39. Ella.

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39.Él#1

Nos encontramos con Tomás a medio camino, corriendo hacia nosotros, agitado, alarmado.

—Está dejando de respirar— dijo, buscando mi mirada.

— ¿Qué?— fruncí el ceño, casi como si estuviera confundida, como si no supiera qué significaba eso, casi como si desconociéndolo pudiera pausarlo.

—Que no está respirando— dijo, exasperado.

—Sí, ya sé. Sí te escuché.

Nos quedamos en silencio, y pude sentir cómo era que Andrés se tensaba a nuestro alrededor, notando la intensidad que había entre los dos.

Parpadeé rápidamente, negando con la cabeza.

— ¿Por qué no estás con él?— le pregunté, quizás más brusco de lo que debería.

—Tamara— dijo, con firmeza, pero con sutileza al mismo tiempo.

— ¿Por qué lo dejaste solo?

— ¿Qué querías que hiciera? – rezongó—. Me preguntó por ti.

—Pues que no vinieras y te quedaras con él. Eso quería.

Él negó con la cabeza, arrugando su rostro.

—No— dijo.

—No, Tomás, sí.

Él siguió negando con la cabeza, rascándose su muñeca, y se volvió hacia Andrés.

—¿Nos puedes dejar tantito a nosotros? ¿Sí? Como quiera no puedes responderme. Gracias— dijo, sin esperar que le respondiera.

Andrés, frunciendo el ceño, se dirigió hacia dentro del edificio, donde estaba Mayi.  Dispuesta a seguirlo para ver a Zared, Tom me tomó de la cintura y me dio la media vuelta.

—Tamara— buscó mi mirada.

Comencé a negar con la cabeza.

—No— afirmé—. No. No puede pasar. No va a pasar.

—Tamara. Chingados. Cállate y déjame hablar.

—¿Qué?— espeté.

—Vas a entrar ahí con Zared y...

—Tomás, ya deja de hacer eso.

—¿Hacer qué?

—Hacerle como si todo estuviera bien.

—¿En verdad crees que estoy actuando como si todo estuviera bien?— rio con sardonia, y negó con la cabeza—. ¿En verdad crees que pienso que todo está bien?

—¿Entonces por qué quieres que entre ahí y le diga a Zared que todo va a estar bien? ¿Qué está pasando por una fiebre y que su papá va a venir aquí?

—Nunca te dije eso— sacudió la cabeza—. No agregues palabras.

—Pero me lo ibas a pedir.

—Te iba a decir que entraras ahí y te quedaras ahí con él, porque para él eres como su hermana— dijo, tajante—. Eres lo único que tiene ahorita. ¡Y ya me cansé de estarte gritando, Tamara! En serio que ya me cansé.

—¡¿Y por qué me lo dices gritando?!

—Ay, ya, no mames, Tamara.  Estamos aquí, gritándonos, persiguiéndonos, dejándolo,  y en verdad no nos vamos a empezar a pelear por estas pendejadas cuando tenemos a un niño moribundo adentro que nos está esperando.

2. Agente TF01, pandemónium.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora