Recuerda, pueblo. De memorias naciste, y en memoria te consumirás. Recuerda y recuerda, nunca olvides.
Oraciones y Promesas.
Elifelet el Sacerdote, brujo visionario.
Cuando Gabe volvió a tomar control de su ser lo único que distinguió fue eso, oscuridad. Ya no se encontraba en la sala de duelos, ni siquiera estaba seguro de si se encontraba en el Espejismo. No tenía ni idea de qué lugar era ese.
De repente, en la lejanía, empezó a distinguir voces, de personas adultas. Gritaban desesperados una única , "Voluntas" ¿Estarían los brujos mentalistas también en ese oscuro lugar?
—¡Eh! ¡Estoy aquí! ¿Alguien puede oírme? —gritó Gabe. Las voces en la lejanía no cesaron, pero tampoco le respondieron.
Giró sobre sí mismo, intentado distinguir : una luz, un camino, alguien que le pudiera rescatar. No había nada, absolutamente nada. Desesperado y muerto de miedo, decidió echar a andar sin rumbo fijo y sin saber muy bien qué estaba buscando.
No supo cuánto tiempo anduvo por ese lugar oscuro, pero de repente, notó una ráfaga de aire que venía desde detrás. Pensando que habían sido imaginaciones suyas, ya que era de detrás de donde venía y ahí no podía haber nada, la ignoró, pero la corriente volvió a rozarle la nuca. Se giró, y se topó de bruces con una puerta. Era de madera vieja, como si hubiera estado bajo la luz del sol demasiado tiempo. Por la rendija de debajo era donde se colaban esas ráfagas de aire frío. Al no ver ninguna otra salida, tomó el pomo de la puerta, lo giró y la cruzó.
Entró directamente en una casa, se encontraba en un pasillo que daba a un salón. La casa tenía pinta de ser acogedora, y en las paredes colgaban cuadros con fotos. En el salón, vio una figura, una mujer, vestida con una capa roja de bruja diplomática. Gabe suspiró de alivio pensando que se trataba de Alex, y se acercó sin dudar a ella. Cuando quiso tocarle un , por poco no se cae de bruces contra el suelo, porque al posar su mano en la mujer, la atravesó por completo, como si se tratara de un fantasma. Al girarse, vio el rostro de la mujer, y a pesar de resultarle muy conocido, no era Alex. Tenía el pelo muy rizado, y los ojos castaños claros, y esa nariz recta que ya conocía muy bien. Además, miraba a través de Gabe, como si no estuviera allí, por un ventanal. El chico intentó llamar su atención moviendo los brazos delante de su cara, pero para esa mujer no existía. Siguió su mirada a través del ventanal. El cielo estaba encapotado, y una fina nieve caía constantemente. Más a lo lejos se podía distinguir el mar, la casa donde se encontraban estaba al borde de un acantilado.
De repente, escuchó como unos pasos bajaban unas escaleras que daban al salón. Era un hombre adulto, de pelo oscuro despeinado, ojos verdes y barba de tres días que empezaba a mostrar algunas canas. La mujer se giró un instante para saber quién era, pero en seguida volvió a fijar su mirada en el ventanal. El hombre se quedó al pie de las escaleras, como si no se atreviese a acercarse más.
—Ya vienen, ¿verdad? —le preguntó. La mujer asintió con la cabeza. El hombre soltó un suspiro de dolor—. Voy a por las niñas.
El hombre volvió a subir las escaleras mientras la mujer se quedaba impasible. No tardó en volver a bajar. Llevaba agarrado de las manos a dos niñas, una mayor que otra. Gabe las reconoció en seguida: la mayor, de ojos como los de la mujer del salón y pelo ondulado recogido en una coletita; la pequeña de pelo tremendamente rizado, y ojos verdes de mirada decidida. Sin duda alguna se trataba de Alex y Liz, pero de cuando eran mucho más pequeñas. La pareja adulta tenían que ser entonces sus padres. Pero no era posible, o había viajado al pasado o... "Estoy dentro de la mente de Liz, en un recuerdo.", supuso Gabe. Por eso ninguno de los presentes le hacían caso, ni podían verle o él tocarlos.
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Las Dos Brujas: Hermanas
Fantasy¿Qué pasaría si descubrieras un secreto oculto durante milenios?, que de repente tuvieras que vivir con unos completos desconocidos los cuales ni siquiera son humanos (aunque lo parezcan), que toda tu vida cambiara por estar en el sitio equivocado e...