33.Él#1:

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33. Él#1:

La gente ya había entrado a la cocina cuando entramos al comedor.

Las mesas estaban volteadas, con algunas personas sentadas sobre ellas, expectantes, simplemente viendo el escenario enfrente de ellos:

El hombre a su pleno apogeo, eufórico, las mujeres de la cocina asustadas, saliendo por la puerta por la que acabábamos de entrar.

Lo primero que noté fueron las personas que estaban agazapadas en la esquina, tosiendo, con la tez cerúlea y ojos hinchados, pareciendo casi enfermas.

Alguien me tomó abruptamente por la espalda y me dieron la media vuelta. Sentí algo presionado contra mi cuello. Intenté moverme, pero la persona que estaba detrás debía de ser igual de alta que yo, sino era que más.

Los ojos de mi mamá se abrieron, y ladeó su cabeza, negando con ella.

-Dé la orden- dijo, para mi sorpresa, una mujer, en español, con la voz aletargada.

El caos siguió a nuestro alrededor, sin ser conscientes o siendo indiferentes a Victoria.

Subí un poco la mirada, encontrándome con Annika, sentada en uno de los balcones, con sus pies balanceándose y sus manos sujetas contra los barandales, observando, con el ceño fruncido.

-Deje a mi hijo- dijo mi mamá, con tranquilidad.

-Ya no puedes usarlo como escudo.

-Perdone, pero es usted quien lo está usando como escudo.

-No me refiero a que des la orden de la comida, sino a una para que nos deje al comando de este submarino, salga de él y no la volvamos a ver nunca.

-No puedo hacer eso. Estamos bajo agua- vi cómo se movía su garganta, y la vi apretando sus manos.

-Podemos navegar hacia otra parte si lo mandas.

-¿Y me va a dejar en el agua, para morir?

-Eso es todo lo que queremos. Nos quedamos leales a ustedes, sobre todo por tu esposo y por Massimo, pero ya no tenemos nada. ¡Ni siquiera tenemos qué comer o dónde dormir!

-Entiendo- mi mamá asintió, fingiendo paciencia-. Y van a hacer todo esto antes de que haga un fideicomiso o haga la indemnización para los empleados que sí tenían contrato. ¿Eso es lo que quiere?

El agarre la pistola bajo un poco, y con eso supe que ella había vacilado un poco.

Me di cuenta que no sabían qué iba a pasar. Que ni siquiera sabían qué querían. Quizás porque no había ninguna de esas opciones en ese momento, y la verdad es que no le veía salida a esto.

-Mi vida en general no tiene valor. Tanto ustedes como ellos me quieren muerta. Pero la transición de mi vida hacia mi muerte sí tiene valor.

La mujer se quedó callada, casi como si estuviera reconsiderando lo que estaba sucediendo.

-¡Sólo está soltando la lengua para salvarse la piel!- gritó alguien, súbitamente-. ¡Mátala!

-Kill her!- una voz aulló.

-Zabít ji- se escuchó otro grito.

-Spanel nran- otro grito se unió.

Escuché la risa de la mujer a mi lado, tergiversando al realidad que yo tenía, donde quizás sí la salvarían.

-Joqtlu tagħha- los gritos se comenzaron a unir, y la pistola bajó y la dejó caer en el suelo. La mujer puso sus brazos alrededor de mis hombros, reteniéndome. Intenté moverme, pero me sostuvo con fuerza.

2. Agente TF01, pandemónium.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora