5. Sarahí

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Tori se lanzó sobre su cama en el momento en el que la puerta se cerró detrás de Gemma y yo me quedé plantada en la mitad de la habitación sin saber en qué dirección ir a partir de ahí. Tori miró la puerta de la habitación durante un buen rato, casi esperando que Joey volviera, y luego sus inquietantes ojos azules se posaron sobre mí como si me estudiaran.

   -Ella ha estado rara.

   Aunque yo ya sabía eso me recorrió un escalofrío. Ella podía sentirlo aún más que yo. Era así entre nosotras, cada una tenía más afinidad con alguien del grupo. Luka y Auguste solían hacer pulla de eso, pero en esta ocasión el asunto no tenía gracia.

   -Ahora ya apenas hablamos- prosiguió Viktoria en un susurro-. Creo que está forzando una habilidad para dejar de sentirse tan fuera de lugar.

   Yo no lo creía. Joey no era de esas personas que se cambian a sí mismas para poder encajar; Joey era más bien ese tipo de personas que le daban una patada en el trasero a cualquiera que osara querer cambiarla.

   -Solo mírala- añadió Tori al ver la duda pintada en mi rostro-. ¿La has visto últimamente? Esta cada vez más distante. Tengo miedo por ella, miedo de lo que pueda sucederle si sigue adelante con lo que sea que está haciéndose a sí misma.

  Tori miró la pared y luego hundió el rostro desconsolado en sus rodillas.

   Sentí que el miedo se me metía en cada hueso y apreté los dientes para alejar el repentino frío que casi me hace tiritar.

   De pronto la pared tembló con fuerza, paró una vez y esta vez vibró también el suelo y nuestras cosas empezaron a chocar unas contra otras produciendo un repiqueteo constante. Me agarré a uno de los postes que sostenían las cortinas de una de las camas y esperé a que acabara de temblar.

   Mia salió precipitadamente de uno de los baños y cuando Gemma salió del otro, se sostuvo con fuerza de ella.

   Las cuatro chillamos muy alto cuando las sacudidas del suelo prosiguieron y pararon sin previo aviso para producir un último y fuerte temblor.

   Nos miramos las cuatro sin poder articular palabra a causa del asombro. Mia y Gemma ya estaban vestidas para dormir.

   La puerta de la habitación se abrió y antes de poder articular palabra nos vimos frente al centinela del piso que parecía estar bastante molesto, pero se mantenía relajado; una mezcla de emociones que eran muy difíciles de encontrar en una persona.

   -Señoritas, las cuatro se verán en serios problemas como deba volver a llamarles la atención por alteración al orden.

   Por algún motivo desde antes de que Mia hablara yo ya sentía que no iba a haber excusa aceptable para el Señor Weiß.

   -¿Acaso no sintió el sismo, Señor Weiß?

   -¿Qué sismo?- se asombró momentáneamente el centinela y recuperó la compostura de inmediato-. El único sismo que habrá es cuando les lleve frente a los directores por acusar a los magos de tierra.

   Y quizás se la hubiese llevado si no hubiera entrado Joy en ese momento con el rostro alterado balbuceando algo acerca de temblores y repentinas inundaciones en el baño.

   Ella hablaba con un tono confuso que dejó perplejo al Señor Weiß, pero no cabían dudas de que se había tragado toda la historia.

   Algo me dijo que si lo hubiésemos dicho alguna de nosotras él no la hubiese creado, pero lo había dicho ella y a ella le creían todos. Sobre todo él.

   Me parecía muy injusto que desconfiara así de nosotras, pero nos venía bastante bien que le creyera a ella, pues las otras opciones era ser consideradas locas o ser arrastradas frente a la directora.

1. Historia de los Guardianes: Otoño. |En edición|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora