2. Sarahí

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Miré a través de los mechones lacios de cabello negro que se adherían a mi sudorosa frente al vampiro que me había tumbado sobre la colchoneta por enésima vez en una hora.

   Estaba respirando agitadamente y lo que más me irritaba era que él no mostrara signos de cansancio.

   Él me tendió de la mano y me volví a hacer la coleta para arremeter contra el con la técnica que nos había mostrado la señora Holt.

   Terminé de nuevo sobre la colchoneta y la golpeé con los puños una y otra vez.

   Steve parecía estar pasándosela a lo grande tendiéndome sobre el suelo una y otra vez como a una muñeca de trapo.

   -¿Qué hago mal?- le pregunté finalmente mirándolo desde el suelo. Sabía que no le ganaría nunca.

   -Nada- aseguró él. 

   Me negué a creerlo, si hubiera hecho bien las cosas él hubiese caído al suelo no yo.   

   -Tan solo eres humana, Sarahí, no podrás vencerme si no usas un poco más tu fuerza.

   Me puse de nuevo en pie para volverlo a intentar, redoble la fuerza de la ofensiva y justo cuando parecía que él iba a terminar en el suelo por una vez volví a sentir el suelo contra la espalda.

   -Maldición- mascullé a la vez que la profesora daba la clase por finalizada.

   -Eso ha estado mejor, mucho mejor- aseguró Steve alejándose hacía los vestidores tras revolverme cariñosamente los cabellos.

   Miré a mí alrededor para buscar a las demás, vi a Tori en un círculo de hombres lobo y a Joanne a su lado. No me pareció que estuvieran platicando más bien era una acalorada discusión.

   Tori y Joey no solían acercarse a los hombres lobo y solo había dos tipos de excepción a la regla: la primera era que estuvieran buscando como cabrear a Mia y la otra que estuvieran a punto de irse a los golpes con alguno. Aquella me parecía la segunda opción.

   -¿Derek, ahora peleas con chicas?- vocearon detrás de mí.

   Sonreí para mí.

   Grey protegería siempre a Joey y la sacaría de todas los líos en que ella se metiera.

   -¿Te estas ofreciendo?

   -Lo siento, no me gustan los lobos. Nada personal. Joy, vámonos, deja que Derek vaya a su clase de ‘como aullarle a la luna’, ‘técnicas para desenterrar tu hueso’ o a ocuparse de cual sea la asignatura perruna que tiene para la ultima hora.

   Joanne y Derek se fulminaron unos instantes más; finalmente Derek apartó la mirada y marchó hacia los vestidores con paso furibundo.

   Cuando Derek ya casi había llegado a los vestidores de los chicos Joey gritó detrás de él:

   -La próxima vez te golpeare en serio, Derek.

   -Ya sabes dónde encontrarme, muñeca.

   -¡No soy una muñeca!- espetó Joanne, se sacó una zapatilla y le acertó en la cabeza al hombre lobo.

   Derek giró en redondo mostrándole los dientes a mi amiga.

   -Lo lamento, tienes razón, eres más bien una endiablada gata.

   -¿Me has llamado gata, Derek Simmons?- se exaltó Joey.

   -Gata endiablada, para ser precisos- le corrigió el chico.

   -Oh, déjame matarle, se ha pasado- masculló Joey caminando hacia el hombre lobo totalmente furibunda.

    Grey retuvo a Joey y esperó a que Derek desapareciera en el vestidor tras dedicarle una mirada burlona a la chica. Joey que miraba molesta el lugar donde el hombre lobo había desaparecido como si quisiera ir detrás de él y darle una patada en el trasero.

1. Historia de los Guardianes: Otoño. |En edición|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora