27. Felice y Alexis

227 6 6
                                    

Felice pateó una roca fuera del camino mirando molesta a Alexis que iba adelante. La piedra impactó contra el zapato de su amiga haciendo que esta le dirigiera una mirada fastidiada.

   -¿Puedes parar de hacer rabietas, Felice Liliencron?

   -Yo no soy la loca que está entrando a una búsqueda idiota y además arrastra a su mejor amiga con ella.

   -¿Y a ti quién te ha dicho que eres mi mejor amiga?- Alexis arqueó una ceja en dirección a la maga de tierra.

   Felice le dedicó una mirada de pocos amigos, puso los brazos en jarras y siguió a la otra chica pateando aún más piedras fuera del camino hacia los zapatos de Alexis.

   -Esto es idiota; el bosque no tiene límites, todos lo saben.

   Alexis solo la miró de reojo sin detenerse en su camino hacia las caballerizas.

   -Eso que estás diciendo, eso es idiota. Todo tiene límites, hasta este bosque. No puede durar por siempre.

   -¿Y para qué quieres encontrar un condenado final a esto? ¿Por qué no puedes solo dejar el bosque a cómo está?

   -Porque quiero saber qué hay después del bosque. En algún punto tiene que terminar, Felice.

   -¿Y entonces qué? Si hay algo y está oculto detrás de un bosque tan grande como este es mejor que sé que ahí.

   -¿Qué podemos perder, Felice?- inquirió Alexis con tono despreocupado.

   -Oh, no lo sé…- fingió meditar Felice-. ¿La cabeza, por ejemplo? Ya sabes, nada importante, pero sería todo un detalle si las conserváramos. No lo sé, solo es una sugerencia.

   -No va a ocurrir nada- aseguró Alexis dando saltos sobre os charcos que se habían formado en el camino de tierra.

   -No me pringues- se quejó Felice cuando las gotas de agua lodosa le mancharon el pantalón de montar blanco.

   -No seas llorona, Felice.

   Felice soltó varios refunfuños antes de remedar molesta a Alexis.

   -“No seas llorona, Felice”, así que mejor vamos al Bosque Infinito, tratemos de encontrarle un final y probablemente muramos devoradas por criaturas de nueve patas y cinco cabezas. Es un buen plan, tienes razón. Lógico y sensato. Claro que si- la chica simuló garras con sus manos frente a su rostro, frunció los labios y fingió un gruñido-. Vengo a comerte, Sea.

   -Más tarde por favor- bromeó Alexis-, ahora necesito encontrar un final al Bosque Infinito y la verdad es que prefiero no ser alimento de criaturas del bosque. Nada personal.

   Felice dio saltitos detrás de su amiga.

   -¿Oye, y no te dice nada el nombre “Bosque Infinito”? ¿No se te viene a la mente algo como que es infinito y no tiene fin? ¿Algo como que los magos de tierra lo encantamos con nuestros guardianes para que fuera infinito? ¿Nada?

   Alexis rodó los ojos negando con la cabeza y abrió la puerta del establo con la cadera. La maga de agua caminó hasta el cuarto en el que guardaban las sillas de montar y demás y acarreó sus cosas al establo interior de su semental lusitano blanco. Felice suspiró y fue a por sus cosas antes de abrir la puerta del establo interior de su frisón negro y mirarlo con cariño.

   -Ehi, ragazzo. A quanto pare oggi noi moriremo in Infinite Foresta, ma non essere nervoso, non sarà problema- murmuró Felice en tono quedo a su semental.

   -A veces eres realmente exagerada- aseguró Alexis conduciendo fuera de la caballeriza al lusitano-. Y deja de meterle miedo en italiano al caballo.

1. Historia de los Guardianes: Otoño. |En edición|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora