Capítulo 10

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"¿Qué eres?" preguntó el brujo curioso, en todo su viaje jamás había conocido a un ser como ese.

"Nuestro nombre es zaahro, y vamos a devorar tu energía" De la nada surgieron cientos más de esos monstruos siseando como serpientes y se lanzaron a por el brujo sedientos de su poder.

1er Tratado: Los Orígenes.

Desconocido.




La tía Dolly y Gabe estaban esperando en la cocina, que más que cocina parecía un invernadero. La habitación estaba completamente invadida por unas enredaderas, que cubrían tanto las paredes, como la cristalera opaca delante de la cual estaba esperando Gabe sentado, y todos los muebles de estilo antiguo que componían la zona en la que se cocinaba. Además había que añadir unas cuantas decenas de macetas, de todos los tamaños, con todo tipo de plantas, sobre todo comestibles, que parecían dispuestas allí expectantes de que alguien tomase sus hojas o sus frutos para preparar un delicioso plato.

La tía Dolly estaba cumpliendo los deseos de sus verdes amigas, pues se encontraba cocinando un riquísimo estofado de ternera, y pululaba de un lado a otro cogiendo unas ramitas de una planta, las hojas de otro... así mientras canturreaba una canción que, a oídos del guardián de los secretos, era demasiado antigua. Galileo se había perdido entre todo ese follaje, y de vez en cuando reaparecía para entregarle un nuevo ingrediente a su compañera. Gabe por su parte se dedicaba a observarla; sentando en una típica silla de hierro de jardín apoyaba sus codos en una mesa de piedra redonda demasiado grande en comparación con el resto de la cocina. De vez en cuando pegaba un respingo porque notaba algo que le tocaba. La primera vez que sintió algo gritó, pero tras ver que se repetían los toques se había acostumbrado. Ese algo que le tocaba eran las propias enredaderas, había descubierto a las malas que se movían y tenían vida propia y, desgraciadamente, también mucha curiosidad en saber quién era ese nuevo inquilino.

—Esto ya está. En cuanto vengan mis sobrinas comeremos —comunicó la tía Dolly. Gabe levantó levemente la cabeza para olisquear su futura comida, y se pudo escuchar claramente como sus tripas rugían.

—Huele bien —dijo éste.

—Pues esto no es nada comparado con mi cuñada y mi otra sobrina —contestó la tía Dolly complacida—. Ambas son brujas elementales, lo que ya de por sí indica que son buenas cocineras, pero encima, mi cuñada es una elemental de agua y mi sobrina de tierra. Juntas son un equipo impresionante.

—¿Estás hablando de la madre de Liz y Alex?

—¡Oh, no, no, muchacho! —negó la tía Dolly con una leve risa— Me refería a la mujer y la hija de mi hermano. Alexandra y Elizabeth son las hijas de mi otra hermana.

—Y si son hijas de tu hermana, ¿por qué no viven con ella?

La tía Dolly se quedó paralizada en ese instante, mirando a Gabe, notando como los antiguos dolores y recuerdos empezaban a agolparse en su memoria. No podía culpar al muchacho, él no tenía ni idea de nada. Abrió la boca para darle una respuesta, pero de sus labios no salió ningún sonido, se sentía incapaz de elaborar ninguna excusa.

—¡Ya estamos aquí! —la voz de Liz sacó de su aturdimiento a la bruja adulta. Antes de girarse a recibir a su sobrina menor le echó una mirada con un mensaje muy claro a Gabe: no se te ocurra volver a hacer esa pregunta.

Las Dos Brujas: HermanasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora