24.Él#2.

701 113 16
                                    

24. Él#2.

La agencia nunca dormía, porque de alguna manera todos los husos horarios colisionaban en ese lugar para poder trazar aquellas líneas intangibles sobre nosotros.

Ingrid parecía pensar lo mismo que yo, porque aquella noche de equinoccio, ambos sentados en la terraza de la oficina y departamento de mi mamá, nos quedamos despiertos hasta tarde, esperando a que llegara aquel avión o barco que dijera el regreso de aquellos que esperamos.

- ¿Así que no hay ninguna niña?- me preguntó ella.

Reí un poco, acomodándome mis lentes.

-No. Apenas tengo diecinueve.

-A esa edad, más o menos, conocí a tu abuelo.

- ¿En serio?

Ella asintió, alegre.

-Venía de las fuerzas aéreas de Colombia. Con un año de especialización en aeronáutica y aeroespacial entró, y de alguna manera a los veintiséis lo enviaron aquí. Yo era enfermera, él había tenido un descuido al momento de recoger un agente y había entrado otro de la OCU, así que le habían disparado en el hombro. De alguna manera lograron llegar hasta acá con un piloto lesionado- sonrió, con ironía-. Antes no estaba el edificio de ciencias políticas y había un jardín con una fauna diversa. Acres, árboles de cerezo, una fuente. Ambos vivíamos aquí en la isla, así que nos topábamos varias veces. Pero después me lanzaron para la campaña de ser la nueva directora, y él me comenzó a hablar porque ya sabía mi nombre. Nos veíamos mucho en ese jardín. Y ahí me pidió matrimonio cinco meses después.

- ¿A los cinco?

-Me hubiera casado a la semana si no estuviera en la campaña- se encogió de hombros, riendo.

- ¿Qué pasó?

-La ilusión de estar con una persona se hizo real. Eso pasó. Le chupaba la luz a la familia, Matías no se llevaba bien con él y siempre quiso que nos divorciáramos, Victoria se comenzó a hacer como él, y después de que Matías murió me di cuenta que...- sacudió la cabeza-. No podía. No podía pensar que mi hijo veía cómo estaba de mal. Y luego lo pienso, qué hubiera sido de mí si no me hubiera pasado, si me hubiera ido de directora. Me hubiera ahorrado mucho drama, pero es lo mismo con el balazo, ¿qué si no me hubiera quedado tendida ahí a causa del balazo y me hubiera parado, solo para que me dispararan en la cabeza? Tuve suerte.

Me sonrió, y yo no pude evitar saber que ella lo sabía.

Tenía que saberlo.

Ella se quedó dormida sobre su silla de ruedas afuera, y la dirigí cargué hacia donde la cama de mi mamá. Era algo pesada, pero con el tiempo y los trayectos hacia el baño que habíamos hecho ese día, el primero fuera del hospital, ya me había acostumbrado.

La mañana siguiente me desperté y ella aun seguí dormida, así que me puse de pie y me dirigí hacia la cocineta. Como era de esperarse, no había comida. Me cambié a unos pantalones largos y una camisa de franela de color roja con mangas grises, y con esa ropa me dirigí hacia el mercado. Sin embargo, al ver la cantidad de gente y la manera en la que se comunicaban me di la media vuelta y me dirigí hacia la zona donde había algunos restaurantes. No obstante, en cambio a los husos horarios, en esto sí había horarios.

Estaba todo atiborrado.

Suspiré y, en cambio, me dirigí hacia el hospital para conseguir aquellos sedantes que Ingrid quería.

Obviamente, no era un hospital normal. No era coloquial, no era lo que vería, porque no era coordinado.

Tardé encontrar a una enfermera, pero finalmente lo hice y ella me dio los antibióticos. Leyendo la receta para no ver a la gente a los ojos, caminé hacia el edificio donde estaba el departamento.

2. Agente TF01, pandemónium.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora