Aquellos que renieguen de lo que son, no son nunca más hijos de la Madre Luna. No merecen ser llamados hermanos. No merecen ser llamados brujos.
Oraciones y Promesas.
Elifelet el Sacerdote, brujo visionario.
-Y estos son los claustros, construidos allá por el año 1040, conservados a la perfección hasta la actualidad...
Sinceramente, Gabe no estaba prestando ninguna atención a las explicaciones que la tía Dolly hacía del Instituto, lugar en el que se encontraban, cumpliendo con la correspondiente visita al clan de los brujos de la sabiduría. Y no es que el Instituto no fuera un lugar impresionante, pero los sucesos ocurridos hacía ya una semana aún rondaban por la cabeza de Gabe.
No paraba de recordar las palabras de Cucrav, cómo se había comprometido con los Bel-hahari, cómo se había enfrentado con Liz...
La guerrera en esa ocasión no le había acompañado, la tía Dolly había hablado con Lord Ayrton y le había convencido de que su protección era más que suficiente; así Liz podría tener un día para avanzar un poco con su entrenamiento. Gabe recordaba una por una las palabras que le había dicho, y aunque estaba en su derecho a exigir la verdad, no podía evitar sentirse mal de haber descargado toda su ira contra Liz. A pesar de lo mal que le había tratado en el pasado, no la culpaba, era una aprendiza, seguía ordenes, y en ese momento estaba más preocupada por ponerle a salvo que por otra cosa.
Gabe se sonrojó levemente al recordar que había ocurrido tras cruzar el portal: al otro lado, se encontraron con Lord Cyril que empezó a hablar desatado para después terminar diciéndoles que sería mejor que mantuvieran ese pequeño incidente en secreto. Liz respondió a ese cobarde comentario con un "Nos vamos a casa, Lord Cyril", y se dio media vuelta en dirección a la salida. A pesar de todas las peticiones, ruegos e incluso amenazas que propinó Lord Cyril, Liz hizo caso omiso a todas ellas, y en cuanto llegaron al metro lo tomaron de vuelta a la salida de la sede.
Fueron directos a casa, y Liz le metió en una nueva habitación la 73A, parecía una especie de enfermería, repleta de botes con ungüentos que Gabe jamás había visto. La bruja sentó al humano en la camilla que ocupaba el centro de la sala. Ya ahí, le obligó a quitarse la camiseta, para poder curar todas las heridas que le habían causado los Bel-hahari al transportarle de un lado a otro. Se quedó paralizado por la vergüenza, con el torso desnudo ante esa chica que de vez en cuando hacía que empezase a sentir cosas muy extrañas. Al ser un guardián de los secretos, la magia no tenía tanto efecto en él, así que, Liz, para no jugársela, tuvo que curarle a la antigua usanza: con gasas, pomadas y tiritas. Gabe fue consciente de la delicadeza con la que Liz le curaba, es más, sentía como la electricidad recorría su cuerpo cada vez que sus manos le tocaban la piel.
¿Por qué ocurría esto? ¿Por qué se sentía así? Si hasta hacía unos días la odiaba, bueno, o ella le odiaba a él... ¿o se odiaban mutuamente? No lo sabía, cada vez que quería pensar en ello su mente era un maldito lío.
-¿Gabriel? -La voz de la tía Dolly le hizo regresar al mundo real. El chico respondió con un leve "Ahá" como indicativo de que estaba pendiente- Te había preguntado si te gustaría ir a mi despacho.
La mirada afilada de la líder de los brujos de la sabiduría lo indicaba todo, y a Gabe no se le pasó por alto. Asintió con la cabeza y la tía Dolly empezó a guiarle por los pasillos de la sede.
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Las Dos Brujas: Hermanas
Fantasy¿Qué pasaría si descubrieras un secreto oculto durante milenios?, que de repente tuvieras que vivir con unos completos desconocidos los cuales ni siquiera son humanos (aunque lo parezcan), que toda tu vida cambiara por estar en el sitio equivocado e...