28.Él#2:

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28.Él#2.

El fuego entraba por las ventanas, sofocándome, aturdiéndome y desconcertándome.

Y luego comenzaron los balazos de nuevo. Intenté pararme, sin entender la situación, y sintiendo un pulsante dolor sobre mi costado.

Parpadeé rápidamente, al mismo tiempo que todo se comenzó a ver lucidamente, con las cosas acomodándose y figurándose a algo completamente paralelo a la realidad en la que me encontraba. Los sonidos estridentes comenzaron a escucharse más elevadamente, junto con el rítmico sonido de los balazos.

Cerré mis ojos y los abrí de nuevo, tratando de agudizar la mirada, pero el escozor del fuego me hizo cerrarlos de nuevo. Los abrí de nuevo cuando sentí una cachetada sobre mi cachete.

Era Tamara, quien negaba con la cabeza, exasperada.

- ¡Tomás! ¡Despierta! Sitt-gritó alguien encima de mí, sentado de horcajadas. Las palabras eran borrosas, pasando como un mal sueño. Lo único que lo que estaba enfocado era cómo sus irregulares labios exiguo grosor se movían, saboreando el sabor de su cortada en el labio. Noté cada una de sus raspadas: una sobre la frente, otra en su ceja, terminando con un moretón recién hecho en la mejilla derecha. Sonrió un poco al verme-. Maldito inútil.

-Eh, ¿Qué traes? - la empujé, haciendo que su cuerpo sentado de cuclillas cayera hacia atrás. Soltó una mueca. Fruncí el ceño y fue en ese momento que vi el metal enterrado en su pie. Estuve a punto de comenzar algo cuando puso la palma de su mano en el suelo y se hizo hacia adelante, ágilmente.

- No te puedes levantar- señaló mi pierna.

- ¿Qué?- pregunté, confundido. Luego miré hacia donde Tamara señalaba: mi pierna, que estaba debajo de un escombro-. Madres. Ayúdame.

Sin hesitar, sacó el escombro incrustado de mi pierna, y solté un gran grito de dolor al que ella no se inmutó.

-Tenle cariño- dije y sentí la pulsación en mi pierna, y reprimí el dolor. Ella sólo asintió y ató la camisa que sostenía en su mano sobre mi pierna.

-¿Has visto a Driek?

Me tendió una mano, y yo fruncí el ceño, extrañado. Ella suspiró, murmurando una maldición en un idioma irreconocible y tomó mi mano entre la suya, haciéndome sentir esa familiarización en su toque. Me quedé unos segundos más parado, escuchando cómo las cosas se desmoronaban a mí alrededor.

Subió su pie ileso y me dio un guamazo en mi trasero con su pie al mismo tiempo que alargué mi mano para tomar uno de los planos de la agencia.

-Que si has visto a Driek.

-No- le dije y al mismo tiempo tomé mi traje y el celular que sostenía en mi mano mientras ella me arrastraba hacia fuera del pasillo con determinación, cojeando al mismo tiempo.

Fue en ese momento que vi la realidad a la que, súbitamente, había sido absorto: los pasillos que recordaba de un color pálido cerúleo ahora eran de un color carmesí, las llamas corriendo desde lo más alto, las ventanas mostrando escenas hacia la esquina de la playa rocosa donde los cuerpos inertes se tendían en fuego.

- Putain enfant-murmuró ella, mirando a su alrededor, en busca de alguien. Apretó sus labios y se volvió hacia mí, con gotas de sudor fundidas con sangre cayendo por su frente. Su rostro estaba comenzando a perder el color, y sus ojos estaban rojizos, como si hubiesen estado con escozor mucho tiempo o llorando.

-¿Zared?- inquirí, elevando una ceja y cerrando un poco mis ojos cuando sentí un pequeño vértigo, Tamara comenzándose a verter en su propio reflejo.

2. Agente TF01, pandemónium.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora