Capítulo 4

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En honor a Georgius Sulla, primer humano no mágico resistente a la magia descubierto, por su labor ayudando a la raza bruja, se instaura un nuevo papel, que será llevado a cabo por humanos no mágicos. Se denominarán guardianes de los secretos, y su trabajo consistirá en ayudar a los brujos a mantenernos escondidos frente a los humanos no mágicos. Como recompensa, podrán formar parte de la sociedad bruja y gozarán de los mismos derechos, privilegios y respeto que posee un brujo normal.

2º Tratado: Organización, Leyes y Costumbres.

El consenso de todos los brujos.




El grupo entero atravesó al unísono las puertas. La sala se encontraba sumida en la más profunda oscuridad, pero entonces, la tía Dolly emitió una bola de luz morada desde la palma de su mano, y ésta cobró vida de repente.

En el centro, se iluminó con una luz blanca un pilar de cristales de piedra un poco más alto de dos metros, con una base arriba del todo, parecido a un pedestal. A su alrededor, ocho luces más se unieron a la de la tía Dolly. Cada luz era de un color distinto, y cada una de ellas iluminaba a un brujo que se encontraba sentado en un trono de madera de una grada circular que rodeaba el pedestal. Los tronos estaban repletos de runas y decoraciones, con un emblema coronando el respaldo de cada uno de ellos. Uno de los tronos estaba vacío, pero la bola de luz de la tía Dolly se situó encima de él. Cada brujo, llevaba puesta una capa del mismo color que la luz que les iluminaba y en sus pechos relucían colgantes de piedra, semejantes al que poseía la tía Dolly de cuarzo amatista, tallados de distintas formas y de nuevo, del mismo color que la correspondiente bola de luz de su brujo. Como todos los brujos que se habían encontrado a lo largo del día, cada uno de ellos estaba acompañado de un animal.

—Buenos días a todos, miembros del Consejo de Brujos, muchas gracias por acudir con tanta celeridad, y mis más sinceras... —comenzó diciendo la tía Dolly.

—Lady Dolores, déjese de rodeos por favor —habló una bruja con la capa gris. Ésta tenía la capucha echada sobre la cabeza, lo que impedía ver sus rasgos, pero se podía ver el colgante de su pecho: hecho de plata era una cabeza con un par de orbitas cruzadas rodeándola. Su animal era una serpiente de cascabel que siseaba mientras se deslizaba por uno de sus brazos—. Ha solicitado una reunión urgente, así que si tan urgente es que nos ha hecho abandonar nuestras obligaciones no nos haga perder más el tiempo y vaya directa al grano, por favor.

La tía Dolly no pudo evitar dirigirle una mirada asesina a la bruja. Pero no dijo nada, se acercó al pedestal y flotó hasta posar sus pies en la base.

—Como iba a decir antes de que Lady Miranda me interrumpiese, —Gabe supuso que Lady Miranda era la borde de la capa gris—, siento haberos hecho abandonar las tareas de vuestros clanes, pero el asunto es de máxima importancia.

—¿De qué se trata Lady Dolores? —preguntó un brujo con la capa naranja. A este sí que se le podía ver el rostro. Tenía una cara afable, aunque en estos momentos se mostrase seria, y una barba de cabello castaño que le llegaba casi hasta el pecho. Su colgante era de ámbar, y tenía la forma de un círculo con cuatro símbolos dentro de él: un árbol, una llama, una gota y un remolino de viento. Una gacela temblorosa estaba detrás de su trono. La tía Dolly fue a responder, pero de nuevo, se vio interrumpida por otro brujo.

—Veo que sus sobrinas están aquí, ¿qué habrán hecho esta vez? —Un murmullo se extendió entre los miembros del Consejo, y Gabe notó cómo las hermanas, que estaban situadas una a cada lado suyo, empequeñecían un poco de vergüenza. El brujo que había hablado era un hombre grande, por no decir gordo. Su pelo negro grasiento no ayudaba a mejorar su imagen, y su animal, un buitre que no paraba de reír burlonamente terminaba de dar su impresión como persona poco respetable. Su capa era de color marrón y su colgante, tallado en ojo de tigre, era una boca con la lengua sacada.

Las Dos Brujas: HermanasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora