¿Qué pasaría si descubrieras, si vieras más allá de esta realidad? ¿Si lo que conocieras como realidad fuera sólo la mitad de ella?
Ni yo misma podía comprender lo que había sucedido, quizás fue parte de la conmoción de accidente, solo un gran golpe en la cabeza que me había dejado inconsciente y todas esas locuras, eran solo disparates que había soñado. Aun así todo lo había sentido tan real. El frío, su mirada, incluso sus labios sobre los míos.
No había creído en un Dios. Pero ahora necesitaba creer en él, deseaba creer que algo más allá me mantendría a salvo de lo que quiera que fuera aquel ser.
Probablemente decir la verdad era preciso, y yo debía terminar en un manicomio. Probablemente había perdido la razón. Era un peligro para mí misma o ¿yo era el peligro?
Mis pensamientos fueron interrumpidos al sentir la mano de alguien sobre la mía. Mi reacción fue abrir los ojos al instante sólo para dar un pequeño brinco y luego ver que era mi madre.
— ¡Me has espantado! ¿Acaso no pudiste decir al menos un hola?— Dije casi gritando de forma histérica.
— ¿Susto? Susto el que nos has dado a mí y a tu padre. Anoche casi te perdemos. —
<< ¿Qué? ¿Qué diablos había sucedido anoche?>> Pensaba en mi mente.
— ¿Como que casi?— Pregunté a mi madre un poco confundida.
— ¿No recuerdas nada? ¿El accidente? ¿Lo que sucedió?—
— No recuerdo mucho, mamá. Todo es confuso. Podría decir que una gran pesadilla de la cual desperté. —
—Lo sé cariño. Pronto te darán de alta. No hay ninguna razón médica para que te quedes más tiempo. Aunque no hay una explicación para.... — Mi madre dejó la frase incompleta, incluso tembló y cerró los ojos. Sabía que ella me amaba, era una madre excelente. Yo la amaba.
— La razón por la cual mi corazón se detuvo ¿no es así?—
No pudo verme, solo entrelazó sus manos con las mías. No podía hacerle eso, no podía verla sufrir de esa forma.
— No te preocupes mamá estaré bien. La muerte y yo somos viejas conocidas.
Mi madre se quedó quieta. No supo qué responder y a decir verdad no sabía de dónde había salido eso.
— No bromees con eso.
— No mamá. Lo prometo, solo quería distraerte. — Era verdad, aquello lo había dicho con humor.
— Fue un cumpleaños terrible. — Dijo mi madre, creo que si se culpara, pero ella no tenía nada que ver.
— Nadie tiene la culpa, y si lo hay quizás sea yo. Hay algo conmigo que es disfuncional. Nunca he estado del todo aquí. A veces me siento atrapada en medio de la realidad y....—
MI padre y mi hermana habían llegado, Bea tenía esa enorme sonrisa coqueta y sus ojos miel. Bea saltó a la cama y me abrazó, dejé que lo hiciera. Eso evitó que siguiera soltando mis pensamientos en voz alta. Este podía ser uno de esos momentos en los que mi madre se arrepentía de haber escogido a la extraña niña de ojos grisáceos. Una niña que al parecer llevaba toda su vida huyendo de algo.
De esa sombra, que cuando era niña pensaba era su protector. No sabía si le temía, y tampoco me decidía que era más fuerte: ¿mi miedo o mi curiosidad? Tal vez era sólo era estupidez. Tratar de huir de alguien a quien no conoces, pero que de alguna forma está ligado a ti. Tratar de huir de alguien que se esconde entre las sombras. Entre mis temores y miedos.
Había una parte muy pequeña de mí, que quería saber quién era en realidad. ¿Qué era lo que lo unía a mí?
Mi cuerpo quería correr, esconderme, pero algo me detenía. Quería despertar y olvidar todo, pero estaba ahí, había momentos en que sus palabras, su voz no salían de mi cabeza.
No podía hacerlo, no podía olvidarlo ni dejar de pensar en ese beso. Después de todo un beso mortal, un beso que casi me costaba la vida, no era algo tan simple. Tampoco es que pudieras huir de un demonio, de la muerte. O lo que sea que fuera aquel ser.
Eso era lo que había dicho aquella chica. La que me había sacado de mi cuarto. Me había advertido que debía alejarme. Ocultarme. ¿Pero cómo podría hacerlo? Si él estaba dentro de mi mente. Y me hablaba cuando él quería. No podía ocultarme de mi misma. De mis propios pensamientos.
Regresar al hospital y tratar de encontrar a esa chica, era una opción, ya que al parecer necesitaba su ayuda para asuntos que eran ajenos al mundo de los vivos, y no solo me concernía a mí. Si no al mundo de los vivos y de los muertos.
Tenía que encontrar la forma de ocultarme. De huir de él, si es que la había.
Canción: Running from the Devil/District 8
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Cuando la muerte se enamore
FantasyLIBRO 1 ¿Qué es lo que pasaría, si la muerte te perdonara la vida? ¿Si aquel ser extraño al que muchos le temen, pudiera ¿De verdad aquel ser es tan cruel y despiadado? O sólo es un ente que vaga solo en las penumbras, un ser odiado por muchos y...