombre correcto para mi. 

•El precio del servicio•© #EN EDICIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora