Capítulo 29 - Parte 1

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Cualquier brujo negro que intente regresar a esta nuestra sociedad, será inmediatamente condenado a muerte, sin juicio ni piedad.

2º Tratado: Organización, Leyes y Costumbres.

El consenso de todos los brujos.




-¡Venga, Liz, tenemos que ver a la tía Dolly antes de que empiece la invocación! ¡Ella tiene nuestros orbes!

Alex se había encontrado accidentalmente a Gabe y a Liz mientras buscaba a sus amigos, y tras la alegría inicial, se había acordado de que la fiesta ya había llegado a su ecuador. Los lores del consejo iban a realizar su invocación y necesitarían los orbes de energía que Liz recogió del clan de los brujos absorbedores para participar de ella. Los tres corrían entre la multitud, utilizando a Orión como oteador, que sobrevolaba cerca del techo. Un chillido por parte del ave rapaz les indicó que había encontrado a la tía Dolly.

La mujer ya se había reunido con sus iguales del Consejo, aunque aún no se estaban preparando para la invocación. Llevaba un vestido de color morado oscuro, de cuello alto, mangas largas y una falta larga que ocultaba sus pies. La capa morada colgaba detrás de ella. Aun así, no había abandonado su habitual moño alto ni sus gafas redondas. El colgante que la identificaba como líder del clan de los brujos de la sabiduría, un libro abierto tallado en cuarzo amatista, descansaba sobre su pecho. Las hermanas no la veían demasiado con el colgante, por casa nunca se lo ponía.

-¡Tía Dolly! -gritó Liz según llegaban hasta ella, haciendo que dejara de prestar atención a la conversación que estaba manteniendo.

-¡Elizabeth! ¡Alexandra! ¿A qué viene tanto alboroto? -Se giró para mirar a Gabe, que se mantenía en segundo plano detrás de las hermanas- Buenas noches a ti también, Gabriel.

-Tía Dolly, necesitamos nuestros orbes, o no llegaremos a la invocación -Liz entonces se percató de que todos los lores estaban pendientes de ellas dos, y enrojeció un poco de vergüenza, siempre estaba metiendo en problemas a su tía. Alex, más que la atención de todos los lores, notó como la mirada de Lord Ayrton se clavaba en ella. Aún recordaba el baile que habían compartido más de lo que le gustaría.

-Qué haríais vosotras sin vuestra tía -comentó Galileo.

-Nada, no harían nada -contestó ella con una sonrisa. Entre sus manos tenía una bolsa marrón, y al abrirla, un brillo blanquecino se escapó de ella, tres esferas de energía brillante se encontraban en su interior.

-Gracias -respondió Liz según metía la mano en la bolsa y sacaba una de las esferas.

-Gracias, tía Dolly -dijo Alex según imitaba a su hermana.

Ambas hermanas, antes de irse, le dieron un beso de agradecimiento a su tía, lo que dejó a la bruja adulta con una sonrisa de orgullo y cariño entre los labios. Cuando los lores empezaron a juntarse para iniciar la invocación, salió de su ensueño y se fue a reunir con ellos.

Cada brujo que había en cada uno de los cinco salones se reunió con sus hermanos de clan, de tal forma que los salones, quedaban divididos todos en nueve cuñas de colores diferentes, cada una de ellas ocupada por un clan. La cuña se situaba justo donde su líder de clan estaba situado en un círculo el centro del último salón. En todos los salones se repetía la misma colocación. Todos los brujos esperaban ansiosos, con sus orbes de energía entre las manos, preparados.

Las Dos Brujas: HermanasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora