34. Ella:

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34. Ella:

Silenciosamente, en la noche, todos nos dirigimos hacia al comienzo de la simulación, sabiendo que no podíamos quedarnos ahí por mucho más tiempo. No fue tan difícil como la vez pasada, sobre todo porque estábamos evitando todo el trayecto que venían siendo las pirámides, y habíamos ido directo hacia el rio, el bosque, el cual se conectaba con la ciudad.

Moviéndonos entre la ciudad, no pude evitar preguntarme si ese era el único uso que le daban, porque no parecía ser una buena inversión.

Y, efectivamente, había el material para ayudar a las personas.

No estábamos seguros de qué más se hacía ahí, quién más la habitaba, pero por el momento funcionaba que estuviéramos bajo un techo, con pinzas y gasas para poder ayudar a los que estábamos sangrando.

Sin embargo, no parecía estar mejorando. Durante el trayecto las personas habían comenzado a desarrollar síntomas y tosido sangre, al igual que bajos color de pigmento en la cara.

Por el momento estaba al lado de un agente que había recibido un balazo en el hombro, y estaba calentando algo para soldar la herida después de que Mayi la tratara. Mayi tenía alrededor de nuestra misma edad, quizás un poco mayor, y pese a que según yo sus etimologías decían algo más, tenía su cuerpo tatuado con tatuajes hindúes. De reojo vi cómo es que Tomás, seguido por Zared, estaba agachado al lado de una persona, cosiéndolo con la ayuda de Mayi, turnándose el hilo. Algo dijo Mayi que hizo que Tomás elevara ambas cejas y su comisura derecha, alzando aquel colmillo derecho.

Yo elevé una ceja y quité el cuchillo.

-Somos treinta y ocho- había dicho Mayi-. Pero no van a durar más de un día aquí.

Lo puse sobre la herida, poniéndole una gasa a la mujer para israelí en la boca y sintiendo cómo es que me mordía un poco.

Solté un gemido cuando dejé caer mi pie contra el suelo, sintiendo cómo mi rodilla se contraída y mi corte en la planta de mi pie se profundizaba.

-Ahorita le digo a Mayi que te venga a checar- le dije, poniéndome de pie con la planta hacia arriba-. En un rato vuelvo.

Me di la media vuelta, chocando con alguien, y dije cuidado por lo bajo. Sin embargo, cuando me encontré con su rostro al bajar la mirada, ladeé mi cabeza.

Se me quedó viendo.

Me le quedé viendo.

Él salió corriendo.

Lo seguí.

bajó por las escaleras y yo lo seguí persiguiendo, mi herida en mi pie derecho aumentando al mismo tiempo que la presión sobre mi rodilla, todos mis sentidos avivándose y diciéndome que debería de dejar de hacer eso, que algo estaba mal, que ese no era el camino que debía de seguir.

Terminé, por alguna razón, parada en la mitad de la calle de la simulación.

No había luz en las calles, y lo único que llegaba a iluminar era la leve luz sintética de los paneles que estaban sobre mí. Todo era demasiado utópico, con las calles calladas, sin ninguno de los vestigios de los meses atrás, donde todo se podía recrear tan fácilmente.

Comencé a jadear repentinamente, sintiendo el pulsante dolor creciendo por toda mi pierna derecha, y brame cuando vi a aquella persona corriendo hacia el comienzo del bosque, donde habíamos decidido situarnos por si acaso, para no ser acorralado.

Y seguí corriendo, vitoreando cada uno de los árboles y perdiéndome en esa misma silueta, hasta que, sentí que algo se caía de mi bolsillo.

Era el celular de Tomás.

Estuve a punto de dejarlo ahí, tirado, cuando vi el brillo en la pantalla.

Me agaché y lo abrí.

Era un mensaje de Massimo.

Otro era de mi papá.

Y tenía señal.

Lo abrí, poniéndome en medio de los árboles y mirando a mí alrededor, para así asegurarme que nadie viniera hacia mí, algún atacante, buscando el mismo tiempo, y marqué al número de mi papá.

Contestó en cuestión de segundos.

-Yob, Tamara- dijo.

-Hola, pá- le dije, dándole vueltas sobre mi propio eje-. ¿Están todos bien?

- ¿Qué?- preguntó, a medias-. Tamara. Las cosas están mal aquí y...- se cortó-. Trampa.

- ¿Papá? Estamos en la isla artificial. El nivel 15.

- ¿Qué 15?

-Nivel. Estamos ahí.

- ¿Qué hacen ahí?

-Teníamos que salir- dije-. Pero, pá, no es eso, Yaroslav está aquí.

- ¿Qué de Yaroslav?- preguntó-. Tamara, ¿están bien?

-Sí. Que Yaroslav está aquí.

Y se quedó en silencio. Al comienzo pensé que se había colgado la línea, pero escuché un poco su respiración.

- ¿Mi hermano está ahí?

-Que sí.

-¿Yaroslav?

-Estoy a punto de lanzar el teléfono.

-Niña malcriada, pero, Tamara- dijo, lentamente-. Mi hermano trabaja en textiles. Quien sea que sea esa persona, no es mi hermano.









2. Agente TF01, pandemónium.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora