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Una semana había pasado desde que le pedí a Leia que se casara conmigo, una semana que estabamos tras los rusos.

Los medios se enteraron de la noticia por la foto que publiqué en mi red social. Esa foto que saqué minutos después de que colocara ese anillo en su dedo. Al día siguiente, ya se encontraba en todas las revistas del país.

Nuestros amigos se enteraron luego de eso, todos estaban felices, al igual que nosotros por este paso que estabamos por dar.

Dentro de pocos meses seríamos marido y mujer. Mi mujer.

Estabamos todos a la espera de que los hombres de Benson nos informarán de la localización del ruso. Hoy sería el día en el que actuaríamos. Sabíamos que tenía una cena importante de beneficiencia. Si, aunque no lo cren, el ruso hacía grandes cantidades de dinero a varios comedores de la ciudad.

Al margen de eso, ya estabamos pizando sus talones. Hoy era el día en que comenzaría mi venganza contra todos los que atentaron la vida de mis padres. Pagarían con sufrimiento y muerte por haberle arrebatado a un niño su familia, el poder sentir el calor de un hogar.

Benson recibió un llamado en su teléfono celular. Atendió el llamado y luego corto. Mis hombres están apunto de actuar. –comentó mi socio al terminar de hablar con los suyos– Informen a sus hombres que estén preparados para seguir con lo acordado.

Marqué el número de uno de mis hombres que se encontraban en la estación de servicio para avisarles que se preparen. Asi mismo, Suar informó a los suyos que estén listos y que actuen rápidamente.

Con luz verde para los hombres de Benson, comenzaron con la persecusión con los rusos.
Pisando sus pasos los interseptaron de forma sorpresiva justo en las intersecciones que se había acordado. Por suerte para nosotros, el ruso solo llevaba a dos acompañantes, así que no fue nada difícil que los matarán a todos. Inmovilizaron a nuestro objetivo y lo ataron de piez y manos por detrás del cuerpo, le quitaron la pistola que llevaba en su cintura y su teléfono celular para asi no ser rastreado.

Los hombres de Benson se harían cargo de los muertos y de la camioneta de los españoles. Los arrojaran en un lago bastante alejado de la ciudad.

Por precaución, hicieron el cambio de camionetas como lo acordado y los hombres de Suar se hicieron cargo.
El primer bloque ya estaba hecho, faltaba que el segundo bloque llegue al punto sin ningún tipo de novedad. 

Después de quince minutos, mis hombres llamaron para decirme que ya los hombres de Suar se encontraban en el lugar, que habían hecho los cambios de los autos y que el primero ya estaba en camino.

– Ahora todo queda en tus manos Nova. Ya hicimos nuestra parte –comentó Benson mientras tomaba whisky

– Agradezco su colaboración muchachos. Por hoy se harán cargo mis hombres. Mi presencia será mañana. –comenté mientras le acompañaba con un trago

– Cuando termines tus asuntos con él quiero que hablemos de unos negocios que tengo en mente
–agregó el viejo Suar

– Cuando termine con el ruso hablaremos de lo que quieras, querido amigo. Ahora vayamos a descansar que fue un día bastante cansador y porque no, prometedor.

– Tu lo haz dicho. Ve con tu prometida que de seguro te estará esperando. Mañana hablaremos mejor.

Nos despedimos con un abrazo y ambos se retiraron a sus habitaciones. Me quedé ordenando unos documentos y dando unas pequeñas directivas a los hombres que se encontraban en la estación de servicios abandonada. Escuché que la puerta de la oficina se abrió para luego después cerrarse.

•El precio del servicio•© #EN EDICIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora