25. Jonathan

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El tiempo empezaba a agotarse para todos, Jonathan podía sentirlo, podía sentir cómo la tensión en el submundo se iba haciendo cada vez mayor; pero había algo más aquella vez, algo que no había ocurrido antes y era eso lo que le tenía tan inquieto, dando vueltas en su despacho. Por más que trataba de sacar en claro algo de toda aquella situación, no lo conseguía.

   Todo aquello estaba consiguiendo acabar con sus nervios si se sumaba la nota que había aparecido en su mesa de pronto en medio de una clase; un papel blanco, doblado por la mitad, con la clara letra de Mnemósine convocándole a una reunión; de nuevo. Estaba cansándose de aquellas reuniones que no llevaban a ningún lado.

   Pero llegaría tarde, lo supo de inmediato, no podía seguir postergando aquello; tenía que probar las habilidades de las guardianas, aunque lo sacrificaran de nuevo por acudir tarde. Había algo que estaba fuera de orden y fuera lo que fuera ellas debían estar lo bastante preparadas como para valerse por sí mismas como para sobrevivir durante unos momentos, en caso de que él y los demás dioses pudieran llegar a auxiliarlas. Ese hecho se hizo más notable que nunca tras el ataque de las Sombras hacia ellas; las chicas no le habían dicho nada, por supuesto, pero habían cosas que él no necesitaba que le contaran.

   Sólo había una manera de probar aquello y Jonathan la conocía a la perfección, y, aunque aún no estuvieran preparadas, aquello que estaba a punto de hacer tenía varios objetivos, entre ellos divertirlo a él.

   Dos ligeros golpes sonaron en la puerta y sin esperar ninguna respuesta la Mia asomó su cabeza de cabellos rubios al salón, detrás de ella pudo ver a Viktoria y las otras cuatro chicas. Sus expresiones denotaban mal humor, ellas siempre estaban de mal humor con él, Jonathan estaba contento por el éxito que había conseguido en aquel aspecto, incluso si Joanne solía llevarlo todo a extremos muy innecesarios.

   -Disculpa- soltó Mia de golpe entrando a la habitación, con las otras chicas tras ella, mirando alrededor mientras cruzaba los brazos sobre el pecho-. ¿Quién eres y dónde está el señor Weiß?

   Con un movimiento de manos la puerta se cerró y Jonathan recuperó su aspecto usual, había tomado la forma de aquel chico bajo y desgarbado para confundirlas. La magia era limitada para los dioses, podían practicarla, pero limitadamente; era una de las cosas que envidiaba de los submundos, casi todos ellos podían ejercer un tipo determinado de magia, y luego estaban ellos que tenían que limitarse a trucos como aquellos y cuyo verdadero poder estaba concentrado a los distintos aspectos para los que estaban destinados.

   Escuchó un par de dientes rechinar en medio del consternado silencio; probablemente serían los de Joey, la chica siempre estaba quejándose a su alrededor, haciendo caras y retándole como si para ella no fuese más que un juego. Quizás en realidad era un juego para la menor de las hermanas Feuerbach, después de todo, la mayoría de las cosas parecían ser una broma para ella.

   Claro, que luego estaba la hermana de la chica, tenía entendido que Karoline solía ser una chica bastante problemática, sin embargo desde que había llegado a la academia él no había tenido demasiadas oportunidades de ver aquello en ella; quizás aún estaba demasiado impresionada por todo el nuevo mundo que se había revelado frente a ella, pero hasta aquel punto era la menor de ellas la que más líos causaba.

   -Lo siento, pero yo no tengo tiempo para estas tonterías- dijo Joanne volviendo a la puerta para salir-. Tengo clases que son más importantes que un dios aburrido.

   Giró la manilla de la puerta y se giró a mirarlo muy molesta.

   -Si no abres la puerta voy a quemarla y voy a golpearte en la cabeza con los restos- espetó sin parecer pensarlo dos veces.

1. Historia de los Guardianes: Otoño. |En edición|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora