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POV Nova

Estuve dos días sin ir a la estación. Mis hombres tenían la orden de que hasta que no me hiciera presente en el lugar tenían prohibido darle algo de comer y beber y mucho menos hablar con él.

En el sótano había cámaras y micrófonos por todas partes. Había pedido que las colocaran antes de tener encerrado a Josué aquí. Desde las pantallas podía ver como en estos momentos, mis hombres lo estaban torturando. Lo habían amarrado de pies y manos sobre una mesa de madera bastante deteriorada. Lo que hacían era poner una rata sobre su abdomen y la encerraban dentro de un recipiente de aluminio, algo así como un tacho, para que el animal no se escapara, después de esto encendían un soplete proporcionando que este recipiente se calentara y por ende la rata quiera salir de ahí, donde la única forma era raspando con sus uñas y dientes abriendo la piel de la persona. Aunque no lo hacíamos por mucho tiempo ya que no queríamos que el roedor llegué a abrirle el abdomen y muera desangrado. A pesar de eso, el dolor era inaudito.

Podía escuchar sus gritos, esos gritos pidiendo que pararan.

– Creo que ya es suficiente por hoy Nova –Duncan se encontraba a mi lado observando la imagen

– Por hoy ha sido suficiente –sonreí con auto suficiencia

Duncan presionó un botón y habló detrás de este.

– Ya es suficiente –su voz se distorsionaba al escucharse dentro del sótano– acérquense aquí.

Los hombres dejaron de torturarlo y lo dejaron aun amarrado sobre la mesa.

– Señor –uno de mis hombres que estaba llevando a cabo el espectáculo se hizo presente en la habitación donde nos encontrábamos– escucho sus órdenes.

– Desátalo sobre la mesa y déjalo en la misma posición que se encontraba anteriormente. Quiero que le lleven una botella pequeña de agua y un plato de comida.

– Como ordene señor. ¿Con que quiere que continuemos?

– Mañana a partir de las seis de la mañana quiero que lo amarren nuevamente sobre la mesa, de pies y manos, que no se pueda mover. Durante todo el día hasta las seis de la mañana del día siguiente quiero que pequeñas gotas de agua y de corrido caigan sobre su frente. Tampoco quiero que en el día de mañana le brinden algún tipo de comida o de agua.

– Aunque tendrá agua todo el día –comentó uno de ellos

– Él no podrá beber esa cantidad de agua que cae sobre su frente, eso le generará ansiedad al momento de que su cuerpo tenga sed –respondió Duncan

– Mañana vendrá Duncan a ver que todo marche bien. Yo vendré el siguiente día después de que lo desamarren y cuando llegue quiero que preparen todo para tener una charla ¿entendieron?

– Si, señor. Se hará todo tal como lo ordenó.

– Bien, pueden retirarse a cumplir con lo pedido.

Una vez que se marcharon, comprobé por la pantalla que estaban haciendo lo que les ordene.

– Es hora de irnos Nova –tomó su campera que se encontraba en el respaldo de una de las sillas

– Vamos a casa

(. . .)

Una vez que llegamos a la casa, un auto se encontraba frente a la misma.

– ¿Quién llegó? –Duncan tampoco sabía reconocer de quien era el vehículo

– Llega a ser algún extraño mato a todos los hombres que están encargados de la seguridad de este lugar.

•El precio del servicio•© #EN EDICIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora