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Lágrimas caían por mis ojos.
Realmente estuve mal. Nova lo único que quería era proteger a mi papá y a nuestros amigos y yo me comporté como una niña que no supo entender los riesgos de esto. Y aquí me encuentro, sola en la habitación siendo las diez y media de la noche y sin siquiera saber donde se encuentra.

Hace diez minutos le había mandado un mensaje diciendo que vuelva a casa. Pero nunca llegó una respuesta.

Me levanté de la cama para observar por la ventana si su auto se encontraba fuera. Pero no, solo veía a sus hombres haciendo guardia en los perímetros de la mansión.

Ya me rendí de tanto esperarlo. De seguro no vendría a dormir. Me acosté nuevamente y traté de conciliar el sueño. Unos veinte minutos después de concentrarme en la oscuridad de la habitación. La luz de mi teléfono se encendió. Lo tomé y era un mensaje de él.

Mi corazón se contrajo.

¿Donde estas Nova?

Decidí responderle.

– No me esperes. Llegaré tarde o no llegaré quizás a dormir.

– Tu decides que hacer Nova. Si no vienes a dormir, sabré lo que verdaderamente significo para ti. Cuidate.

No esperé alguna respuesta y apagué el teléfono.

Otra vez comencé a llorar. Esto se hacía difícil. De alguna manera tenía que aprender a ser una mujer madura. Lo que yo más quiero en el mundo es estar con él y ahora que después de que se cumplió uno de mis anhelos me comporto de una manera malcriada y patética.

Nova es un hombre difícil y aunque me cueste decirlo es libre. No dejará jamás que una mujer lo maneje a su antojo, aunque no es eso lo que estoy buscando.

Hora más tarde. Caí en los brazos de morfeo.

(. . .)

Al día siguiente me levanté y para mi asombro, él no se encontraba a mi lado. Ni siquiera hubo rastro de que llegó a dormir.

Así que esto es lo que yo significo para él...

Nuevamente comencé a llorar. Tomé la bata y salí de la habitación para buscar un vaso de agua en la cocina.

Antes de entrar en ella escuché que la gran puerta de entrada se abría. Y ahí estaba él.
Tan solo cruzamos miradas y me metí a la cocina. Cada vez caían mas lágrimas de mis ojos. Trataba de callar mi llanto pero se me hacía algo imposible. Me dolía el corazón saber que no le importaba lo suficiente como para volver y arreglar las cosas.

Tomé un vaso y lo cargué de agua. Me senté en una de las banquetas del desayunador y ahí me quedé mirando a la nada misma.
Gracias a Dios Ana tenía el día libre así no me vería en este estado tan deplorable.

Nova entro a la cocina y se sirvió un vaso de jugo de naranjas.

– ¿Donde pasaste la noche Nova? –animé a preguntar

No obtuve ninguna respuesta de él.

– Te estoy hablando no me ignores –mis ojos amenazaron con continuar llorando.

Otra vez no salió palabra de su boca.

No aguanté más y me largué a llorar de una manera que hace rato no lo había hecho.

Él arrojó el vaso de jugo a la pared.

– ¿Puedes dejar de llorar Leia? –podía notar el tono desesperante de su voz– tus llorisqueos me hacen doler la cabeza.

•El precio del servicio•© #EN EDICIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora