24. Sarahí

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-La pequeña llama quiere parar la pelea- estaba diciendo un hombre alto vestido con una túnica de lino.

Era de noche y no nos encontrábamos en el sótano en absoluto. Estábamos alrededor de una fogata y había más hombres ahí.

Una Joanne de unos siete u ocho años se estaba enfrentando sola a todos esos hombres y no parecía aterrorizada en absoluto.

-¿Dónde dejaste a tus hermanos, guardiana de fuego?

-No andan muy lejos. Dejen esa lucha, solo se destruirán. 

Volvieron a escucharse risas.

-Las luchas son para eso, pequeña Guardiana, destruir al otro ejército es el fin.

-Es una guerra sin sentido. Hagan la paz y vuelvan a la vida como antes era. ¿Por qué separarse ahora? ¿No se dan cuenta de lo mucho que pueden hacer juntos?

-Son poseídos, malos engendros, hay que librar nuestras tierras de ellos.

Rugidos de afirmaron esas palabras.

-Tu guardiana de fuego nos diste tu poder hace mucho, ahora eres débil. Ve a encargarte de tus asuntos.

-Abandona la lucha- Joanne estaba empezado a enfadarse.

El hombre se puso en pie y desenfundó la espada.

-Cojan a la chica- ordenó y varios soldados se lanzaron sobre ella-. Se acabó con guardianes vamos a matarlos a ellos también.

Alrededor de Joanne surgió una esfera de fuego que mantuvo lejos a los soldados.

-Por última vez: suspende la guerra.

-No- rugió el hombre.

Anillos de fuego surgieron alrededor de las muñecas y los tobillos de Joey elevándola por los aires a la vez que la fogata se descontrolaba.

-Así sea.

La escena cambio y ahora Joanne estaba frente a una multitud de criaturas mágicas. Estaba hablándole a un centauro con insistencia.

-Son simples humanos. Estaremos mejor sin ellos.

-Es absurdo. Ellos pertenecen aquí tanto como ustedes.

-Guardiana, márchate o te haremos marchar con las flechas.

Joanne permaneció en si lugar.

-¿Cómo pueden decir que son tan distintos si hasta actúan igual? Paren la guerra, ya basta de tonterías. Se destruirán.

-Lárgate, guardiana de fuego, no me hagas perder la paciencia. No hay nada que puedas hacer contra nosotros.

-Basta, querida, vete. No tiene caso que insistas- intercedió un hombre anciano de rostro amable-. Por favor vete.

-Nero, sabes que esto está mal- le dijo Joanne al anciano.

-Lo sé, encanto, ahora debes marcharte. Vete a casa, cariño- el anciano al parecer era muy cercano Joanne lo cual explica lo que ocurrió luego. 

-Mátenlos- bramó el centauro.

Las flechas volaron tan rápido que Joanne no tuvo tiempo para levantar sus defensas o defender al anciano. Unas flechas se clavaron profundamente en el muslo de Joanne y en su brazo y una voló hasta el pecho del anciano.

-¡No!-las defensas se levantaron y la fogata se tragó a los que habían disparado-. Tú lo quisiste así- gritó al centauro y desapareció. Una llama incineró al anciano cuando dejó de boquear-. Desafiaste a los guardianes. Pagaras por la muerte de Nero, lo pagaras caro.   

1. Historia de los Guardianes: Otoño. |En edición|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora