De haber sabido que ellos estaban aguardando con eterna paciencia afuera no habría dicho lo que había dicho sobre Joanne y tampoco habría hecho un cuadro tan parecido a los que hacia Joey.
Lo curioso con cada cosa que hacia Joanne era que ella lo podía hacer sin complicación alguna mientras que si alguna otra persona lo hacía salía exactamente al revés de lo que planeaba que fuera.
El caso es que aunque yo no planeaba nada en absoluto, aparte de ir a rumear a algún rincón solitario de la casa de Jonathan, fui a parar directo a los brazos de un puñado de oscuros.
Sentí en cuanto entre en el campo de aislamiento supe que me habían atrapado.
La señorita Aldrige nos lo había explicado una vez. Un campo de aislamiento es una trampa segura, aunque solo unos cuantos tienen la habilidad de usarlos. El campo está diseñado para reconocer a la presa que buscan por medio de algo de esta que se coloca dentro del campo, un cabello, un pedazo de uña, una gota de sangre, cualquier objeto personal o sentimental era bueno para dejar a la persona atrapada dentro del campo sin posibilidad alguna de salir a menos que el captor si lo desee.
Me sentí estúpida, completamente estúpida, cuando me supe dentro. No es que pudiese ver el campo, eso era imposible, pero lo percibí a mí alrededor como un blindaje invisible. Comparé mi situación con la de una abeja atrapada debajo de un vaso.
Tras analizar mi situación durante unos momentos, coloqué mi mano sobre el lugar donde sentía la barrera y una suave luz azul claro se extendió como diminutos rayos sobre el campo. Primero fue un cosquilleo en las puntas de los dedos que de pronto se convirtió en una descarga eléctrica. Aparté la mano entumecida y recordé las palabras de Jonathan que había escuchado desde la cocina:
"Creo que hay algo que no han entendido aun. Son las guardianas, con poderes casi ilimitados y como tales no se limitan a correr como gallinas asustadas sino que acaban con lo que las amenaza"
Tomé aire haciendo trabajar mi mente a mil debía de haber una manera de salir de ese campo. Pero no había salida.
-No pierdas la cabeza, no pierdas la cabeza...- me repetí una y otra vez hasta conseguir que mi ritmo cardiaco se tranquilizara.
Cuando empezaba a pensar que quizás si ideaba alguna estrategia podría salir de ahí y alertar a los demás, entraron los oscuros al campo y ahí se acabó lo de tranquilizarme.
Eran cinco que me mostraban los dientes de manera amenazadora. Apestaban. Eso fue lo que me alertó de su presencia. Apestaban a muerte y a sangre. Me dieron arcadas y sin poder evitarlo retrocedí unos pasos. Lo siguiente de lo que me enteré fue que eran enormes, siempre había considerado que chicos como Grey o Lawrence eran enormes, pero ellos no le llegaban ni siquiera al pecho a esos oscuros.
Intenté hacer lo mismo que con el elfo oscuro dentro de sus cabezas, pero entonces me di cuenta que cada vez que trataba de luchar el campo me daba una descarga.
Tuve que reconocer que estaba en un aprieto de los grandes y no había escapatoria.
-¿Que quieren?- les chillé.
Chillarles tampoco me salió bien.
Uno de ellos acercó tanto el rostro a mi cara que casi le vomito sobre sus asquerosamente sucias botas.
-Dinos donde están la guardiana de agua y la de tierra.
Escuché como arrancaba un coche y se cerraban puertas.
Suspiré aliviada y decidí que no. Ellos no sabrían el paradero de mis amigas nunca por medio de mí. Nunca.
Miré a los ojos inyectados de sangre del oscuro. Me pregunté un instante de qué color eran antes de convertirse en esa masa sucia y sanguinolenta. Creí adivinar un color gris.
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1. Historia de los Guardianes: Otoño. |En edición|
FantasyOtoño, época de cambios. Joanne, Viktoria, Sarahí, Gemma y Mia siempre fueron humanas entre los seres mágicos, pero al volver de las vacaciones todo en lo que habían creído hasta entonces es puesto en duda cuando extraños sucesos empiezan a ocurrir...