Entré en la habitación dando un fuerte portazo y despertando a Jonathan que se había quedado dormido en una silla del pasillo. Al cabo de unos momentos lo tenía dando golpes a la puerta.
-¿Qué quieres?- le solté a bocajarro a la vez que abría de nuevo la puerta.
Quería enfadarme sin que él estuviera observándome como un hongo mutante o algo venido del planeta Venus.
Grey había conseguido enfadarme, como siempre. Y yo aun así le quería, como siempre.
-No has vuelto en toda la noche.
-Muy observador.
-Joanne Feuerbach, me debes una explicación.
-Y es ahí donde te equivocas, no te debo ninguna explicación a menos de que pretendas tratar de expulsarme. Así que ahorrémonos esto si no lo intentarás- se me ocurrió algo más, aunque eso probablemente le enfadara de veras-. Aunque quizás sería bueno trataras de hacerlo, de esa manera conseguiríamos librarnos todos de ti cuando mis padres te echaran a patadas de la academia. Entonces podría volver a respirar en paz y tranquilidad sin sentir tu aliento en mi cuello.
Jonathan, me había ido dando cuenta con el paso de los días, no era una persona a la que se pudiese enfadar muy fácilmente y que si se molestaba no lo mostraba nunca.
Ahora estaba frente a mí con el rostro inexpresivo tratando de encontrar algo que replicar.
Al ver que no encontraba ninguna respuesta me aburrí de esperar.
-Buenas noches, Jonathan- le cerré la puerta frente a la cara y me dirigí a tomar un pijama.
Me metí en el baño como si fueran las diez de la noche en vez de las tres de la madrugada. Cuando salí me miraban cuatro pares de ojos entre curiosos y molestos.
Traté de ignorarlas en un principio pero acabé por rendirme ya que sabía lo insistentes que podían llegar a ser.
-Suéltenlo, ya sé que no se van a quedar con eso dentro.
-¿Dónde demonios te metiste toda la noche?- me susurró Vika.
Sabíamos que Jonathan tenía oídos de murciélago, en sentido figurativo desde luego, y que lo más probable es que estuviera plantado frente a nuestra puerta atento a cualquier palabra de nosotras.
-Grey- respondí en el mismo tono bajo-. Cerraron la puerta y yo estaba a punto de echarla abajo a punta de fuego cuando una de las doncellas salió y Grey consiguió mantenerla abierta. Estaba furioso conmigo así que durante la cena estuve engatusándolo hasta que conseguí sacarlo del edificio para hablar. Creo que está empezando a aceptar el hecho de que su mejor amiga sea una criatura de fuego- me reí entre dientes y ellas pusieron los ojos en blanco.
Me estiré en la cama tratando de dejarme vencer por el sueño, pero estaba demasiado agitada.
-Nicholas casi me rompe la nariz con la puerta del piso de magos de aire. ¿Alguien sabe lo que le ocurre? Iba mascullando algo sobre la loca mejor amiga de la temeraria señorita Taubenweide- giré para mirar a Mia-. ¿Qué sabes?
Mia me miro con cara de pocos amigos.
-¿Estás insinuando que yo hice algo, Joanne?
-No. Yo sé que hiciste algo, porque generalmente cuando la gente se enfada es porque yo hice algo, pero cuando no les he hecho nada y de paso mascullan tu nombre es porque tú has hecho algo así que escúpelo ya, Mia.
Ella sonrió ante mi lógica y confesó:
-Trepé por la pared desde su habitación hasta aquí.
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1. Historia de los Guardianes: Otoño. |En edición|
FantasyOtoño, época de cambios. Joanne, Viktoria, Sarahí, Gemma y Mia siempre fueron humanas entre los seres mágicos, pero al volver de las vacaciones todo en lo que habían creído hasta entonces es puesto en duda cuando extraños sucesos empiezan a ocurrir...