11.Él#2.

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11.Él#2.

—Entonces estabas preguntándote si los animales tienen creencias religiosas y terminaste pensando en el tiempo bíblico— dijo Driek, tomando la nota que le estaba dando, la que explicaba mi teoría sobre la nada.

Asentí. Habíamos estado hablando incómodamente, como si pudiéramos vincular de alguna manera, pero él sólo se había tornado en una persona complemente diferente, aunque seguía igual, con el rostro de su padre, el cual nunca había relacionado.

—Estaba tomando una clase de teología por accidente— le dije—. No me gusta hablar de religión ni nada, pero estaba aburrido...

—Pero, es que no entiendo—me cortó—, ¿cómo le hiciste para exentar física?

—A ti te ponían a Mozart. A mí me ponía a los alemanes: Einstein, Ohm, Newton, aunque ya me fui al Reino Unido.

Frunció un poco el ceño, y asintió. Elevó un poco su comisura derecha

—El punto es que estaba aburrido, así que entré y tomé la Biblia porque el maestro era uno de esos señores cuadrados, de los que no se preguntan por qué, y creen por machete, sin tener fundamentos. Ingenuo, de alguna manera.

—Eh, Tomás... Creo que estás describiendo a casi todos los fanáticos en este momento.

—Créeme que los fanáticos sí tienen argumentos— señalé—. Pero lee.

—Está en alemán.

—Madres, digo, sí es cierto— tomé el papel y lo doblé. Me di cuenta que estaba intentando quedar bien con él. Subí mis piernas a la cama y me rasqué la punta de mi nariz, notando cómo es que subía su pierna arriba y abajo frenéticamente—. Mira, como el teólogo ese me parecía lo que ya te dije, tomé la Biblia y me puse a leerla. Génesis. Días. Todo eso, ya sabes. El problema es que me lo tomé literal.

—Esa es la regla— dijo, titubeando un poco y sonriendo torcidamente.

Le di un manotazo en el brazo y otro en su moflete.

—No— le dije—. Hay una persona dentro de ti que quiere salir. La estás matando con tu timidez.

—Tomás— rio un poco—. Yo soy así.

—Bueno, ya, equis— continué—. ¿Le sigo?

—Digo, pues sí es medio interesante ver cómo intentas hacerme ateo— rio un poco, rascándose una ceja.

Se quitó los zapatos, haciéndome envidiar la facilidad con la que podía hacer eso, y se sentó en la cama, a mi lado, pegando su espalda contra la pared.

 —El punto es que estaba intentando relacionar de alguna manera el tiempo bíblico con el tiempo literal, el metafísico, pero el que no deja afuera la palabra física. Y nada tuvo sentido, pero todo lo tuvo al mismo tiempo. Estamos hablando de una semana, seis días, uno de descanso, y de alguna manera, con algún patrón, todo podría tener sentido, todas esas divisiones que se alargan de día a día, sin ser tan literales, pero aun así sería algo desconocido, ¿me vas entendiendo?

— ¿Eres católico?—elevó una ceja.

—Creo que me estoy haciendo sincretista, aunque también creo que los católicos en algún sentido son sincretistas, nunca han dejado el politeísmo. Pero no le digas nada de esto a Tamara— sacudí mi cabeza—. No hablemos de tu her... de ella. Puta madre, qué complicado es esto. 

—Sí... No sé, estoy algo shockeado.

—Mira— me volví hacia él—. Sé que tú estás incómodo. Yo también estoy incómodo. Me quieres preguntar cosas. Yo también. Pero también los dos queremos ignorar todo eso, así que qué te parece si somos falsos un ratito e ignoramos todo eso.

2. Agente TF01, pandemónium.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora